—Esto es increíble —refunfuñé, aún con cólera por la treta que planeó con mi hermano, todo para terminar yendo a este tonto viaje—. Me las van a pagar.
—Oye. —Carla me dio un vistazo, iba conduciendo—. No creo que debas quejarte. —Señaló hacia atrás con su cabeza.
Atrás se encontraba Mino, bastante emocionado por el paseo en auto. Tenía la cabeza afuera y la lengua colgando de su hocico. Estaba en la gloria. Sonreí por verlo tan contento.
—Eh, ya sonreíste, significa que ya no puedes enojarte conmigo. —Sonrió de oreja a oreja.
—¿Sabes que mi hermano solo te ayudó para tener la casa solo y poder hacer sus parrandas libremente, verdad?
—Y por eso llamé a tu madre avisándole que te estoy secuestrando a la aventura. —Sonrió—. Vuelven esta noche.
Pensar en la cara que pondrá mi hermano cuando mis padres aparezcan en su ilegal fiesta hizo que se me quitara cualquier molestia.
—Bien. —Suspiré, más animada—. ¿A dónde estamos yendo y cuánto va a costarme?
—Es un secreto y ya está todo pagado —canturreó.
—¿Todo pagado? —pregunté con incredulidad.
—Así es, querida, y ya verás que no te arrepentirás.
¿A dónde rayos me estaba llevando?