Yo oí que...

8: Cerebro de Pájaro.

Core.

<<—Me gusta alguien.

—El que me cuentes tus cosas no va a hacer que te vea como mi hermano, Max.

A él no le importó mi comentario y se sentó en mi cama, yo pretendía que pintar era más divertido que escucharlo.

—Está bien, no tendremos un lazo de hermandad pero me conformo con uno de amistad.

—Sigue queriendo.

—Cómo te decía, me gusta alguien y no quiero decirle a nadie que pueda conocer a esa persona así que como estás aislada del mundo eres la indicada.

—Qué útil me salió el estar encerrada. >>

 

§

 

Estaba caminando por los pasillos de la escuela cuando alguien me jaló del brazo hacia el armario del conserje y yo le di un fuerte golpe en el estómago a ese alguien ya que no veía nada, si no lo hubiera golpeado en otra parte.

— ¡Auch!—gritó el desconocido, aunque por su grito pude reconocerlo fácilmente.

—Gritas como un bebé.

—Tú eres un bebé—dijo Max. Sus  insultos no son los más ingeniosos—. Necesito que me hagas un favor.

— ¿Dónde está el cuerpo? —bromeé.

— ¿Qué? Eso no, tonta. Necesito que le entregues esta nota a Sam—me extendió un papel pero no lo tomé.

— ¡Me llamaste tonta!—le di otro golpe en el hombro.

— ¿Vas a hacerlo o no?

—Está bien, pero me debes papitas después de esto—dije y salí de ahí. Genial, ahora tenía que encontrar a Sam.

Siempre me mandaba de mensajera con sus estúpidas notitas. Era romántico todo el asunto pero me daban ganas de vomitar esos dos cuando se ponían de cursis. Cuando Max me contó que le gustaba no tuve otra opción que hacer de confidente y prestarle atención y sobre todo aconsejarlo porque era una situación un poco complicada.

Esperé hasta que fuera el almuerzo para buscar a Sam y estaba solo en una mesa. Me acerqué.

—Hola Sam—le dije amablemente.

—Hola Core—me sonrió—. ¿Cómo estás?

—Podría estar mejor, pero esa es otra historia. Traigo algo para ti—dije sacando la nota de mi mochila.

—Muchas gracias—la leyó con una sonrisa y luego la guardó en su mochila.

Sam me cae muy bien, es un chico muy agradable y tranquilo. Desde que Max me lo presentó supe que era una buena persona para él y no me equivocaba. Llevan juntos al menos unos tres meses y aun así se nota que se quieren mucho.

Seguimos hablando de cualquier cosa y luego él se fue, supongo que para encontrar a Max. Se despidió de mí con un abrazo y aunque odio las muestras de afecto, me da ternura que él lo haga.

Estaba comiendo tranquilamente hasta que alguien vino a interrumpir mi burbuja de estabilidad emocional.

Hoy iba siendo un muy buen día, iba.

—Oí que me estás engañando con el chico que se acaba de ir. Vuelves a tus viejas costumbres.

—Tendríamos que ser algo para que te engañara, Alex.

¿El solo verme hablar con un chico significa que inmediatamente tengo algo con él? Qué estúpidos son para hacer rumores.

Estas últimas semanas los rumores de que Alex y yo estamos juntos se han intensificado y es que no me lo había topado tanto como para armar una pelea como las de siempre en la escuela, todos se justificaban con que nos manteníamos al margen para no llamar la atención.

¿Dónde creen que estoy? ¿En un drama de televisión?

No nos mantenemos al margen, simplemente no somos amigos como para tener que coincidir siempre. Y es estúpido que ya ni siquiera pueda tener un amigo como Sam porque inmediatamente soy la chica que quiere tener a todos los chicos en la palma de su mano.

Genial, ya se arruinó mi buen día.

—Pero eso no significa que puedas estar con varios.

¿Este cerebro de pájaro quería que le diera otra paliza?

No le dije nada, no quería enojarme. Y más que enojarme, me había dolido, porque seguramente todos deben de pensar lo mismo de mí.

Normalmente no me importaría, si quisiera estar de “fácil” con todos no sería su problema, ya que eso ni siquiera es un problema. Pero ahora sí me importa porque solo quiero dejar de ser el centro de sus tontos rumores.

—Callas porque sabes que digo la verdad—Alex volvió a hablar y yo me le quedé observando.

¿Valía la pena pelear con estúpidos? No.

—Vete a molestar a alguien más—recogí mis cosas y me fui.

Mi ánimo no estaba para defenderme y ya no quería meterme en más problemas. Ya me imaginaba las historias de “Terpsícore y Alexander pelearon porque ella le fue infiel” o cosas por el estilo.

Después de un largo día escolar llegue a mi casa y Luke estaba a fuera de la casa de Alex. Me saludó de lejos y decidí acercarme. No sé porque pero sentía la necesidad de aclararle lo de Alex, de seguro todos los tontos chismes habían ya llegado hasta él.



#366 en Joven Adulto
#1934 en Otros
#525 en Humor

En el texto hay: novelajuvenil, romanceadolescente, enemigos

Editado: 22.12.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.