Yo soy Susana

Capítulo 11

—¿Qué pasa papá? —Enricco se sienta y mira a su hijo. Lo había llevado a una de las terrazas, un poco más alejados del ruido y de la gente.

—Se que tienes tus necesidades, pero no deberías mostrarlas ante la familia de Susana, su cuerpo aún está tibio en la tumba —Vicenzo apretó con fuerza sus puños.

—Hace poco la familia de Susana, sugirió que me casará con Melany 

Enricco cruza una pierna y sonríe.

—Es lo que se espera, que te cases con Melany.

—No lo haré —se encoge de hombros y mira las luces de la ciudad —Puedo casarme con cualquier mujer, menos con la hermana de Susana.

—¿Por qué? —Enricco ve la espalda de su hijo, está se ha puesto tensa.

—Detesto las mentiras —se gira hacia su padre —Melany quemó su única oportunidad que tuvo conmigo.

Su padre frunció el ceño.

—No entiendo

—No importa papá, de todas formas no estoy pensando en casarme nuevamente. 

—Vamos Vicenzo, necesitas una familia, hijos. Nunca pensé que yo iba a decirte esto, pero necesitas salir, las revistas y periódicos ya no son lo mismo sin tus escándalos.

Sonreí por la broma de papá.

—Estoy bien

—No conociste lo suficiente a Susana para que su muerte te haya afectado tanto.

—Cuando supe de mi compromiso con ella, deteste la idea y pase años revelandome. Posaba ante las cámaras con una mujer distinta con la alegría de que ella vería la fotografía, pero con los años eso fue cambiando. Para ser específicos dos meses antes de la boda, no tienes idea de cuanto me arrepenti por los años que estuve haciendo de las mías para hacerle daño.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión antes de la boda?

***

—¿Estás loca? —Rodrigo sujetó con fuerza la muñeca de Eva, ella apretó los dientes y se soltó con fuerza.

—¡Nunca en tu vida vuelvas a sujetarme de esa forma! —siseo, a Rodrigo le pareció el siseo de una serpiente venenosa.

—¿Cómo se te ocurre besar a Vicenzo en medio de toda la compañía? —ella sonrió llena de cinismo.

—Se irán acostumbrando, muy pronto seré la señora Salvatore.

Rodrigo dio un paso atrás, no podía evitar sentir ese odio que iba creciendo dentro de él, odiaba a Eva Pandora.

Ella pudo notar la mirada llena de desprecio de Rodrigo, caminó hacia él y sujetó su barbilla con fuerza, lo miró a los ojos.

—No me importa tu desprecio, este monstruo que hoy soy, ellos lo crearon —sonrió —Perdí casi la visión de un ojo, el rostro desfigurado por esos dos.

—Pero tienes vida —él llevo su mano a la mano que lo apretaba con fuerza para que lo soltará.

—Por la suerte, porque la idea era que muriera.

Rodrigo se soltó de su agarre, suspiró profundamente, a su mente vino el recuerdo de como sufrió Susana al saber que la mandaron a asesinar. 

—La extraño a ella, no estoy acostumbrado a lo que eres ahora.

—Puede que nunca te acostumbres, puedes dejar el puesto si lo deseas, quiero a alguien que sea leal a mi, alguien que no cuestione lo que soy y lo que hago. 

Él la miró y lucho consigo mismo, el salario que recibia no se lo pagarían en otra empresa, su sueño era poner su propia empresa y para ello necesitaba capital, así que no era opción marcharse del Grupo Santiago, mejor dicho del lado de Eva Pandora.

—Lo siento —la miró a los ojos, ella había llorado cuando se percato que de un ojo no miraba bien, penso que todo era temporal por el accidente, pero su ojo había quedado muy dañado, a pesar del lente insertado en su ojo ya no tenía la visión perfecta —Me esta costando acostumbrarme a Eva Pandora.

—Bien —Eva echo su cabello hacia atrás —Si no lo haces, seré yo quien te eche —pasó junto a él dándole un golpe en su hombro.

—Estas preciosa —Eva se detuvo y miró a su padre, él le sonrió y ella sintió su corazón latir apresurado.

—Gracias —Federico tomo una copa de champagne de una bandeja de uno de los meseros que iba pasando y se la dio a ella.

—Eres igual a mi hija —él sonrió con tristeza —Debe ser incómodo para ti que todo el tiempo que te veo te digo lo mismo.

—No —murmuró Eva, su padre era la única persona que la hacía flaquear en su sed de venganza.

—Me la recuerdas a ella, y cuando te veo, siento mucha paz en mi corazón adolorido.

—No le mentí cuando le dije que podíamos tomar el café de las tres de la tarde juntos. Sin pena, llegue por favor a la oficina.

Federico sonrió agradecido porque no había mentido, Eva Pandora calmaba el dolor en su corazón por la pérdida de su hija.

Sujetó una de sus manos entre las suyas.

—Gracias muchacha, no es tu obligación tratar de hacerme sentir bien, pero me doy cuenta que tienes un noble corazón.

—Lo espero el lunes a las tres de la tarde, con la bandeja de pan —su sonrisa fue amplia.

Melany sorbio un trago de su copa y se giró a buscar a su mamá, Eva Pandora era una zorra total.

Su madre estaba conversando con las esposas de los socios, la llamó y ella se disculpó y camino hacia su hija.

—Dime Melany —ella sonrió a la gente que pasaba junto a ellas.

—¿Dónde está papá? —su madre se encogió de hombros, iba a responder que con algún socio, pero su hija no la dejó hablar —Está con la tal Eva Pandora, me doy cuenta que desde hace años, él ya no es contigo como lo era cuando era una niña. Tenía de la mano a Eva y la miraba con mucho deseo y admiración. Esa mujer está cazando a papá y por lo que vi, lo está logrando.

María Rosa palideció ante las palabras de su hija, miró a su alrededor y no estaba su esposo por ninguna parte, todos estos meses la intimidad había desaparecido en su lecho, pero ambos estaban sufriendo por la muerte de su hija y no se habían buscado como pareja. Ahora se daba cuenta de su error.

Sintió como su hija la tomó de la mano y camino con ella hacia un lado de la fiesta, donde la gente conversaba. Pudo ver a su esposo reír felizmente junto a Eva Pandora, era una mujer segura, elegante, bonita y despampanante y sobre todo joven.



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En el texto hay: odio dolor, venganza amor

Editado: 26.12.2022

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