Soy Graciela, vivo en el gran Buenos Aires, pero solo de paso, bueno, en realidad soy mexicana pero con el tema de la pandemia agarré un laburo acá en Argentina y lo tomé sin pensarlo. Tengo 37 años y soy emprendedora y me engancho con lo que tiene futuro, no me gusta el fútbol, lo detesto, aunque muchos de acá están maravillados por perseguir una pelota. De todas formas, no estoy acá para contar sobre el fútbol, mientras caminaba cerca del Congreso, vi una plaza que justamente está al frente, una cantidad de gente en situación de calle y sobre todo con la lluvia acechando sus "hogares". Nunca vi tanta precariedad. Me senté ahí en uno de los bancos, y de la nada una nena se me acerca, debe haber tenido como 6 años seguro por el barbijo de muñequitas y su estatura, lógico, venía sola y me dijo "¿Qué haces vos acá?" Yo pensé en ese momento que no se podía sentar ahí o que me iban a correr o tratarme como indigente, de lejos veo a la mamá que viene asustada, traspirada y con el barbijo en la mano y le gritó frente mío, como si yo no existiera.
Después de pasar 5 minutos la nena me vuelve a preguntar y yo ya estaba cansada y le dije que estaba descansando, que era alguien normal sentada en un banco en la plaza con mil quilombos en la cabeza, la mamá y la hija se miran y me dijeron "ese banco es nuestra cama". Les juro que salí corriendo de aquel lugar, no volví hasta hoy por la tarde, me compré una hamburguesa y vi a la nena y a su mamá en un auto bajando a sentarse en el banco de la plaza, de indigente no tenían un pelo, me jodieron con el banco. Y por fin entendí la frase que decía mi jefe "El que no es vivo no avanza, no gana y no emprende" cuánta razón tenía.