Soy Cristina, la disconformidad que manejo es inaudita, vivo a casi treinta minutos de la casa de mi padre, mis padres están separados así que es todo un tema. Me cambié rápido porque se me pasaba el colectivo y detesto profundamente caminar, saludo a mi mamá y agarro mi mochila, mientras camino por la vereda en busca de la parada voy pateando piedras como cuando era pequeña, tengo 16 tampoco es que soy grande, quizás si de tamaño.
Subí al colectivo con mi ceño fruncido y mi media sonrisa en el rostro, pasé la sube y me senté justo en el único asiento disponible, al lado de un chico que al parecer era estudiante, llegué a esa conclusión por su rostro agotado, la mochila que llevaba en los hombros, el extraño y muy común tic en la pierna izquierda, uñas mordidas y veinte hojas en las manos.
—¿Me podrías escuchar? Quiero saber si lo digo bien, quiero que seas sincera.— me preguntó rascándose la nuca, ni siquiera alcance a responder que comenzó a introducir conceptos que no estaba dispuesta a escuchar.
No paraba de hablar, creo que incluso llegué a prestarle atención por un momento, pensé en lo aburrido y poco entendible que debe ser para una persona repetir cosas que un "otro" dijo. Empecé a contar las cuadras que me faltaban o los minutos, el colectivo iba lento, no podía zafarme.
Finalmente casi eran los veinte minutos de mi "tranquilo viaje" el chico abrió su mochila y sacó una botella de agua y bebió aproximadamente tres minutos y me sonrió.
—Gracias, ¿Qué te pareció?— me preguntó esperanzado de recibir una respuesta favorable.
—Bien.—le mentí, estaba sin palabras.
—Tomá.— me dijo dándome unos billetes.—Por arruinarte el paseo.— sonrió.
Pasamos por la universidad justo en ese momento, agarro mi mano y me depósito la plata y se bajó rápidamente, mi cabeza batallaba entre un "decirle la verdad y bajate" o un "no te interesa" pero pasando una cuadra más, le dije al chófer que me bajara y corrí, lo busqué. Élestaba por entrar al edificio, confiado y sonriente. ¿Por qué sonríe tanto?
—¡Ey!— le grité y se dio vuelta, estaba exhausta, sentía como por debajo de mi remera comenzaba a transpirar. —No fui totalmente sincera, me aburriste, temo que lo hagas ahí adentro, olvídate de que todo en la vida tiene que ser memorístico, hablaste muy bien pero no creo que sientas lo que dices, quizás entiendas cada palabra pero si uno te escucha es tedioso.—le dije sonriendo un poco forzoso y con las manos juntas como si eso suavizara el golpe que le acabo de dar a un estudiante que está por rendir. Por un momento mire sus ojos y estaba al borde del colapso, pero sonreía. —Y no necesito plata, escucharte fue un fastidio pero jamás te pediría esto.— le dije abriendo su mano y depositando el dinero igual que lo hizo el.
—Ya me toca, ¿No me vas a desear suerte?—me preguntó mientras yo estaba caminando en dirección contraria a él.
—La suerte es para los mediocres, éxitos. — le respondí y me marché. Llegué a la casa de mi padre y no paraba de pensar en cómo le habrá ido a ese chico, detesto decirlo pero quizás deseo encontrarlo.
Pasaron casi tres años y yo ya estaba lista para una universidad, quizás mi mayor logro luego de una secundaria perfecta. Me anoté online y comencé a cursar, casi veinte minutos de viaje pero valía la pena. Cuando entre al aula primer día y ya llegaba tarde lo encuentro a él, dejé mi mochila en el segundo asiento, el único desocupado y me siento sin poder creerlo.
—Bueno en donde estaba... una chica en el colectivo me ayudó con mi tesis, seguro ella pensó que era un trabajo normal pero no, ese día aprobé gracias a mis conocimientos y un poco por ella...—se estaba dirigiendo a la clase, pero supe que había estado hablando de mi, quizás el no me conoció, pero no me importó, por lo menos ayudé a alguien. Termino la clase luego de largas horas hablando de conceptos, teorías y demás, guarde mis cosas rápidamente y escuche una voz.
—Cris.—me dijo, me di vuelta y era él sonriente.—Gracias.—me volvió a decir.
Salí asintiendo mi cabeza y me fui a otras clases, detestaba el sistema que manejaba la educación y con todas las fuerzas quería cambiarlo.