El tiempo ha pasado rápido y me llevé dos sorpresas: primero, los dirigentes de Blazers se comunicaron conmigo para que me acerque a sus oficinas para que fuera a hablar con ellos y segundo, mi padre quiere que empiece a trabajar en la empresa. El día parece ser interminable... Y eso es exactamente hoy.
Me encuentro en la casa de mis padres con William, los suyos salieron antes de que amaneciera a una reunión de trabajo. Mi madre, como siempre contenta de tenernos en casa, le ha tomado demasiado cariño, al igual que mis hermanos. A mi lado se encuentra Cameron, que comenzará con el traslado de su empresa a la ciudad con la ayuda de Josh. Cameron todavía no trata con confianza a William, como si lo hace Josh, lo que al mismo William lo sorprendió.
- Solo espero de tí las entradas para ver los partidos, de caso contrario no esperes de mí un buen trato.- dice Cameron y pongo los ojos en blanco, mientras oigo risas de fondo.
- Eso es lo más... Es lo mas raro que me han pedido.- William me sonríe- Me han agarrado desprevenido amenazando de que si lastimaba a Melissa, me iban a hacer la vida imposible...
- Y yo que pensaba que no aceptarías enseguida.- frunzo el ceño fingiendo enojo- Me sorprende de tí, Cameron. De haber sabido eso antes, traía más novios que tus chicas polvos.
Miro a William viendo su tensa mandíbula, su mirada es tan fría, que al cruzarse con la mía, recorre una sensación desconocida por todo el cuerpo que me eriza la piel. Le sonrío guiñando un ojo, su expresión cambia y me acerco a su oído.
- No me mires así, sabes que siempre tengo ojos solo para tí... Y todavía se maravillan de lo que ven.- su hombro se tensa, mordiendo el lóbulo de su oreja.
- No me tientes de hacerte el amor aquí y delante de tu familia.- se ubica a mi espalda, rodeándome con sus fuertes brazos.
- No serías capaz...- intento no poner los ojos en blanco de nuevo.
Mi familia está entretenida en su charla que no tienen idea de lo que pasa a su alrededor. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que sobresalto al sentir a William dejando camino de besos sobre mi nuca y trato de no soltar un gemido. Me lo hace aún más difícil al sentir su erección en mi trasero. Cierro los ojos perdiéndome en sus movimientos, trago saliva al no soportar un segundo más sin sentir sus labios sobre los míos.
- Nos tenemos que ir.- le digo en voz baja- Tenemos que estar a primera hora en Portland.- William me mira con el ceño fruncido- Es el primer día y no te quiero dejar mal ante tus colegas.- estaba por hablar pero no lo dejo- Se nos hace tarde, si no quieres recibir reproches.- sus ojos se oscurecen al saber lo que quiero decir.
Miro el reloj, son las 8:15 am y tenemos que estar para las 11 am. Sus besos me dejaron tan excitada y no lo voy a besar delante de mis celosos primos. Saludamos a todos y lo empujo hacia afuera de la casa. El calor ya se siente desde temprano, no me quiero imaginar lo que será a media mañana. Ya arriba del vehículo, William se tira encima de mí, literalmente, y freno su invasión con un dedo sobre sus labios.
- No debiste hacer lo que hiciste, ahora te acomodaras en tu lugar y nos iremos de aquí.- lo empujo al asiento de conductor.
- Pero Mel...- dice desconcertado.
- Tendrás que esperar hasta que lleguemos al aeropuerto, o al menos estar lejos de aquí.- su mirada lujuriosa me derrite.
- Lo que usted desee, mi reina.- dice con una sonrisa- Para serte sincero, no creo que llegue hasta el aeropuerto.- miro su parte baja, es muy notorio a lo que se refiere.
- Mejor vàmonos antes de hacerlo aquí y nos vean en una situación incomoda.- nos reímos y pone en marcha su R8, saliendo del parking.
Durante el trayecto estamos en silencio, mirándonos de reojo con deseo, sintiendo el ambiente tenso del buen sentido. A unos metros antes de la entrada del estacionamiento del aeropuerto, William desvía el camino del coche a un costado de la carretera, escondido entre unos árboles que rodean el lugar. Una vez que aparca, se abalanza a mí, uniendo sus labios a los míos sin oponerme.
Rodeándome en la parte baja de mi espalda con uno de sus brazos, me pega a su pecho sintiendo su acelerado corazón y como si no pesara nada, me lleva a los asientos traseros. De un abrir y cerrar de ojos, estábamos desvestidos uniendo nuestros cuerpos, demostrando los sentimientos que nos tenemos en este acto de amor. Me derrito bajo su tacto, perdiéndome en sus besos, sus caricias y sus te amo que me susurra mientras entra en mí.
Media hora más tarde, nos vestimos de mala gana pero con una sonrisa. Nunca dejaría de saciarme de él y mucho menos sentir esa sensación de tenerlo a mi lado. Solo William hace que mi vida sea como si viviera en un cuento de hadas... Muy cursi, pero así me hace sentir.
Me encuentro en la puerta de la sala de reunión, en la que ya había estado anteriormente con William. Esta vez no hizo falta que me guiaran al lugar... Cuando ya te acuerdas el camino, es fácil llegar hasta allí. Suspiro contando hasta tres controlando mis nervios y golpeo dos veces la puerta esperando la respuesta del otro lado.