La vida te puede arrebatar lo que tanto aprecias, sea el peluche con el que has crecido, o algún amigo en la que sin darte cuenta fue importante en tu vida. Sin David y Jaqueline, mi vida sería un infierno si ellos no están a mi lado. Sin William ha sido como caer al abismo sin fondo.
Pero su vuelta, ha hecho que mi alma se ilumine sólo con su presencia. Mi mundo gira entorno a él, solo en él. Mi corazón y mi mente están allí, todo este tiempo tratando de sacármelo de lo más recóndito rincón de mi corazón, haciendo que mi trabajo vaya por la borda.
Pasaron dos semanas desde nuestro reencuentro y no se ha alejado de mí. Pasamos estas semanas en mi casa, en salidas al cine, salidas de amigos con Jaqueline y David, fueron días entretenidos.
En los últimos tres días me la he pasado encerrada en mi habitación, estudiando para los parciales que se aproximan y con ellos los nervios de querer pasarlos como sea. Quiero terminar con toda la presión, llevo esperando todo este tiempo para llegar a este momento. Llega el momento de tener el tan ansiado título en mis manos.
Estamos a mitad de semana, ya llevo rendidos cuatro exámenes y faltan dos para finalizar. Quiero que esta semana se termine cuanto antes.
Cuando salgo del campus, William me está esperando con una sonrisa en su rostro y le devuelvo de igual manera. Se encuentra vestido con un pantalón y campera deportiva, remera con el nombre LA Clippers y zapatillas deportivas. Me acerco hacia él, recibiéndome con un abrazo.
- Hola princesa.- me saluda ensanchando sus ojos.
- Hola Will.- le contesto.
- Pensé que me llamarías príncipe azul.- dice decepcionado.
- No aquí ni ahora, hay pescadores a la vista y no quiero chicas preguntándome como te pude cazar.- nos reímos.
Miramos a nuestro alrededor disimulados, y efectivamente hay chicas que no le quitan la mirada a William, suspirando por cada movimiento.
- Menos mal que no eres celosa, de caso contrario las estarías espantando con la mirada.- lo miro frunciendo el ceño- Debo admitir que tu mirada es un poco intimidante.- me contesta a mi pregunta no formulada.
Toma mi mano, llevándome hacia su coche. Una vez dentro, con sus dos manos toma mis mejillas y me besa.
- No sabes cuanto ansiaba besarte...- dice con la voz entrecortada respirando agitadamente, volviéndome a besar.
- Yo igual. Te necesitaba a mi lado en los parciales, esto me tiene de los nervios.- le contesto cuando separamos nuestros labios, queriendo regularizar mi respiración- Oh, por cierto me olvidaba,- me mira- hola mi príncipe azul.
Sonríe ante mi saludo y me besa de nuevo... Nunca me cansaré de sus besos, son adictivos.
Nos dirigimos a buscar a Benjamin como en las últimas semanas. Él siempre encantado de que William pase el tiempo en casa.
William me ha dado espacio para mis estudios, mientras mata su tiempo jugando a la X-Box o jugando básquet con mi hermano. Mi padre ha hecho una cancha en el patio trasero de casa para que Benjamin practique aquí. El año pasado entró al equipo y no le ha ido nada mal.
Mi forma de estudio les va a parecer raro, pero si no escucho música clásica, no memorizo. Sólo puedo escuchar Las Cuatro Estaciones o La Stravaganza de Antonio Vivaldi, de caso contrario lo estudiado no entra en mi mente... Lo sé, si quieren me pueden llamar loca.
Cuando éramos adolescentes, William me asustó al entrar a mi habitación una vez, estaba tan concentrada que al tocarme el hombro hizo que saltara del asiento. Él se sorprendió al escuchar este tipo de melodía al que nunca en su vida había escuchado.
En fin, este sistema siempre ha funcionado, no solo a mi, Caroline suele escuchar La Pasión Según San Mateo de Bach y Benjamin, Requiem de Mozart. Mi padre es un gran aficionado de ésta música, pero mis hermanos y yo no queríamos escuchar ya que nos parecía demasiado aburrido y nos hacía dormir. Al paso de los años, nos dimos cuenta que es muy relajante y nos concentra en los que estemos haciendo.
Mi cabeza ya no da más de estudio, en cualquier momento explota. Así que decido descansar un rato y salir de la habitación, en verdad parece un calabozo. Cuando piso el último escalón, escucho voces de los chicos que provienen del patio. Doy unos pasos hacia allí, hasta que la vista se me nubla ubicándome en el medio de la cocina y mi corazón se acelera del susto de que William o algún amigo de Benjamin se den cuenta.
- ¿Melissa?- es la voz de William, lo noto asustado.
Ya me encuentro sentada en unos de los bancos que están sobre la mesada y tengo los ojos cerrados.
- Will...- abro los ojos, para mi suerte veo con normalidad y lo veo enfrente de mí.
- ¡Me asustaste!- dice tomándome por las mejillas.- Estás pálida ¿Qué te pasa?
No estamos en plena confianza para confesarle mi enfermedad. Dile algo, por dios miente dice mi subconsciente.
- Se me nubló la vista de esforzar mucho la vista, nada de que preocuparse.- le contesto forzando una sonrisa.
Mira para los lados y deja un pequeño beso sobre mis labios. Me mira a los ojos para ver algún rastro de mentira, pero asiente poco convencido y el silencio nos envuelve.
- Vamos afuera, necesitas respirar un poco de aire fresco.- mira mis labios y suspira- Benjamin invitó al equipo y están jugando contra Mike y yo.- rompe el silencio.