La vida no es fácil.
Nunca lo será.
Una frase que siempre me repiten mis padres –y que aún no le encuentro sentido- dice que no podríamos disfrutar y valorar los buenos momentos si no existieran los malos.
Cuando estamos felices la vida parece cambiar en un abrir y cerrar de ojos; en cambio, cuando estamos tristes cada momento se antoja tan largo como la edad del mismo universo.
Los momentos felices se viven, los tristes se piensan. Es por eso que la felicidad parece efímera y la tristeza eterna.