Yo soy Susana

Capítulo 8

—Hablar —Vicenzo se sentó frente a Eva, ella era una mujer fría, no era de su agrado. Tenía un parecido con Susana, pero jamás ella seria como su prometida —¿Cuánto quieres por la mitad de la casa?

Eva se recostó en su silla y miró detenidamente a Vicenzo, era un hombre muy varonil, toda su vida estuvo perdidamente enamorada de él, lo amaba con locura y justificaba todos sus actos, fue tan tonta con este hombre.

—No me iré —él hizo su mano un puño, una vena salto en su frente, Eva enarcó una ceja, ante ella estaba un hombre temperamental, algo que nunca vio en sus días de mujer enamorada —Me gusta la casa, no insistas más.

—Puedes tener cualquier casa, estoy seguro que puedes comprar una casa con la herencia de Susana. No tengo idea que hiciste para convencerla de que te dejara todo.

—¿Piensas que la herencia debia ser de su hermana?

—No, la herencia debía ser de Federico y su madre —Eva frunció las labios, realmente esperaba que Vicenzo apoyará lo que Melany había manifestado que la herencia debía ser de ella, cuando se leyó el testamento. Después de todo era su amante.

—¿Ni siquiera para ti?

—No necesito el dinero de los Santiago —Vicenzo se puso de pie —¿Alguna vez Susana te hablo de mi? 

Eva se sorprendió por la pregunta, no lo esperaba de él y tampoco entendía por qué quería saber.

—Solo me dijo que iba casarse con el hombre que era su prometido desde antes que naciera —Él asintió y pasó una mano por su nuca.

Él quería saber que opinión tenía Susana de él, a una amiga se le confiaba todo, se le decía realmente como se sentía, la manera en que Eva lo trataba solo podía significar que Susana no era feliz con el matrimonio.

—No se sentía cómoda en ser mi esposa —Eva suspiró, no le iba a decir lo loca de amor que vivía por él, tampoco iba a hablar mal de aquellos sentimientos puros que tuvo cuando era otra mujer.

—Creo que al saber toda su vida que iba a ser tu esposa, lo acepto bien a medida que crecía y era algo que siempre espero.

Vicenzo asintió 

—¿En serio te importa saber lo que pensaba Susana de ti? Por que yo creo que no, nunca la buscaste ni siquiera para saludarla cuando venias de viaje, no te tomaste el tiempo para conocerla, para saber de la mujer que seria tu esposa.

—Sabía todo de ella —replicó y Eva frunció el ceño.

—¿La espiabas?

—La cuidaba, iba a ser la esposa del hijo del magnate del petróleo, existen los secuestros por dinero —se encoge de hombros, realmente sabía todo de ella.

—Ella no lo sabía —Eva desvio la mirada, nunca imagino que cada paso que daba, Vicenzo lo sabía.

—No era necesario —suspiró 

Eva apoyo sus codos en su escritorio.

—Exactamente ¿que sabías de ella? —Sintió curiosidad, una cosa era que la cuidara y otra muy distinta que la investigará.

—Todo de ella, su color favorito, la música que le gustaba, todo lo que era Susana.

—Era más fácil averiguarlo con ella, preguntarle a ella.

—¿Crees que no lo sé? —Vicenzo paso una mano por su cabello —El sábado es la fiesta de bienvenida en el Grupo Santiago, por favor no hagas un desaire.

—¿Desaire? No lo haré, después de todo es una fiesta en mi honor.

Vicenzo no respondió, la observó una vez más

—Tienes un increíble parecido con ella —Eva sonrió llena de burla.

—Debe ser duro que alguien te recuerde a la mujer que fue una condena para ti.

Vicenzo no respondió, pero si tomo nota de esas palabras duras, ella, su prometida, pensaba eso, que ella era una condena para él.

—Medita por favor en mi oferta de comprar la mitad de la casa, te dare lo que pidas.

—No te das por vencido —lo vio sonreír y no pasó por alto que sintió que se quedó sin aliento, jamás él le había sonreido, ese hombre tenía la sonrisa más bonita.

—No, cuando quiero algo, lucho por ello hasta que lo obtengo.

Eva se sentía molesta consigo misma, no podía impresionarse aún por Vicenzo, su enemigo. 

—Debo trabajar —Vicenzo asintió y camino con paso decidido hacia la puerta, cuando estuvo sola, Eva dio un golpe en su escritorio. No podía ser débil, no ante Vicenzo.

Con molestia levantó la cabeza cuando escucho que la puerta se abrió, ante ella estaba su hermana. Era una maleducada.

—No escuche que tocaron la puerta —apoyo sus brazos en los de su silla, estaba molesta por su debilidad ante Vicenzo y la visita de Melany la ponía peor.

—Es la empresa de mi padre —Eva sonrió con frialdad.

—Es más mía que de tu padre, gracias a tu hermana mayor, imagino Susana sabía que no eras apta para dirigir la empresa y por eso me nombra a mi como su heredera —el rostro de Melany se contrajo en uno de furia —Aquí no entras como si estuvieras en tu casa. Si no tienes educación mocosa, conmigo la aprenderás, no soy familia tuya como para que vengas a hablarme con confianza, para ti soy la Señorita Pandora.

Melany enfureció más.

—No te metas conmigo, no te temo. Te aseguro que no te gustará tenerme como enemiga —Eva sonrió.

—Pobre de ti, realmente no sabes a quien le estas declarando la guerra.

—Sal de la casa de Vicenzo, voy a casarme con él y esa casa será mía. No te quiero más ahí.

Eva sintió que el enojo creció más dentro de ella, se iban a casar y ella tenía solo 6 meses de estar supuestamente muerta, la casa que le había comprado a ella, se la daría a Melany, por eso la insistencia en que le vendiera su parte. El rostro de su hermana estaba lleno de satisfacción...eso no le agradaba.

—¿En serio crees que será la esposa de Vicenzo? —sonrió y supo en ese momento cual sería su siguiente movimiento, los planes habían cambiado, pero su venganza sería placentera.

—Por supuesto, seré su esposa y la madre de sus hijos.

—Era el futuro esposo de tu hermana —ella se encogió de hombros.

—Mi hermana esta muerta, yo seré su esposa. Sal de la casa por las buenas —se giró y camino decidida hacia la salida.



#1137 en Novela romántica
#401 en Chick lit

En el texto hay: odio dolor, venganza amor

Editado: 26.12.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.