Yo soy Susana

Capítulo 6

—¿Estás loca? —Rodrigo frunció el ceño ante la noticia de su jefa, ella se iba a mudar a la casa de Vicenzo.

—Puede que lo esté, pero quiero que ese hombre sufra, que no tenga paz en su propia casa —sus labios se curvaron en una sonrisa malvada, esa fue la impresión que tuvo él.

—Susana... —calló al ver la mirada que ella le lanzó —Eva...

—Última vez que me llamas Susana, un descuido de tu parte absolutamente todo se viene abajo, me llamaras Eva, olvida a Susana... ella ya no existe.

—¡Claro que existe! ¡Eres tú! —su sonrisa le pareció tan falsa, no se acostumbraba a esta mujer, a este ser duro, lleno de odio, a este ser frío... ella no era su Susana, la mujer de la que se enamoró, ya ni siquiera la sonrisa, aquella genuina que le calentaba el corazón. Bajo la mirada con tristeza por que ella tenía razón, Susana Santiago ya no existía... o quizás si, en los más profundo de su ser estaba aquella cálida mujer que iluminaba su dia con sólo mirarlo.

—¿En serio?— se sintió derrotado, ella estaba tan herida que se había convertido en una asesina, cada dia mataba a Susana, a su dulce amor, ella era su propia asesina —Mirame bien Rodrigo y dime ¿soy Susana?

Él levanto la mirada hacia ese hermoso rostro, sus ojos tropezaron con su mirada verde llena de dureza, sus labios rojos carmesí se volvieron a curvar en una sonrisa vacía y llena de burla.

—No —sonrió con tristeza por que él estaba siendo cómplice del asesinato de Susana Santiago, él estaba permitiendo que Eva Pandora acabara con la mujer que ama.

—No vuelvas a cometer ese error —la vio cruzar una pierna, ella... se había vuelto segura, era como si realmente en ese cuerpo existiera otra mujer, se había vuelto sexy, llamativa —A partir de mañana llegas a la oficina junto a mí, para nadie será una sorpresa que desee trabajar con él asistente de Susana.

—Entiendo —se puso de pie —Debo irme, ya te pedí la cena... —ella lo interrumpe.

—Lamento si estas molesto por Susana, pero es mejor que de una vez te hagas a la idea que ese dia realmente Susana murió.

—No lo hizo —murmuró —Tú te estás encargando de matarla.

—Rodrigo deja ir a Susana, que ya no está.

Vicenzo 

Su casa, era suya, la había elegido con mucho cuidado, después de todo ahí iban a crecer sus hijos, su esposa iba a pasar la mayor parte del tiempo en su casa, por eso puso especial cuidado en elegirla, en contratar al mejor diseñador para que decorara su hogar. Nunca imagino que le tocaría compartir su hogar con una total extraña.

Había llamado a su abogado, le había hablado de la situación y no había nada que hacer si realmente existía un testamento, salvo convencer a Eva de que le vendiera su parte, pero ella ya había manifestado que no lo haría, que se mudaria. Se estuvo devanando los sesos, ya que fue muy obvio que Eva Pandora al parecer tenía algo contra él, se preguntaba si en el pasado la había conocido, pero ese rostro no le era familiar, cuando pensaba en Eva recordaba a Susana, se la recordaba y no sabía por qué razón, ya que entre las dos había un abismo de diferencia, Susana la recordaba como una mujer dulce...

—Señor —él mayordomo entró a su estudio —Hay una señorita en la puerta, viene con su abogado y —se aclara la garganta —con muchas maletas.

Se giró furioso hacia su mayordomo ¿se había atrevido a mudarse a su hogar sin avisarle?

—¿Está aquí? —su voz fue un rugido.

—S...Señor...

Camino rápidamente hacia la entrada, reconoció al abogado, era uno del bufete de abogados que atendía a la familia Santiago, él lo saludo con una movimiento de cabeza.

—Señor Salvatore, el testamento de su difunta prometida —Vicenzo trato de controlarse y no gritar, se contuvo para no arrebatar el testamento.

Lo Leyó y con molestia miró la firma de Susana, la conocía muy bien, quería gritar y sacar a patadas a la tal Eva Pandora.

—Como puede darse cuenta, todo es legal y está en perfecto orden.

—Mi abogado revisara este testamento.

—Puede hacer lo que quiera, pero yo me mudo hoy —Eva se movió y paso junto a él dándole un golpe en el pecho con su hombro mientras entraba a la casa.

—Lamento esto señor Salvatore —el abogado dio un tirón a su corbata, sentía que lo estaba ahorcando, la nueva clienta resultó ser agresiva con uno de los hombres más importantes e influyentes del país, esperaba que Vicenzo no se quejara en el bufete por que no queria perder su empleo.

—No se preocupe —respondió Vicenzo.

Horas más tardes.

—Puedo hacer que analicen la letra, pero honestamente no puedes hacer nada, todo esto está legal y en perfecto orden, la chica ya se mudo a tu casa, tomo derecho legal de su parte de la casa.

Vicenzo dio un sorbo a su bebida, sentía mucha furia por tener que compartir su casa con una completa extraña.

—¿Será que sabe? —levantó su mirada hacia su abogado y amigo.

—Ni Susana lo sabia —movió su vaso distraído solo el tintineo del hielo se escuchaba en ese momento —Dudo que Eva Pandora lo sepa.

—No entendí por que lo hiciste, después de toda iba a ser tu esposa.

El silencio inundó la habitación, Eva sentía que el corazón le latía con fuerza y temía que lo escucharan, no estaba bien que oyera detrás de la puerta pero estaba ahí para vengarse de Vicenzo e iba a saber todo de su asesino. ¿Cuál era ese secreto del que hablaba ese abogado? ¿Acaso era el de su asesinato?

—Ya no importa por que lo hice, ella ya no está 

—Te ves cansado, ve a descansar —tomo el maletín de su portátil y camino hacia la puerta —Honestamente no quisiera estar en tus zapatos Vicenzo.

No respondió, su amigo se marchó.

Eva

El mayordomo rápidamente se detuvo frente a la puerta blanca con detalles dorados.

—Está puerta permanece cerrada por orden del señor —Eva rodo los ojos.

—Que desperdicio de habitación ¿tiene oro el señor ahí?



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En el texto hay: odio dolor, venganza amor

Editado: 26.12.2022

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