Capítulo 20: Presentaciones Inusuales.
La mansión por fuera era divina, pero por dentro no había palabras para explicarlos, estaba lejos de ser modesta, era muy elegante, tanto que parecía que no podría encajar. Escucho como unos tacones apresurados se acercan y puedo ver a una mujer de la edad de mi madre o quizás un poco menor. Estaba muy bien arreglada, con el cabello en su lugar, maquillada y un vestido azul.
-Eres hermosa – es lo primero que dice y se acerca a abrazarme. – Lo siento tanto, por tanta demostración. – sonrió.
Intento sonreír un poco, pero mis nervios no me ayudaban. Aún sentía la mano de Alex en mi espalda y eso me hizo sentir más tranquila.
-Mi hijo ha hablado tanto de ti, que siento que te conozco de años. Muy pronto será tú cumpleaños, él me lo comentó.
-Mamá… -le llama la atención Alex.
-Siéntate como en casa. La habitación de Alex es muy espaciosa, espero que te sientas cómoda.
Volteo a mirar a Alex y él solo sonríe y alza los hombros.
-Arrivo?- escucho una voz gruesa.
-appena arrivato, amore.
Lo único que pude entender fue el “amore”. Tenía que aprender italiano con urgencia.
-Bella ragazza. – Un hombre mayor del tamaño de Lucas se acerca y me da un beso en cada mejilla. – Espero que el viaje no haya sido tan cansado.
Su español era bueno, pero se le notaba el acento italiano, de eso no había duda.
-Para nada, todo fue perfecto.
-Me alegra, a veces hay turbulencias en los vuelos que no dejan descansar tanto. ¿No tuviste ni un problema?
Niego y sonrío. Alex me abraza y se disculpa con sus padres diciendo que necesitaba descansar y que me mostraría la habitación que me quedaría.
-He preparado una habitación especial para ti – habla el padre de Lucas, pero su esposa chista en desaprobación de lo que ha dicho su esposo.
-Non fare il guastafeste, voglio i nipoti molto presto.
Noto como Alex se pone tan rojo de la vergüenza que estaba deseando tanto poder entender el italiano.
-Mis padres te adoran, te lo dije. – sonríe.
-Pensé que no les caería bien, no sé.
-No lo pienses tanto, además, solo debes de preocuparte por mí, no por ellos. Mercy yo te amo, no le des más vueltas.
Me da un beso en la nariz y sostiene mi mano; me dejo guiar por él por los extensos pasillos, pero antes habíamos subido unas escaleras, y pasado por un umbral hermoso, que no podía ni siquiera describir.
-Hay un detalle – comenta. – Dormirás en mi habitación.
-¿Contigo? – me adelanto y él sonríe.
-¿Ya quieres que durmamos juntos?
Mis mejillas se calientan que quería ser ñandú para ocultar mi vergüenza metiendo la cabeza debajo del suelo.
-Claro que no, eso quieres tú.
-Es cierto. – besa mi frente y golpeo su pecho. – Me quedaré a dormir en la habitación de visitas, no te preocupes.
-Estarás incomodo.
-No te preocupes por eso. – llegamos a una puerta y la abre. Definitivamente era súper grande y era prácticamente todo mi departamento.
-No puedo creer que esté en Italia, mirando la habitación donde has dormido tanto tiempo. Es magnifico.
Ingreso y me siento en la cama, era muy cómoda, camino por todo los lugares e ingreso al baño, tenía una tina, magnifico. Y mi tours lo termino en el balcón, tenía una hermosa vista.
-Es perfecto – hablo sin pensarlo.
-Tenerte entre mis brazos es perfecto. – siento como sus brazos me rodean y apoya su barbilla en mi cabeza. – No sabes cuanto imaginé estar así contigo. Te extrañé mucho.
-Yo también te extrañé, no sabes cuánto.
Volteo y rodeo su cintura con mis brazos y apoyo mi cabeza en su pecho.
-Te amo, principessa.
-También te amo. – cierro mis ojos y sonrío.
-¡Iugg, grossolano!
Me separo de inmediato al escuchar una voz infantil. Era una mini copia de Alex.
-Dirò alla mamma che hai portato le ragazze a casa.
Alex se carcajea y niega, pero yo me siento más perdida que huevo en ceviche.
-È la mia ragazza. – dice Alex y el niño entrecierra sus ojos.
-¿Mercy?
-Epa, soy famosa en Italia.
Mira a Alex confundido y él asiente.
-Addio.
Sale de la habitación y cierra la puerta con sumo cuidado.
-Él es Antoni, el menor de todos. Tiene 7, aunque no parece.
-Es una ternura. ¿Qué dije mal que se fue?
-Que esa ternura no te engañe. Se despidió y no dijiste nada malo, solo que se le dificulta un poco el español, recién lo está aprendiendo.
Se escuchan unos toques en la puerta y el solo dice una palabra en italiano e ingresa un señor con mi maleta. Se retira en silencio y cierra la puerta.
-Te hemos estado esperando a que llegaras para cenar. Es una bienvenida por parte de mis padres.
-¿Por qué no me dijiste antes? – me apresuro a abrir la maleta. - ¿Qué me pongo?
-No te preocupes por la ropa, báñate, ponte cómoda y bajas.
-¿Te vas? – me escandalizo.
-¿Quieres que te dé una mano en la ducha? – sonríe.
-No, no me refería a eso. – hago un puchero. – Espérame aquí, me bañaré rápido y me cambiaré dentro.
Asiente e ingreso rápido. Me doy la ducha más corta que me había dado en toda mi vida y me pongo lo más decente que encontré en mi maleta. Había visto a su madre estar tan pulcra y perfecta, al menos debería estar presentable. Me puse una falda larga color champagne y un crop top de tiras color blanco. El cabello me lo peiné y puse pasadores para que no se moviera y como dijo mi madre, una manita de gato con lo que correspondía en el maquillaje.
-Estás preciosa.
Se acerca y se agacha un poco para besarme. Me pongo de puntitas y poso mi mano en su mejilla y profundizo el beso, sube mi pierna a sus caderas y me sostengo con mi pierna que aún estaba extendida de puntitas. Paso mis manos por su cabello, baja sus besos por mi cuello y termina en mi clavícula. Apoya su frente en la mía y suspira.
-Nos haremos tarde para cenar y tú necesitas alimentarte principessa.