3
"Todos tomamos decisiones en la vida,
Somos nosotros mismos quienes tomamos
La determinación de seguir o no cuando creemos
Y luchamos, es ahí cuando triunfamos".
-En realidad no pensamos en eso.
-Sólo queremos un hijo, no tiene mucha importancia si es niño o niña –respondieron.
Su respuesta fue mejor de lo que esperaba. Ahora tenía más oportunidad que antes. Podría ser yo el elegido.
-¿Y buscan alguna edad en específico?
Soltaron una pequeña carcajada al mismo tiempo. No entendía que era tan gracioso.
-No, tampoco tenemos una edad definida.
Una pregunta más quería salir de mi interior pero parecía que se me hubiera atorado en la garganta. “¿Podría ser yo su hijo?” "¿Tenía la oportunidad de serlo?"
-¿Quieres que ellos sean tus padres, Tom? –me preguntó Leonardo con ternura.
Asentí rápidamente varias veces. Las palabras ya no salían de mi boca, nunca me había sentido así. Quería que ellos me eligieran a mí. Que me dejaran ser parte de su familia.
-¿Estás seguro de esto, pequeño Tom?
Christopher caminó hasta ponerse frente a mí y se puso de cuclillas. Sus ojos tan oscuros como el cielo nocturno escrutaban mi rostro con detenimiento.
-Sí… -dije apenas con un hilito de voz.
-Debes de entender que esto es un poco más difícil… no toda la gente lo entiende…. Y…
-Lo sé, lo sé. Muchos niños no entendieron cunado Leonardo nos dijo que dos hombres querían adoptar un hijo… ¡Pero yo si lo entiendo! De verdad, créame, si lo entiendo –repuse angustiado pensando en la probabilidad de ser rechazado.
-Tranquilo, te creo. Por eso estás aquí. Quieres irte con nosotros, ¿verdad?
Asentí enérgicamente otra vez. Se levantó y agitó mi cabello, a diferencia de las otras personas me gustó muchísimo que Chris lo hiciera.
*
Leonardo me explicó que los trámites para la adopción tardaría unos días, que él haría todo lo posible para que no tardara más de dos semanas. Accedí porque no me quedaba de otra pero estaba muy feliz porque ahora tenía una familia. Una hermosa familia formada por dos papás que me amarían y cuidarían.
De los más de trecientos niños que vivíamos en el internado, sólo tres habíamos acudido para ser adoptados por aquellos hombres. Aunque yo sólo había a fisgonear, me sentía afortunado por ser el elegido.
Estaba entre molesto y feliz por el poco interés que habían mostrado mis compañeros. Molesto porque no le dieron la oportunidad a Chris y Alex de poder ser papás, y feliz porque así tuve menos “competencia”.
*
Tuvieron que pasar dos largas semanas para que el tramite pudiera ser aceptado, y en realidad fue un periodo muy corto. Con otras parejas el proceso había durado meses, no, incluso años para que pudieran llevarse a un niño.
En esas dos semanas habían pasado cosas en las que no me gustaría entrar en detalles. Algunas veces fui molestado por compañeros por haber elegido a dos papás, argumentaron que era anormal una familia la que ellos formarían y yo les respondía gritándoles que era más anormal que sus padres los hubieran abandonado a su suerte en un internado.
“¿Crees que Dios quiere una familia formada por hombres?” me preguntaron una vez. Con una sonrisa e intentando no reírme les respondí “¿Tú sabes lo que quiere Dios? ¿A caso Él te ha hablado y te lo ha dicho? Si dices que Dios no está de acuerdo con esto, estoy seguro que tampoco está de acuerdo con los padres que abandonan a sus hijos y con las personas que juzgan a otras”. Debo admitir que me encantaba ver las caras de los demás en sus intentos por formular argumentos que pudieran derribar los míos… era obvio que no los tenían. Sus cerebros eran tan pequeños que me sorprendía que no olvidaran respirar.
Mi último día en el internado Leonardo me citó en su oficina.
-Hola, señor Leonardo –lo saludé al entrar.
-Hola, pequeño Tom –ya me había acostumbrado a que me dijera pequeño. Por más que protestaba lo seguía haciendo así que al final me resigné-. ¿Cómo estás?