—Lo que Carla quiso decir… —Claudia dio un paso adelante—. Es que queremos que Mino se reproduzca con Laura, y adoptar los perritos que tengan.
—¡Jamás! —vociferé.
No iba a permitir que le quitaran la virginidad a Mino. Sobre mi cadaver.
Todos estos meses desde que lo conocí me he asegurado que no se le monte ni a un peluche.
—¡Eso lo mataría!
Según su veterinario era peligroso que se reproduzca con un perro que no sea de su raza, la simple y pervertida acción podría matarlo. Tampoco tuve la voluntad de castrarlo, me daba pena.
—Por eso trajimos a Laura, ella es de su misma raza —dijo Juan.
— Pero...
—Pero nada, vamos a hacer esto quieras o no. —Un joven bastante atractivo apareció de quien sabe donde.
—¿Quién eres tú? —Fruncí aún más el ceño, desconfiada de que un extraño sea parte de este extraño plan.
—Soy Adrián, el hermano de Juan. —Sonrió—. O hermanastro, nuestros padres se casaron hace un mes. Y hablando de casar... ya deberíamos empezar la boda.