Sábado, 31 de octubre del 2015.
Los humanos tenemos un sexto sentido, no importa el género, la edad o las experiencias de la vida. Siempre tenemos esa pequeña voz dentro de nosotros, que nos advierte sobre las circunstancias por las que estamos pasando y estas circunstancias, lógicamente se dividen en dos. La primera es cuando las constelaciones y los mundos se alinean haciendo que nuestra decisión sea acertada, para luego darnos una buena racha, un momento de inspiración, una sonrisa y es en ese instante, cuando nos sentimos satisfechos con lo que hemos creado, esa voz nos dice «Si, lo has hecho bien.» mientras nos damos una palmadita imaginaria en la espalda. Por otro lado, tenemos las malas circunstancias, esas que pasan cuando los mundos dejan de alinearse y empiezan a chocar entre ellos mismos, para luego dejarnos con lágrimas, gritos y todo el drama necesario para darle el toque final al pastel.
Pero hay un solo detalle que los humanos ignoramos y es en ese momento, cuando las cosas pueden empeorar. No todos sabemos o mejor dicho, no todos tenemos ese don de poder comprender, escuchar o ver las señales de nuestro sexto sentido y cuando sentimos ese llamado, preferimos ignorarlo porque somos caprichosos y creemos tener siempre la razón. Aquí es donde entra Lexie Thorpe, una chica que está a tan solo un año de graduarse en leyes, sonriente, sarcástica y muy amable. Sin embargo, no todos somos perfectos y entre todas sus imperfecciones, se encuentra la omisión de su sexto sentido. Esa voz dentro de su cabeza con un físico muy exacto al de ella, la cual le dice que no debe enrollarse con ese chico porque hay algo que no le convence un cien por ciento, se encuentra atada de manos y pies, junto a una toalla dentro de su boca para que no siga asegurando que se encuentra totalmente perdida.
Una almohada fue estrellada contra mi cara, logrando que recordara donde me encontraba y cuál era mi misión de la noche. Girando mi rostro de un lado a otro, mientras llevaba mis manos hasta mi espalda en un tonto intento de acomodar las alas que se encontraban sobre esta, encontré a Lexie frente a un gran espejo moviendo de su trasero bajo una falsa con una cola negra de gato pegada en la parte trasera, la cual caía hasta el piso. Todo esto mientras pasaba un labial rojo pasión sobre sus labios delgados, para luego remover de estos y que el color se esparciera por todos los ángulos.
— Mira... — cerró del labial y bajó de este, colocándolo sobre el mueble blanco donde ordenaba todo su maquillaje. Posteriormente giró, quedando frente a mí — No quiero que comiences con lo típico. Me rehúso a escuchar esa charla que haces cada vez que vamos a salir y no es necesario que lo digas, sé que dentro de ti hay un gran discurso sobre "La voz dentro de tu mente, sabe que esto está mal" — suspiró acercándose a mí —. Hope, somos jóvenes y con esto, tenemos el derecho que cometer grandes estupideces, porque al final de la noche tenemos la excusa de que todo es una lección de vida — tomó los tacones negros que iban con su disfraz de gata y tiró de su cuerpo hasta caer sobre su cama, para luego volver a hablar —. Además, si no me equivoco, tú tampoco escuchas a esa pequeña voz dentro de ti. Si no fuera por una beca, tu relación con George hubiera llegado a más y si no fuera porque la madre de Jack consiguió un mejor trabajo en otro estado, tú nunca hubieras dejado de aparentar una relación que no existía.
— Tienes que olvidar eso, tengo un corazón demasiado bueno y una promesa que cumplir, no vale esa excusa. Otra cosa es que eso no significa que tenemos que ir a la fiesta de disfraces, la cual está organizando un hombre diez años mayor que nosotras, solo porque tú deseas coquetear con él y de paso, ver qué tan guapos están sus amigos — las alas que colgaban de mi espalda, se volvieron a desacomodar y mientras intentaba acomodar de estas, continué hablando —. Tienes razón, somos jóvenes y lo acepto, ¡apenas vamos a cumplir veintiuno! y sí, tenemos derecho de hacer estupideces, pero déjame decirte que hay jóvenes que abusan de ese privilegio y yo no pienso hacer eso, tengo una reputación que mantener.
— ¡No! — Lexie tomó de mis manos al mismo tiempo que dejaba caer su peso sobre las rodillas y fruncía el ceño — Por favor Hope, por primera vez no seas esa chica que es la mejor en clases, la chica correcta, la del buen corazón y la mala imitación de mi consciencia, esta vez deja que disfrutemos de nuestra juventud — ambas guardamos silencio al escuchar los pasos de su madre por el pasillo. Entonces volvió a hablar entre susurros —. ¿Por favor? Si la piensas demasiado antes de dar un maldito paso, entonces pasaremos en este momento el resto de nuestras vidas, amiga.
— Escúchame mujer, no creas que me has convencido con tu patético discurso sobre la vida amorosa que he tenido por accidente o lo muy bien que sonó esa frase en este momento — susurré al igual que ella, tomándola por el cabello —. Iremos a esa maldita fiesta porque Jean está esperándonos afuera, también iremos porque este disfraz es muy incómodo de poner y sobretodo porque quiero saber y comprobar de que estarás completamente a salvo.
Su cabellera negra se balanceo mientras su cabeza asentía y se acomodaba de pie, para tomar de mi brazo y entre besos a su madre, salir de su casa. Como era de esperarse, un auto en color café se encontraba frente a la casa de Lexie esperando por nosotras y afuera de este, colocando su espalda sobre la puerta del copiloto, se encontraba Jean Peters, el nuevo vecino de Lexie y nuevo integrante de nuestro pequeño grupo universitario, luego de un ligero accidente conmigo.