Yo no creo en las hadas

Cuando todo salió mal

Mina y Milo estaban estáticos, viéndose a los ojos, tratando de entender la razón de esa conexión que no tenía sentido, tratando de creer que solo era una coincidencia y que nada de eso era real.

La conexión entre criaturas de diversos mundos ocurre, muchas veces, sin que los involucrados se den cuenta, como cuando se siente una extraña brisa helada o llega la calma que tanto se necesita. Son momentos únicos e irrepetibles que generan energía latente y que, de alguna manera, cambian a la persona y su rumbo de vida.

O al menos eso decía en el expediente que Teo había encontrado.

Mina lo miraba con intensidad, con necesidad de comprender, pero no había manera de hacerlo a través de lo racional, debía comprenderse desde el alma.

- Nunca creí que existiera esta clase de vínculo, jamás tan intenso, jamás tan doloroso.

- ¿Será que esta extraña relación simbiótica implica el cambio en ambos mundos? Digo, nosotros y nuestro vínculo... es posible que sea el inicio de algo grande, necesario e intenso.

- No lo sé, solo sé que debes volver a tu mundo y vivir tu vida lejos del Colegiado, lejos de Dandelion a pesar de que no lo quiera.- Cada palabra en esa oración era muy chocante. Demasiadas confesiones desubicadas en un minuto.

Mina era consciente de que el tiempo continuaba pasando, por lo que ella continuaba desaparecida en el mundo natural. Un dato terrible.

- Mina...- Pero en ese instante, una flecha dorada atravesó el hombro de Mina. Como si hubieran sido dos, Milo sintió una leve puntada eléctrica en el hombro opuesto. Eso era uno de los síntomas de la conexión: el reflejo de los opuestos.

- ¡AAHHH! ¡NO!- Pero era demasiado tarde, el Colegiado la había hallado.

- Milo...- Mina cayó hacia atrás al tiempo que Milo se arrodillaba a su lado y sostenía su cabeza.

- ¡Déjenla en paz!- Con el hombro resentido por el golpe imaginario, trató de alzarla para que estuviera junto a él. La tomó como pudo del torso y la sostuvo junto a su pecho. Mina parecía desfallecer de dolor y comenzaba a sangrar profusamente. La flecha seguía clavada allí, evitaba el cierre la herida.

- Criminal a la vista. Misión cumplida. Llévensela.- La voz robotizada de la guardia colegial retumbó en el ambiente y provocó que todo se volviera negro, como si se mimetizara con lo que ocurría.

- ¡Nooooo!- Gritó Milo con todas sus fuerzas, pero no sirvió de nada cuando la guardia lo tomó de los brazos para esposarlo y alejarlo de Mina. Uno de los hadas vestido con armadura de samurai verde se arrodilló y arrancó la flecha, a lo que ambos reaccionaron: Mina con un grito agudo de dolor desesperante y Milo con un gesto molesto, dado que para él no fue más que una leve presión.

El sujeto notó esa reacción. No era una buena señal.

- ¡Métanlos en la carroza!- Milo recibió varios golpes, Mina sangraba y parecía a punto de desmayarse. Y a nadie le importaba.

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El castillo se alzaba nuevamente, lo sabían porque podían verlo desde la pequeña ventanilla de la celda andante.

- Estarás bien, tranquila.- Las palabras no generaban el efecto que deseaba porque Mina continuaba llorando con extrema congoja y miedo, sus lágrimas caían una tras otra y Milo no sabía qué hacer para evitarlo. La tenía rodeada por sus brazos, ella acostada sobre su cuerpo. La sangre había teñido la blusa y parecía seguir saliendo.

- No me alejaré de ti. No te dejaré.

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Luego del debate y de dictaminar la sentencia (la segunda de esa semana), fueron conducidos hacia las mazmorras, donde la depresión y el miedo eran las únicas sensaciones que dominaban.

Necesito saber qué ocurrió y porqué.- Dijo Milo luego de tres horas de silencio.

- ¿Te preocupa eso y no que sigamos encerrados y sentenciados?- Milo notó el tinte cómico en su tono de voz. Separados por una pared de raíces entrelazadas, apoyados espalda contra el muro, llegaban a sentirse y a oírse. Un enfermero curó el hombro de Mina y lo vendó, por el momento estaba más tranquila.

- No tiene sentido... fue un error, lo has dicho ya...

No lo fue. Viniste a cambiar las cosas. Una chiquilla como tú vino a cambiar el rumbo del mundo en el que vivo.- Mina sonrió a pesar de todo. - ¿Sabes porqué no te entregué? Porque sabía que debías vivir. El Colegiado te asesinará, lo han hecho con muchos y lo harán contigo sin piedad, no importa que seas una niña, pueden hacerlo y lo harán. No puedo dejarte morir, no puedo dejar que maten la razón de mi curiosidad, de mis preguntas.

- Me inquieta saber que te saco el sueño.

- Lo haces.- Mina sonrió de nuevo. Milo suspiró. - ¿Por qué a mí?- Tiró la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Recordaba la puntada casi imperceptible de la flecha que ni lo rozó, el calor de la sangre que no perdió y la tristeza de saber que Mina podía morir. - Somos uno.

- ¿Uno?

Compartimos el alma, ese choque las mezcló. Es tan estúpido que debería escribirlo en mi cuenta de Wattpad. Suena a una novela juvenil sin pies ni cabeza.

- Podrías pintar un cuadro con la escena más memorable. Como novela no tiene valor alguno.- Milo rió. - Lamento haberte atropellado, de haber prestado más atención nada de esto habría pasado.- La puerta de Mina se abrió. La puerta de Milo la siguió. El silencio y el miedo se incrementaron.

Ambos caminaban maniatados hacia su fin. 
 

 

(CONTINUARÁ)

 




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