Yo Sin Ti... ©

Capitulo 32

Ayer por la noche, Jane y Thomas han regresado a Portland. Mañana tenemos que levantarnos temprano, viajaremos a Minnesota por nuestros propios medios, luego William se concentrara con el equipo y nos ahorraremos unos cuantos minutos entre el aterrizaje y luego el vuelo de vuelta hacia dicha ciudad. Ahora que lo pienso, viajando solos podemos hacer lo que sea sin que nadie nos vea, cosas que no me arrepienta o me avergüence delante de los hombres que estuviesen a bordo. Esa vez que lo hemos hecho a escondidas de mis amigos, fue tan placentero como prohibido e incómodo. El viaje llevará unas tres o cuatro horas en la que disfrutaré al máximo estando los dos solos.

 

- Últimamente lo haces demasiado pero, ¿En qué piensas?- giro mi cabeza en dirección a William que sonríe.

 

Nos encontramos en el vehículo en camino al aeropuerto, siendo las 4.40 am y la hora pautada para estar en Minnesota es para las 9 am... No se si llegaremos para ese horario. Mientras conduce en la noche fría de Seattle, yo pienso en lo que nos podemos entretener mientras viajamos... Esto no es digno de una mujer, pero soñar es gratis, ¿No?

 

- En el porqué no viajamos con el equipo y los demás hombres.- le miento- No haces más que romper las reglas... Eres más rebelde de lo que recuerdo.- frunce el ceño y me río en su cara, por lo que se une a mí.

 

- No he sido rebelde...

 

- Los comentarios que he escuchado cuando te conocí no decían lo mismo,- lo interrumpo- y mucho menos cuando nos conocimos.- sonrió.

 

- ¡Eso no es cierto!- se queja.

 

- Tienes razón, solo es una broma.- beso su mejilla y su respiración se acelera- Estamos en medio de la nada y aún está de noche... Tendrás que abstenerte hasta que estemos en el avión.- digo sin controlar mis pensamientos.

 

- Eso lo dudo mucho, pero tienes razón... Por aire podremos hacer de todo.- esas frases tienen doble sentido, lo compruebo al mirarlo y mueve sus cejas sonriente volviendo su mirada a la carretera.

 

- No lo puedo creer en lo que nos hemos convertido...- niego con la cabeza riendo- Si mi madre me escuchara, me miraría con mala cara.- me río aún más.

 

- Sí... Quien diría que la señorita aplicada hablaría palabras fuera de tono.- dice fingiendo asombro mientras llegamos a la entrada del aeropuerto.

 

- La culpa la tienes tú. Llegaste a mi vida por segunda vez, de la nada has cambiado mi mundo y despertaste mi corazón...- me mira con esa sonrisa que demuestra sus sentimientos- No me mires así, sabes a que lleva a una persona cuando está enamorada.

 

- ¿Ah, si? ¿A qué te lleva?- toma mi mano y lo besa.

 

Estaciona el R8, sale corriendo y cierra la puerta detrás de él. Llega a la puerta del lado del copiloto, abre la puerta, dándome paso para que baje. Tomo mis pocas pertenencias y salgo del vehículo. Oigo el golpe de la puerta que se cierra seguido de su gran mano sobre mi brazo y me empuja acorralándome en el coche. Me levanta una ceja en la espera de algo que no llego a comprender, hasta que se me cruza por la mente el tema que no hemos terminado de hablar.

 

- El amor te lleva a decir cosas que nunca imaginaste decir.- mis manos viajan a su pecho, sintiendo su acelerado corazón- ¿Tienes algunas palabras o frases que pensabas que nunca saldría de tus labios?- lo miro a los ojos.

 

- Más de lo que te puedas imaginar, una de ellas es te amo... Pensé que al regresar a la ciudad, tú no sentirías ningún sentimiento hacia mí.- desvía su mirada.

 

- Debiste tener tus dudas desde que te fuiste.- vuelve sus ojos a los míos y se ven tristes- No me diste tiempo suficiente para procesar tus palabras, cuando no estabas frente a mí, empecé a llorar por no responderte como debía hacerlo... Ese era el momento justo y no lo hice.- acaricio sus mejillas al ver que caen lágrimas- Diría que desde siempre he sentido algo más que amistad entre nosotros. Como la niña inocente que conociste, no tenía conocimiento de lo que sentía hasta que tu partida oscureció en lo más profundo de mi alma.

 

- Me dolió mucho tu ausencia, ¿Sabes? Pero la distancia fue por un solo propósito: quería ser algo en tu vida y aquí estoy,- me acerco más a él pegando mi cuerpo al suyo y me rodea con sus brazos en un fundido abrazo- Tú sabes que me ha costado adaptarme a un mundo sin tí, al igual que tomar tu prenda favorita sin tu consentimiento.- siento su mentón sobre mi cabeza y suspira- Fue lo único que me unió a tí en la distancia, como si existiera esa conexión que se ven en las películas románticas...- sus palabras se pierden en un cómodo silencio.

 

- Mejor vamos a King Will, aún estando abrazada a tí, me estoy muriendo de frío.- me río.

 

Se separa de mí en busca de nuestro equipaje al baúl del vehículo, por lo que el escalofrío recorre todo mi cuerpo por su ausencia. Una vez que están en nuestras manos, nos dirigimos hacia su avión, recorriendo el camino más que conocido mientras las primeras gotas caen por el asfalto. El aire polar golpea mi rostro, haciendo que la sangre se congele en gran parte de mi cuerpo. El brazo de William que rodea mi cintura, ya la familiarizada electricidad que me eriza la piel y ahora el calor invade en mi sistema. Caminamos durante cinco minutos hasta llegar al lugar, allí esperándonos un sonriente Richard que tiene un vaso de color claro, lo que se supone que estará tomando café.



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Editado: 09.04.2018

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