Yo Soy

YO soy SIMÓN

Yo soy Simón, hoy vi la confabulación de las cosas de mi hogar, en especial un lugar, mi estudio. 

Jamás he creído que un lugar sea tan maldito como este hasta hoy. Me desperté temprano, fui a comprar un café en la esquina en un sucucho al que frecuento y cuando regrese a casa, me agarré los pelos y me los trate de pillar con un colero, puse el cafecito cerca del lugar maldito y así sin más me estaba por sentar en la silla giratoria y pareciera que se había corrido del lugar y me caí, automáticamente el café voló hacia mí y todo mi saco celeste se empapó sin contar la parte que tuve que correr a sacarme la ropa porque me había quemado.

Ustedes dirán que por una vez que pasó no significa que este maldito, pero horas después, fui a caminar por las calles del centro y veo un lugar donde hacen pizzas rellenas y me pareció delicioso, aún tenía mucho trabajo que hacer desde casa, volví, dejé la caja de pizza en el escritorio, me senté en la silla y me olvidé de traer el agua, me levanté, me dio una especie de calor, parecía que la ropa era un fuego, me puse algo más cómodo, llevé el agua en la mano y cuando estaba por llegar a mi lugar me tropiezo de tal forma que me golpeo la cabeza con la puerta de entrada, la silla voló contra mí, la botella de agua se rompió provocando un charco de agua cerca de mí y por si fuera poco la caja de pizza inexplicablemente se había abierto y me ensució los papeles importantes.

Respiré, me bañe y planee una cita con amigas, quedaron en venir a mi casa y yo re canchera acepté, me puse un vestido negro apretado y unos tacones, la situación lo ameritaba. Cuando fueron llegando, María la brujita del grupo observaba mi estudio como si hubiera encontrado una mina de oro y me miraba de reojo, unos escalofríos me dieron.  Cerca de las seis de la mañana la mayoría se fue, menos María, se quedó un rato más sentada en la silla giratoria, me pareció extraño que no dijera nada.

—Este lugar es mi favorito.—me dijo girando.

—¿Por qué?—le pregunté secándome las manos y prestándole atención. 

—Porque las cosas tienen vida aquí.—sonrió —Será mejor que me vaya, me esperan. Una cosa más Simón, tenes dos opciones, o te cambias de casa o pones cosas que no te gusten aquí.— me dijo tocando una mandala rosa.

—¿Por qué?—pregunté nerviosa.

—Confabulación, lo he sentido antes en otros lugares y hoy después de mirar mencionaste eso.— me largó un beso desde la puerta y quedé atónita.

Me pasé el día cambiando mi escritorio, cabe recalcar que me paso de todo, me fracture hasta el pie, pero aquí estoy, viva y sin problemas hasta el día de hoy, las cosas ya no confabulan, aunque tengo un poco de miedo.



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En el texto hay: relatos de la realidad

Editado: 19.04.2022

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