Yo Sin Ti... ©

Capitulo 9

Me he olvidado de respirar por culpa de sus ojos. Como en los viejos tiempos, nuestras miradas se petrifican uno en el otro.

 

- Melissa Davis... Tantos años sin vernos.- me dice y ensancho los ojos.

 

- William Jones,- hablo aún sorprendida- pensé que no volverías... Y aquí estás.

 

- Soy un fantasma, ¿No?- se ríe.

 

No muestro emoción alguna, todavía no puedo creer que haya tardado en acercarse a verme. Es una guerra de miradas, en la que termino perdiendo, desviando la vista hacia abajo. Deja de sonreír, con su dedo índice levanta mi cabeza para que mis ojos sean dirigidos solo a él. Da un paso a mí cerrando sus ojos, uniendo su frente a la mía. Su respiración acelerada, me pone nerviosa a lo que hago lo mismo, respirando el mismo aire. Cierro los ojos sin importarme que haya estudiantes alrededor nuestro.

 

Me ha llevado mucho tiempo obligándome a pensar que él no aparecería más en mi vida, pero todo fue en vano. Se encuentra delante de mí, tal vez cumpliendo la vieja promesa que jamás imaginé que lo cumpliría, aunque no sé si aún lo recuerde.

 

Sin despegar nuestras frentes, abro mis ojos mirando los suyos. Puedo notar que caen lágrimas sobre sus mejillas, sus ojos todavía cerrados y sonrío. Abre los suyos pasando su dedo pulgar sobre mis mejillas, no había notado que me encuentro en igual situación. Me río negando con la cabeza, saco un pañuelo de mi bolso y se lo paso sobre sus mejillas.

 

Bajo la mirada ubicando mis manos sobre su cintura, la distancia que nos separa desaparece. Me acerco a él para abrazarlo, ubico mi cabeza sobre su pecho, embriagándome de su aroma.

 

Lo eché mucho de menos, sus tactos siempre me erizaban la piel. Esa electricidad que solía recorrer por todo el cuerpo, ha vuelto a sacudirme con solo devolverme el abrazo. Pasa un brazo por mi nuca, posando su mano en mi cabello y el que está libre lo pasa por la parte baja de mi espalda.

 

Quedamos así durante un buen rato, sin importar que seamos la atracción del lugar. Me suelto del abrazo, alejándome unos pasos, mirándolo sin descaro de arriba a abajo. Ya no es el mismo chico con estilo clásico de la preparatoria, sino el que las mujeres suspiran solo con verlo. Tenía que ver cada estudiante que pasaba de lado nuestro mirándolo sin disimulo, sintiendo una punzada en el pecho, odiaría pensar que sean celos, pero no le tomo importancia. Sigo sin creer que sea el mismo chico que una vez le gusté.

 

- No te ves nada mal.- le digo levantando las cejas sonriéndole.

 

- Y tú eres lo más hermoso que he visto en mi vida.- me contesta mirándome a los ojos.

 

Mi corazón reacciona de la misma manera que lo hacía hace siete años. Ni hablar de las mariposas en el estómago, pensé que era solo cosas de adolescentes, pero no lo es.

 

Se acerca de nuevo hacia mí con su gran sonrisa y mi respiración se acelera. No sé porqué, pero noto que está más alto desde la última vez que lo he visto, como si eso fuese posible. Creo estoy mentalmente peor que cuando me desperté.

 

Me abraza, lo que le respondo de la misma manera. Por un momento parece que sus fuertes brazos podrían quebrarme, pero me trata como si fuera de porcelana. De igual forma que nos despedimos, nos reencontrábamos. No quería separarme de él y por lo que siento, él tampoco de mí. Estuvimos así por un largo tiempo, hasta que alguien carraspea a mi espalda. Lo raro es que William no lo ha notado, seguro tenía los ojos cerrados.

 

- ¡Caroline!- dice mientras se suelta del abrazo- Nos has cambiado nada...- la saluda con un beso en la mejilla y luego un abrazo- Sigues igual de fea.- nos reímos.

 

William le dijo una vez que era fea y lloró en casi todo el recorrido a casa; en ese entonces ella tenía once años. Le tuve que explicar que era una broma. Esa broma terminó hasta que se fue.

 

- Los años pasan, pero lo que me has dicho no te la he perdonado.- le contesta señalando el dedo en su pecho con una sonrisa- ¿Nos vamos a casa?- pregunta dirigiéndose a mí.

 

- No, mamá me avisó que hay que buscar al enano a la preparatoria.- le digo.

 

- ¿El enano?- pregunta William- Nosotros vamos a buscarlo y tú vas a casa.- nos sonríe- Y tú vienes conmigo.- dice pasando su brazo por mis hombros.

 

Me empuja lejos de Caroline. La miro pidiéndole ayuda, ella se encoje de hombros y me sonríe mientras se dirige a su coche. William y yo seguimos por un camino más retirado del campus. A lo lejos veo un solitario coche oscuro, y voy empujada hasta allí. Cuando estamos cerca del mismo, no lo puedo creer lo que hay frente de mí. Es un Audi R8, ¡Audi R8!

 

- Pero, ¿Cómo...? ¿Este coche es...?- quedo estupefacta ante semejante juguete.

 

- Es un Audi R8, es mi segunda reliquia.- me dice con una sonrisa mirando el coche.

 

Cuando nuestras miradas se encuentran, la sonrisa desaparece de su rostro.



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Editado: 09.04.2018

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