Cuando todo comenzó:
Recuerdo que hubo un tiempo donde en mi ciudad se escuchaba muy seguido un rumor que decía que los Bavieras habían llegado a Italia nuevamente, para tocar a las puertas y hacerle preguntas a las familias para que al final cada familia elegiría a un miembro para que fuera a su territorio. Yo no creía en esto hasta que tocaron a la puerta de mi casa un día.
…
Yo recuerdo que estaba en el sillón de la sala leyendo un libro y a lado mio estaba mi madre, y de repente suena el timbre, me dispuse a levantarme a abrir la puerta pero la verdad se me hacía raro que alguien tocara el timbre, ya que casi nadie lo hacía, realmente la única persona en este mundo que lo hacía era mi mejor amigo llamado Williams (ya les hablaré de William a detalle más adelante).
Mamá- dije un poco temerosa al abrir la puerta y ver a tres de Bavieras, una mujer y dos hombres, vestidos completamente de blanco y con el cabello platinado.
Me sentí extraña al ver como entraron a mi casa, así como si nada.
Hola, soy Vilde- dijo mi madre un poco nerviosa.
Hola yo soy Liesel, mi compañero con la libreta es Mateo y mi compañero de lentes es Chris, venimos a hacerle unas preguntas… - dijo la mujer - ¿Cuántos integrantes conforman a su familia?- continuó la mujer.
Tres, mi esposa, mi hija y yo- dijo mi padre saliendo de la cocina.
Note que Mateo anotaba cosas a toda prisa en una libreta.
Genial- dijo la mujer con una sonrisa en su rostro.
¿Cuántos años tienes?- me pregunto Chris.
Tengo 16- dije aún temerosa.
Los Bavieras se miraron entre sí.
Ya que tienes menos de 20 años y eres hija única, tus padres no tendrán que elegir, lo cual hace todo mas fácil… te llevaremos a Magnus papilionem, tienes 2 min para despedirte de tus padres- dijo Mateo sin más.
¿Qué 2 minutos? ¿Y mis cosas? - pregunté muy confundida.
En Magnus papilionem tendrás todo lo necesario, no necesitas llevarte nada... - dijo Liesel.
Mateo y Liesel salieron de mi casa sin nada más que decir, pero Chris seguía parado en la puerta de mi casa.
¿Soy la elegida? era lo único que pensaba.
Sabías que esto tarde o temprano iba a pasar…- dijo mi padre.
Sí, pero no hoy…
Será mejor que te vayas- dijo mi madre llorando.
Mamá…- acto seguido y sin pensarlo dos veces corrí a abrazar a mi madre.
Ahora voy yo pequeña- dijo mi padre con los ojos húmedos.
…
Fue un día que jamás olvidaré.
Es hora de irnos- dijo Mateo, mientras me escoltaba hacia la entrada.
Todo pasó tan rápido y definitivamente no habían pasado dos minutos. Cuando pude voltear hacia atrás lo único que pude ver fue la puerta desgastada y cerrada de mi casa.
¿Cuándo volveré a ver a mis padres?-pregunté a Mateo.
Cuando salgas de Magnus papilionem, si es que sales- dijo Mateo, mientras nos dirigíamos a una minivan blanca.
Cuando me subí a la minivan, pude notar que no era la única, había otros niños más o menos de mi edad, algunos tal vez más grandes que yo o incluso más pequeños. Dos de los niños más pequeños lloraban porque sabían que no verían a sus padres en un buen rato, los demás o estaban mirando al suelo o a la ventana, pero todos estaban callados.
Uno de los niños que miraba hacia la ventana era mi amigo William.
¡William!- dije mientras me levantaba de mi asiento para abrazarlo.
¡Hola!, me alegra verte…
A mí también…
Todos sentados, por favor, siguiente parada Magnus papilionem- dijo Liesel eufórica.
Y despues todos permanecimos callados, otra vez.
Durante todo el camino recuerdo que no podía dejar de pensar en mis padres, tenía la esperanza que también mis padres pensaran en mí, pero eso no quitaba el sentimiento de vacío y tristeza que sentía, no tenía ni quince minutos de que me había despedido de ellos y ya sentía que los extrañaba, las únicas dos cosas que me consolaba en esos momentos era pensar en lo que me decían mis papás “allá estarás a salvo” y saber que tenía a mi mejor amigo enfrente mío me hacía sentir mil veces mejor.
Editado: 03.08.2020