Yo soy Anemix.

PARTE 17:

La dulcería.

Hicimos una caminata no muy larga, desde de la casa de Sara hasta donde estaban las “cosas” de las que tanto nos hablaba Alessandro.

Ahí es- dijo Ale señalando una tienda de dulces abierta.

¿Es una broma? al parecer vamos a destruir a los Bavieras con un par de dulces- dijo Jonas entre risas.

Todos soltamos una carcajada ante el chiste de Jonas, todos excepto Alessandro.

Jajaja, muy gracioso, el vendedor es un viejo amigo mío, y él nos dará las cosas necesarias para destruir a los Bavieras- dijo Alessandro.

Entremos entonces-dije.

Eso hicimos y al entrar a la dulcería, me di cuenta que era vieja y pequeña, no se veía así por fuera, después de ver lo desgastada que estaba esa tienda, vi a una persona detrás del mostrador, era un joven, no le calculo más de 20, estaba con unos audífonos puestos y contando dinero, y supuse que lo que estaba escuchando estaba a todo volumen ya que ni siquiera había notado que habíamos entrado.

Note que nadie sabía qué hacer, ya que nadie se movió, segundos después el primero que se atrevió a hacer un movimiento fue Alessandro, lo voltee a ver y se llevó el dedo índice a sus labios, me pidió que guardara silencio, no entendí muy bien porque, pero eso hice. Después se dirigió a una estantería y agarro una barra de chocolate, y pensé me pidió silencio para comerse un chocolate, que estupidez, pero no se lo comió,  si no se quedó viendo al chico detrás del mostrador y un segundo después le lanzo la barra de chocolate a la cabeza, todos nos quedamos sorprendidos, no era algo que nos esperáramos.

El chico dejo de lado los billetes y levanto la cabeza, se veía un poco molesto, pero al ver Alessandro con una sonrisa en su rostro, lo molesto se le fue.

Alessandro, te he extrañado muchísimo- dijo el chico mientras se dirigía a abrazar a Alessandro.

Yo también te he extrañado-dijo Alessandro.

Escaparón ¿verdad?-pregunto el chico.

Así es-contestó Alessandro.

Después todos nos presentamos con su amigo de Alessandro, Jeremy, era un chico muy lindo y tierno.

Alessandro, me imagino que no estás aquí por dulces, es por  lo que hay en el sótano ¿verdad?… - dijo Jeremy.

Así es Jeremy…

Bien entonces todos acompáñenme al sótano.

Todos los que estábamos en esa extraña dulcería bajamos a unas escaleras muy angostas, y luego nos topamos con una puerta de metal oxidado, Jeremy abrió el candado.

Mierda, esto es genial- exclamo Jonas.

Todos quedamos estupefactos con lo que había en ese enorme sótano.

Era una habitación llena de todo tipo de armas, había pistolas, rifles, escopetas, espadas, toda una colección de armas blancas, pero lo que más me impresiono fue la cantidad de granadas que había.

¿Pueden agarrar lo que sea?- pregunto Alessandro.

¿Pueden?, ¿tú no te llevas nada?- respondió Jeremy.

No, mis amigos atacaran a Magnus papilionem, y yo iré a casa a ver si mis papás siguen vivos.

¿Si siguen vivos?, ahora entiendo porque quieres matar a los Bavieras, y contestando a tu pregunta Alessandro, todo lo que ves aquí es de tu familia y mía, así que si en teoría pueden llevarse lo que quieran, ya le explicare después a mis padres, ellos entenderan.

Gracias Jeremy, entonces chicos agarran lo que necesiten para destruir a los Bavieras.

Sara, la mamá de Sara, yo empezamos a meter granadas y un par de cuchillos en nuestras mochilas, mientras Jonas seguía sorprendido por lo que sus ojos estaban viendo, después pregunto de donde habían sacado todas estar armas letales, Jeremy solo contesto que eso no se preguntaba, fue ahí cuando pensé que tal vez era algo ilegal, pero no me importo.

Tengo que admitir que le estábamos haciendo muchas preguntas al pobre de Jeremy.

¿Cuántos años tienes?-le pregunto Sara a Jeremy.

Tengo 17.

¿Cómo es posible que no estés en Magnus papilionem?

No soy hijo único, tal vez conocieron a mi hermano, se llama Tom, está en Magnus Papilionem.

No lo conozco-dijo Sara.

Yo si lo conozco, más bien lo ubico, una vez me lo presento Ale- dijo Jonas metiéndose en la conversación.

Después de no muchos minutos, acabamos de agarrar todas las cosas que necesitamos, salimos de esa dulcería, no sin antes despedirnos del pobre de Jeremy.

... 

                                                                           La despedida:

Estábamos en la calle otra vez, viendo esa pequeña y extraña dulcería.

Son buenas armas- dijo Alessandro tratando de romper el silencio incómodo- Chicos aquí nos despedimos, tengo que ir casa.

Se empezó a despedir de nosotros uno por uno.

Primero fue a la mamá de Sara:



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En el texto hay: drama, amor, violencia

Editado: 03.08.2020

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