Yo soy lo inadecuado

5. [Q]uasimodo y el hogar

La propia palabra lo dice: queer. El término peyorativo que en Estados Unidos fue utilizado para referirse a la anormalidad a lo largo del siglo XX y que ahora es utilizado para enorgullecerse y empoderarse. Queer.

Raro en español, se dice mirándose en el espejo. Un término paraguas que alberga identidades fuera de lo heteronormativo. Repasa su vestimenta y cabello repitiendo lo que sabe tras leer desde hace meses: queer es una forma de designar a las personas que se identifican fuera del espectro binario de la sociedad. Incluye (y no se limita) a identidades de género y orientaciones no heteronormativas. Es un término amplio que pretende cubrir bajo un espectro de tipo político, social y personal.

«Todo es queer» se dice, inseguro. Hay mucho que sigue desconociendo. Sabe que antes era un insulto que significaba ser todo menos normal, pero también sabe que en la actualidad se utiliza para dominarse y superar el pasado y adueñarse de un término para convertirlo en una bandera de lucha. Crecer y superar el odio diciendo que allí están, que son normales y caminan con orgullo por el mundo. Suspira. Queer, piensa cerrando la puerta de su casa.

No es una persona de letras. Ni siquiera se considera inteligente; pero la palabrita no le ha dejado en paz. Le persigue como un fantasma, apoderándose de sus pensamientos y miedos; quiere saber si está en lo correcto al autodenominarse queer. O si tiene el derecho de hacerlo y poder medirse con la misma vara de las personas que salen a luchar a diario defendiendo sus estilos de vida frente a desconocidos y a un sistema que suele darles la espalda; es complicado saberlo. Solo sabe las definiciones que internet y algunos libros le han dado, pero no más.

Su problema, piensa mientras estira el pulgar para detener la micro, es que la palabra ha cambiado mucho para adaptarse al nuevo entorno. Sabe que sigue significando raro o desviado. Sabe que algunos consideran que es ofensivo y poco amor propio tomar esta palabra y adueñársela, voltearla de revés para darle poder positivo y sentirse orgulloso de ello. Tiene muy claro el trasfondo histórico porque no necesitas ser un genio ni estudiar para saber lo que se siente ser discriminado. Cosa de empatía y sentido común. Cosa de salir del armario y sufrir en un país que le sigue diciendo mariconcito de mierda los viernes en la noche, cuando se agarra a algún weón en la Fausto; pero a pesar de todo, sigue sin saber lo que queer abarca y si puede ser parte de ello.

Pasa su mano por su cabello al ver su reflejo en el vidrio del transporte. Sonríe, nunca pensó que el cabello tan corto le quedaría tan bien. Parece un hombre, aún si ese día se delineó y se puso máscara en las pestañas. Se observa todo lo que el traqueteo irregular por Tobalaba le permite, sigue sonriendo a pesar de las miradas furtivas de algunos pasajeros. Se siente increíble ese día.

«Necesitaba este corte. El José tenía razón», piensa aún con miradas fugaces a su reflejo. Sonríe porque se siente tan bien como no se ha sentido en años. No está seguro si se debe al descubrirse queer pero quiere creer que es parte de su sentimiento:

No es la palabra. Lo tiene claro. Uno no puede leer una palabra y sentirse automáticamente mejor, pero si entender el significado le ha ayudado; comprender que es algo que va evolucionando y ya no solo significa raro o desviado. También agrupa a todas las personas que no se identifican al cien con alguna parte de la comunidad o están en constante cuestionamiento sobre lo que son.

Es el hogar de las minorías, asume bajando en su paradero y caminando hasta el metro. Algunas personas le miran pero ignora la curiosidad y las sonrisas; está en preocupaciones más importantes como seguir debatiendo en su cabeza, por ejemplo. Para sí, el haber llegado al acuerdo de identificarse como queer es un hito, un logro personal; se siente menos solo en el mundo y más especial.

«Me siento normal», piensa con una sonrisa ausente mientras camina a su trabajo. También tiene un poco de nervios por todo lo que involucra el aspecto pero cree poder sobrellevarlo porque se siente normal, como encontrar un hogar seguro después de mucho tiempo buscando. 

—Buenos días —saluda son una sonrisa suave, marca su tarjeta y entra por el pasillo de las oficinas—, buenos días —repite. Algunas personas le devuelven el saludo, otras no.

Cuando se sienta y saluda a sus compañeros de espacio (y sonríe por las felicitaciones de su corte e ignora las miradas y comentarios de molestia), sigue pensando en lo que ser queer significa y todo el peso que ahora la palabra tiene consigo. Toda la fuerza que hay detrás de una deconstrucción de género y la aceptación de ello.




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