—¡¿La selva?!
—¡Ese es el espíritu! —animó Claudia, una de las amigas que también irían al viaje.
Éramos un total de cinco amigas, seis si incluíamos a Mino, y esperábamos en la esquina de una calle. Según Claudia a quien esperábamos era a su novio Juan, quien sería el que nos llevaría a… la selva.
—Bueno… al menos Mino parece emocionado con la idea. —Me encogí de hombros mientras observaba a mi buen amigo dando brincos para quitarle el choripan a Carla.
Claudia sacó su teléfono y sonrío por el mensaje que le llegó.
—Es Juan, dice que llegan en cinco minutos. —Sacudió mis hombros y mi cabeza se tambaleó de un lado a otro como un diente a punto de caerse.
El resto de chicas vitoreó al oírla.
—¿Alguien más irá con nosotras? —pregunté con curiosidad.
—Su hermanastro, Adrián. —Me guiñó un ojo, lo que me pareció extraño.
No logré decir más ya que una moderna van se estacionó frente a nosotras. Claudia corrió hacia su novio, quien estaba al volante, y se lo comió a besos como Mino hizo con el choripan de Carla. La ventana del asiento del copiloto bajó, y entonces admiré una preciosa cabeza emocionada.
—Adrián —murmuré, hechizada por su belleza.