Yo no creo en las hadas

La Decisión

- La transacción de energía de un cuerpo a otro es un proceso agotador y difícil de realizar, por lo que debes tener paciencia para que funcione. Teo está por llegar, él nos ayudará. Por el momento es necesario que te hidrates, bebe un poco de líquido antes. -Le extendió una damajuana de vidrio. Mina lo degustó con expresión de interés ya que tenía un sabor similar a crema de champiñones.

- Delicioso, ¿de qué está hecho?

- No querrás saberlo. -Teo apareció en dos minutos. Venía caminando con paso agilizado, como si estuviera llegando tarde.

- Posiciones. -Milo y Mina se colocaron de espaldas. La coronilla de Mina quedaba a la altura de la última vértebra cervical del hada. Entrelazaron ambas manos y Mina volvió a cambiar. Su cabello, su piel, su cuerpo, su totalidad era ligeramente diferente, como adaptada a la nueva especie mística. -Suéltense... por los cristales mágicos...

Debido a que la energía era positiva y Mina mantenía la misma actitud, su aspecto se modificó celestialmente al pasar cinco minutos. Ya no era una simple chica, ahora se veía como una hermosa princesa de las hadas. Logró brillar y arder. Sentía un poder que le hervía en la sangre y, de repente, las manos se iluminaron como nunca antes había pasado. Un rayo caliente salió de ellas y golpeó una piedra tan fuertemente que esta se partió a la mitad.

Milo volteó y se dio cuenta de que estaba flotando.

- Por los cristales...

- Lo sé... ¡no rompas la conexión! -Teo miraba con incontrolable sorpresa hacia el cielo. Milo volvió a concentrarse en trasmitir su energía. 

- Teo, no... no puedo... -Mina se desmayó en el aire y Milo cayó de rodillas. Teo estaba atento y corrió para atajar a la natural que estuvo a punto de golpear contra el suelo de roca.

- Lo siento, Teo...

- Descuida... Mina está desmayada, de nuevo.

- Hay que cortar por ahora.

- Sí. 

- ¿Qué fue lo que pasó?

- Le diste tu energía, pero ella terminó por quitártela y al cortar la conexión, se agotó totalmente de ambos. Tú eres más fuerte, es claro, eres adulto y ella es solo un adolescente natural, las energías varían. -De repente, Mina comenzó a despertar y los vio a los dos sobre ella.

- Chicos... ¿Qué pasó?

- Solo tenemos conjeturas, nada ratificado. Pero la energía compartida fue total y al cortar la conexión, se cortó todo. Creo. Puedo decirlo casi con total seguridad. -Sonrieron

El ruido de cascos al trote se oyó a lo lejos. Un hidalgo apareció entre los árboles. Milo se puso de pie inmediatamente, tratando de juntar fuerzas de donde no tenía, y dio dos pasos delante de Mina para ocultarla.

- Quédate detrás, se presupone que no debes estar aquí. -El caballero iba montado en un caballo azul, vestido como un samurái, pero sin el gran yelmo de hierro. Tenía el cabello atado bien tirante y no portaba armas.

- No vale la pena que escondas a la asustada criatura detrás de ti, desde aquí puedo verla, niño.

- ¿A qué viene?

- Mensaje urgente de nuestras majestades -Dijo sacando un sobre de su armadura. Se bajó del animal, se acercó, extendió el brazo para dejarla en el suelo y regresó a su corcel. Desapareció por donde vino luego de una exagerada caravana.

Teo tomó la carta y la abrió desesperadamente. La leyó en voz alta.

"Fieles súbditosla natural debe ser entregada. A cambio, se borraran todos los archivos y pedidos de captura de los miembros activos de la rebelión. Se la dejará ir en paz una vez hallada la debilidad y se dará a sus amigos una libertad condicional extendida, sin persecución ni amenaza. Palabra final. El Colegiado".

- Bueno, son algo exagerados con las opciones que nos dan, ¿eh? -Milo rio por su comentario sarcástico. 

- Nos perseguirán de todas maneras y nos matarán por ir contra sus planes.

- Como lo han hecho siempre desde que buscan la debilidad. Estamos en mucha desventaja.

- Sí, pero ella no tiene la culpa, no podemos darla así como así para experimentación... a menos que... -Teo se rascó la mejilla buscando el próximo movimiento de su plan.

- ¿Sugieres que la entreguemos? Eso es ser muy mal amigo. No, Teo, no lo haré. Además, ella debe... ¿Dónde está? -No se habían dado cuenta, pero Mina había huido desde el inicio de la carta.

Había oído lo que necesitaba para tomar la decisión, aquello que la impulsaba a hacerlo.

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Corría sin freno, sin pensar y sin esperanza de sobrevivir. A pesar de que así lo aseguraba la carta, era obvio que no lo haría.

A los pies de la colina se veía el gran castillo en el que había sido apresada unas dos veces. "La tercera es la vencida", pensó, por eso no podía fallar.

- Todo estará bien. -Se dijo y corrió hacia el gigante de mármol.


 

(CONTINUARÁ)




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