Yo Soy

Yo soy INES

Soy Inés, mi edad son solo números, si lo dijera en voz alta, muchos me señalarían como infantil y poco seria. Trabajo como costurera, aunque eso no viene al caso, me he levantado vivaz y muy segura de poder salir a caminar por la calle tranquila, algo poco común hoy en día. En época de pandemia, quien sabe donde uno puede llegar a parar, me gusta ver la naturaleza, lamentablemente limitada, aunque tampoco viene al caso mis gustos. Soy muy pensativa y cuando caminaba me daba a entender a mi misma de como contar mi historia sin parecer fuera de lugar o me malinterpreten.

Soy un poco despistada, un poco me mareo y suelo olvidar cosas importantes ¿Quién no?. Me encuentro a mitad de la calle para ser precisa, me pare como si nada porque sentí que se me cayó algo y un auto me tocó bocina, me descolocó el sonido, me agacho lentamente a recoger unas frutas que se escaparon de mi bolsa y camino hasta la otra vereda, el auto tomó una velocidad increíble que casi me pasa por encima. Después de ese incomodo momento, me acomodé el cubre bocas y me distraje viendo un par de vidrieras, se me antojó comprarme unos lentes de sol, eran de color rosa chillón y tenían una forma de sol con brillos, me encantó, cruzo nuevamente la calle porque olvide comprar alimento para mis animales y se me cae algo otra vez a mitad de la calle, escucho una bocina y un grito que me decía "¡OTRA VEZ!" me asusté y se me cayó toda la fruta, entre el cubre bocas y el bullicio intentaba decirle perdón, pero su mirada era fija y asqueada, por segunda vez el auto casi me atropella. 

Me sentía un poco afligida, algo en mi no estaba bien, las personas se reían de mi aspecto y de que llevaba las frutas algunas en mi mano y otras en los bolsillos de la campera. Me dispersé un poco cuando me compre un helado y me compré un par de aros en forma de rayos, intentaba ignorar los comentarios, las miradas y los susurros de las personas. Cruzo por última vez la calle, me garantizo de no perder nada y cuando estaba por pasar junto a una joven que llevaba un montón de hojas que parecían tener vida, todas salieron volando, a mitad de la calle, la intenté ayudar pero por casualidad era el mismo conductor anterior y esta vez se bajo, no solo me gritó sino que me partió mis lentes y me deseo el mal como siete veces, miré a mi alrededor y la joven a la cual estaba ayudando tenía el entrecejo fruncido, parecía estar enojada, lo cual era un problema porque se iba armar un lío tremendo. Terminamos las dos detenidas, con  respecto al conductor terminó en libertad, no me extrañaría con un brazo roto.

Dos cosas aprendí de hoy además de pasar malos y buenos ratos. Una buena: encontrarme a una joven revolucionaria en tiempos de pandemia y una mala: ver cuánto egoísmo hay en este mundo, tan poca empatía y tan rápido y apurados que quieren vivir la vida. 

Por cierto, no me avergüenzo de mi edad tengo 87 años, he vivido pensando en que dicen los demás de mí, lo que hago ahora, lo que me compro, lo que me gusta y lo que defiendo no es algo que en mi época se podía hacer, solo trato de vivir. En tiempos de cuarentena apostemos por uno mismo, fue lo que me dijo la joven. 



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En el texto hay: relatos de la realidad

Editado: 19.04.2022

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