Yo Sin Ti... ©

Capitulo 35

Los días han sido uno peor que otro... William duerme conmigo sin hablarme, solo se acuesta rodeándome con sus brazos como si nada hubiese pasado y eso me duele. Entra a la casa como en los viejos tiempos, en la ventana donde actualmente me hospedo. Tenerlo cerca y a la vez lejos, es algo que no puedo soportar. Si me pongo en su lugar, entiendo que se siente traicionado por no decirle algo tan importante como lo es mi enfermedad. Si él se pusiera en mi lugar, seguro que no encontraría el momento adecuado para contármelo... En este momento yo me siento así. Solo lo sienten las personas que pasan por esto.

 

Han pasado dos días desde que le dije mi enfermedad. Esa noche comenzó otro cambio en mi vida, ya no es la misma desde entonces... Ni siquiera pasé esto cuando se fue a San Francisco. Obvio, era otro tiempo. Nunca pensé en oponerme a sus sueños, en el que algún día nos volveríamos a ver, pero ahora es diferente y con el riesgo de que no me vea de la misma manera. Solo quiero que pase el tiempo para que vuelva todo a la normalidad... Sé que no será como antes, pero quiero estar a su lado como lo he estado en los últimos meses. Solo quiero que después de tanta tortura psicológica, ser feliz en algún momento de mi vida. En definitiva, estoy en una encrucijada de lo que depende mi destino.

 

Me encuentro a unos kilómetros de altura en camino a Portland, llevando más de diez minutos de viaje. Estamos ubicados en los asientos de siempre, creo que es solo por costumbre. Ninguno nos dirigimos la palabra, ni siquiera nos miramos... Estamos en dos mundos diferentes. Extraño esos tiempos en los que pasábamos los dos en nuestra burbuja, olvidado de lo que nos rodeaba... Solo han pasado un par de días, pero cuando una persona se acostumbra a ser protegida y ser amada, sientes que nada te puede faltar. Él está con los ojos pegados en su laptop y yo escucho música electrónica para que levante un poco mi ánimo. Mi teléfono su escucha David Guetta en forma aleatoria y en este momento escucho One Love... Mientras sea extendida, mejor.

 

 

Llegando al piso de contabilidad, me encuentro a un sonriente Thomas que se acerca hacia mí a abrazarme y me levanta por el aire como si fuera una pluma, sosteniendo mis lentes para que no vuelen lejos de mis ojos. De alguna manera me trasmite esa alegría riéndome junto a él. Una vez que mis zapatos suenan con sus estallidos en el suelo, caminamos hacia nuestros escritorios.

 

- ¿Se puede saber el motivo de tanta felicidad?- le pregunto rodeando mi brazo por la parte media de su espalda.

 

- ¡Me casaré!- me contesta emocionado- Se lo propuse a Jane anoche y me dijo que sí.- se ríe.

 

- ¡Felicitaciones Thomas!- dejo de caminar y lo abrazo- Me alegro mucho por ustedes.- lo último le digo en voz baja.

 

- ¿Estás bien? Tu voz suena triste...- se aleja y frunce el ceño.

 

- Estos dos días que pasaron han sido muy malos.- cierro los ojos, sintiendo que las lágrimas quieren salir, pero se los niego- Necesito hablar con tu hermano, ¿Me acompañas?- él asiente y caminamos hacia su oficina.

 

Cuando estamos frente a la puerta, golpeo dos veces hasta que se escucha su voz dando la orden de entrada. Debo decirles la enfermedad, saber que harán al respecto y como lo pueden llegar a tomar la noticia que les daré, aunque se que me mirarán con lástima. Pero el problema va a ser de quien está a cargo de la tesorería. Thomas me hace seña para que entre, por lo que abro la puerta y entro seguido de él. Cuando ubicamos delante de Dylan, nos saluda con el ceño fruncido a su hermano y tomo la iniciativa en hablar.

 

- Quisiera hablar contigo... Con ustedes, es algo personal y creo que lo deberían saber.- hablo y él asiente.

 

- Toma asiento. Pero, ¿A qué viene mi hermano con todo esto?- pregunta y abre los ojos.

 

- Sé que es tu hermano, no hizo mucha falta deducirlo, no tienen casi nada que los delate, pero tiene la misma mirada.- le contesto tratando de no tomarle importancia, tengo cosas más importantes en que ocuparme.

 

Me hacen señas para que me siente y, vaya casualidad, hacen el mismo gesto los dos al mismo tiempo. Hago lo que me piden seguido de mi amigo, sintiendo sus miradas sobre mí y me siento aún más nerviosa de lo que estoy. Suspiro antes de empezar a hablar, pero Dylan me interrumpe.

 

- No me has contestado, ¿Qué hace Thomas aquí?- interrumpe el incómodo silencio.

 

- Quiero que él sepa también lo que hable contigo.- lo miro sin emoción, devolviendome de igual manera y desvío la mía a un punto perdido- Creo que deberían saber algo del que no les he mencionado...- miro al mayor, seguido del menor- Yo... Estoy enferma.- digo cerrando de nuevo los ojos, no quiero ver sus rostros.

 

- ¿Para que has venido? Vete a casa y toma reposo.- la respuesta de Thomas me hace reír sin ganas y su mano sobre mi hombro me hizo saltar del lugar.

 

- No es eso, Thomas.- abro los ojos y lo miro- Tengo una enfermedad desde que nací.- abre la boca negando con la cabeza.

 

- ¿Cómo...? ¿Por qué nunca nos has dicho? Sé que nos conocemos hace poco tiempo, ¿Acaso no confías...?- se aleja de mí, parece aturdido.



#45599 en Novela romántica
#7302 en Chick lit

En el texto hay:

Editado: 09.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.