Yo no creo en las hadas

Los hechos

Mina había dormido toda la noche. Milo no se había acercado ni por casualidad para decirle que la seguridad de la Ciudad Negra había dado un aviso de captura por ambos, con imagen y recompensa.

- Niña, levántate.- Pero Mina no reaccionaba. - Niña, vamos, arriba, levántate, debo decirte algo.- Sin respuesta. - Genial, no solo soy buscado, sino que debo lidiar con un cachorro de natural, ¿qué hice para merecer esto?- Sin vacilar, tomó el sillón de un lado, lo volteó fuertemente y Mina rodó para caer al suelo.

- ¡Aahh! ¡¿Qué haces?!

- Debo decirte algo importante.

- ¿Qué debes decirme?

- Debes irte de aquí, ahora sí que no es nada seguro. Está despejado afuera, podemos ir donde te hayan encontrado y cruzarte, unos amigos nos ayudarán. Vamos, apresúrate, no tengo todo el día.- Milo salió de la cabaña con paso decidido. 

Mina, furiosa, se puso de pie y salió tras él, pero las ideas no estaban en concordancia con la conveniencia, por lo que se encontró con algo muy feo: un guardia, cuya armadura le recordó a los samurai de las legendarias películas japonesas o en los animes que usualmente veía en las noches, apuntaba su arma hacia su corazón, marcándole una pequeña cruz roja con una lucesita que actuaba como blanco.

Mina pudo observar que tenían fuertemente amarrado a Milo, quien se encontraba arrodillado con la cabeza gacha y una mano que sostenía su remera gris. Estaba golpeado.

Uno de los hombres tomó el sable y lo golpeó nuevamente. Milo no pudo hacer nada más que caer hacia adelante, sin poder evitar el impacto en el rostro por tener las manos amarradas.

- ¡No!

- Aprésenla.- El guardia tomó de un brazo a Mina y le roció un líquido blanquecino sobre el rostro. Cayó inconsciente al instante.

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La nueva habitación era cuadrada. Había una cama redonda, como un nido gigante de lana roja, una pequeña ventana de vidrio quebrado y una puerta. Milo no estaba a la vista, lo que implicó un aumento del miedo e incertidumbre.

¿Dónde estaba? Habían hablado de una prisión, de una especie de laboratorio, ¿allí estaba? No lo sabía.

Hey, niña...

- ¿Milo?

Sí, el mismo. Estoy al lado de tu celda.

- Sí, definitivamente me deja más tranquila. Eres un idiota que cayó en una trampa sencilla y me arrastró hasta ella.- Milo se quedó callado. Sus palabras fueron directas y claras, y él sabía muy dentro de su interior que era su culpa, ¿cómo puede ser que un ser tan entrenado para salir de apuros cae misteriosamente en la trampa más antigua del mundo? Sin embargo...

No fue culpa mía. Si no estuvieras aquí no me habría distraído pensando en cómo rayos sacarte de Dandelion. No es tan fácil, ¿sabes? Además, desde que te he cruzado no he sentido más que sueño, mucho sueño, ¿qué me has hecho, sabandija? Y también esa necesidad de que estés viva... ¡quítame el embrujo!

- No me llames sabandija, soy Mina. Y yo no te he embrujado.

De acuerdo, Mina. Escucha, estás aquí porque el Colegiado busca a los de tu clase, los secuestra desde hace veinte años o algo así, y su razón es lo que... no lo entenderías.

- Si me lo explicas, entenderé, no soy la idiota que crees que soy.- El hada sonrió, lo que hizo que se sorprendiera de él mismo. Carraspeó y esperó que el silencio se asentara lo suficiente antes de comenzar.

La rivalidad entre el mundo místico y el mundo natural ha existido desde que el tiempo es tiempo. No han podido convivir en paz por... bueno, no sé porqué, pero es así y las guerras entre ambos grupos han llegado a ser realmente devastadoras. Aunque fue hace siglos, generó un odio extremo en muchos. El Colegiado instauró hace como quince o veinte años una política muy activa que promueve el odio y el genocidio del diferente, especialmente de los naturales. Cosa que no comparto. La historia habla por sí sola, por ello no hay que repetirla, sin embargo...

- Espera,  retrocede... ¿mundo místico?

El mundo místico está compuesto por criaturas mágicas y mitológicas que han evolucionado en un nivel superior al de los naturales. Los ángeles y los demonios pertenecen a otro mundo: el celestial que se divide en dos polos energéticos muy diferentes, es superior en todo sentido, no tienen nada que ver con nosotros. Hadas, druidas, duendes, brujas, metamorfos y criaturas de la noche: vampiros, hombres lobo, fantasmas, espectros, todos componen ese mundo místico, ese en el que estás ahora. 

- ¿Es cierto lo que me estás diciendo entonces? Dios mío, perdí la cabeza...- Mina estaba hiperventilando. No podía dar crédito a lo que oía, pero no era la primera vez que concordaba con aquello que atravesaba sus pupilas. Tanto el paisaje como las palabras de Milo, le aseguraban estar en otro mundo. No había razones para negarlo. - O sea que... las películas cuentan la verdad.

- No todas. Los vampiros no brillan con el sol, eso es más que falso. Brillan solo cuando la luz de la luna llena los toca, cuando están de caza, pero su luz es una mentira, están muertos por dentro, ¿sabes?, y su amistad con los hombres lobo es irrompible. Son como hermanos, existen hombres lobo que adoptan vampiros, y vampiros que hacen de niñera a bebés hombre lobo si hace falta. Créeme, las películas han alterado las cosas mucho más de lo que crees, ¿las orejas puntiagudas en los elfos?, ¿sirenas que no pueden caminar en tierra firme?, ¿hadas diminutas?  Por favor, ¿quién rayos se cree eso? Las sirenas son las criaturas más negociadoras que existen y tienen fama de abusadoras sexuales.

- Increíble... las hadas no son diminutas y las sirenas pueden embarazarte... nunca mostraron eso.

Lo sé, que idiotas. Deberían ver más allá. - Milo continuó. - El Colegiado cree que destruir el mundo de los naturales evitará sufrimiento a los seres místicos, ya que, como la historia nos ha enseñado, nos masacraron siglos atrás y casi dejamos de existir.




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