Yo soy Azucena, recuerdo cuando tenía catorce años, recibí ese día entre cuatro o cinco llamadas, era mi abuela insistente detrás del teléfono, una vez que le atendí me reprochó por varias horas hasta que su voz se dulcificó. Su llamada me desconcertó, quizás era porque no la esperaba, hace tanto se había ido al cielo y aun extraño su presencia, sabía que era un sueño, me desperté al mediodía y por instinto miré la ventana, allí estaban las flores que tanto le gustaban, acompañado del aroma de pan recién horneado que de alguna forma me reconfortó, ese domingo parecía que realmente estaba con ella.