Han pasado dos días desde que se ha jugado el primer partido de Blazers en Moda Center. Desde ese entonces todo ha sido alegría en Portland, la cálida bienvenida que le dieron a William, lo ha fortalecido de alguna manera. Su felicidad llega al punto máximo que se ha trasmitido hasta el día de hoy. Me pone contenta verlo así, no me gusta la idea de que se retire solo por querer estar conmigo. Es verdad cuando dicen que por amor haces lo que sea, dejar de lado los sacrificios por la que has luchado por tanto tiempo, pero si esa persona quiere que seas feliz, tienes que hacer lo mismo para ella o él.
En el transcurso de esos días he estado trabajando en Seattle, he estado tan ocupada con tantas tareas que apenas pude ver a mi padre en la empresa... Ni siquiera tiempo para ver a mi madre, mis hermanos y mis primos. William me buscaba al lugar después de volver de Portland e íbamos a su casa.
Cenaba con su familia hablando del día, yo apenas podía hablar del cansancio que tenía encima. Ally me decía que fuera a la cama, ella se encargaría de lavar los utensillos. Me despedía de mis suegros, caminando hacia nuestra habitación, pero ni fuerza de levantar mis piernas para escalar me quedaba. William me llevaba en estilo nupcial, con una sonrisa en sus labios.
Hoy me toca trabajar en Portland y mi cuerpo ya no da más del cansancio, tanto mental como físico... Doy gracias a que hoy es viernes para descansar mañana, ya que William juega el domingo y tenemos que viajar a Denver. La semana paso tan rápido, las horas en la que trabajaba liquidando los sueldos me rompía el cerebro en pedazos... Son demasiados para dos días.
Miro el reloj que hace un tiempo puse a mi lado para ver la hora más de cerca. Son las 6 am. El cuerpo de William está encima del mío... Su brazo rodeándome el pecho, sus piernas enredadas con las mías y su cabeza en mi hombro. El calor que emana de él, me deja sin aire y ese cosquilleo que recorre dentro, me hace reír como si en verdad lo hiciera el propio William. Por más frío que haga ahora, es difícil sentirlo al estar debajo de él.
Como puedo me doy vuelta para quedar cara a cara. Mis dedos recorren su mejilla, su frente y detiene su camino en sus labios. Nunca miré la perfección de su rostro, no digo que lo vea ahora ya que todavía es de noche, pero siento cada punto de ellos. Siempre lo he querido mirar como amigo, mi corazón diciéndome que quería algo más pero no quise admitirlo.
- Will...- susurro en su oído y beso su nariz- Cariño, tenemos que ir a Portland.- beso sus labios y cuando me doy cuenta, está encima mío.
- Buen día, mi princesa.- oigo seguido de sus labios unidos a mis labios y la iluminación que acapara todo el lugar.
- Buen día, mi príncipe. ¿Cómo has dormido?- le pregunto acariciando su musculoso pecho y se tensan ante el tacto.
- A tu lado, no puede ser mejor.- besa mi frente y se ubica a mi lado.
Me levanto de la cama, buscando la vestimenta para el día de hoy, junto a la toalla. Entro al baño, pero no soy la única. Escucho unos pasos firmes que viene detrás de mí, tomándome de la cintura y besa mi hombro, sintiendo esa electricidad recorrer todo mi cuerpo. Cierro los ojos ante esa sensación agradable que solo él me hace sentir.
- Tenemos que ducharnos... Se nos hará tarde.- dice ubicándose frente a mí levantando una ceja sonriente.
- A sus órdenes mi caballero de armaduras.- me desvisto lo más rápido delante de él, sin desviar mí vista de sus oscuros ojos.
Su respiración se acelera con cada movimiento que hago. Abre la boca al quitarme la última prenda que sujeta a mi cuerpo y entro al agua templada. William tan solo tenía su bóxer, se lo quita y se ubica enfrente de mí colocando shampoo en mi cabello.
Son las 10 am de una mañana fría. Ya es época de otoño y las lluvias que tan acostumbrados nos tienen, llegaron para quedarse entre nosotros. El frío ya se siente en las primeras horas del día. Nos encontramos en los edificios comerciales de Blazers.
William decidió comprar otro coche para nuestros viajes de Seattle a Portland, se complicaría viajar en avión, así que los viajes conmigo serían en este vehículo y nadie reconocería su conocido R8 oscuro. Para la suerte mía, decidió comprar el mismo modelo pero en color claro, solo porque me gusta el estilo de éste.
Cuando me dijo de adquirirlo, iba a ser para mí y me negué rotundamente diciendo que en mi vida voy a pisar un acelerador. Todavía no me animo a decirle mi gran secreto y decida alejarse de mí. Así que solo trato de crear mentiras sutiles, que sean creíbles ante sus ojos.
Suspiro mirando a William que me sonríe devolviendo con su mirada profunda que me quita el aliento. Con mis manos apoyo en sus hombros, me acerco hasta él dejando un beso en su mejilla y le muestro mi mejor sonrisa. Esa mirada me desarma en todos los sentidos, en este caso me dejo sin habla. Cuando quiero abrir la puerta para dirigirme a mi lugar de trabajo, una de sus manos se sujeta a mi antebrazo, guiándome a su cuerpo, mientras que la otra está en mi nuca, llevando mi rostro al suyo y unir nuestros labios.