Eva despertó al sentir besos en su cuello, sonrió y rodeo con sus brazos a Vicenzo.
Se sentía ligera como una pluma.
—Buenos días dormilona —él la miró a los ojos, su corazón se aceleró, jamás había visto esa mirada tierna en él.
Cerro los ojos, pero los abrió al sentir su barba rasposa acariciando su mejilla, soltó una carcajada.
—¿Quieres que te traiga el desayuno a la cama?
—¿Puedo comer en la cama? —él sujetó su barbilla con ternura.
—Lo que tu quieras, yo te lo daré —ella se quedó en silencio observándolo ¿esto provocaba la intimidad entre un hombre y una mujer? Ellos se volvían dóciles y hacían lo que ellas pedían, una punzada de celos la embargo al imaginarlo así con su hermana, Vicenzo vio el cambio en su rostro y él que ella se quizo apartar de él —Sólo tú has tenido ese privilegio de que lo que quieras te lo daré.
Ella dejó de tratar de apartarse, lo miró.
—Imagino eso dicen los hombres a las mujeres
Él negó
—No le doy mi palabra a nadie —Eva lo miró, sintió el beso de él en su mandíbula, ambos estaban totalmente desnudos en la cama, miraba el pecho musculoso de Vicenzo aplastando sus senos cremosos —Sólo a ti se lo he dado.
La seriedad con la que se la dijo la hizo sentirse mejor.
—¿Por qué yo?
Él sonrió mientras besaba sus senos, haciéndola gemir.
—Eres la única para mi y eso es suficiente.
Eva acaricio su ancha espalda mientras era besada centímetro a centímetro de su piel, se olvidó de todo en brazos de Vicenzo.
Los días pasaron y fueron los mejores que había vivido, pasearon por la ciudad, se tomaron tantas fotos como pudieron, ella se olvido de su odio, de su venganza, de todo lo que sentía, reemplazandolos por felicidad, atesorando cada momento que estaba viviendo con Vicenzo.
El último día en París lo pasaron en la cama, Vicenzo era insaciable, con tristeza Eva se levantó de la cama, no quería regresar, temía que está felicidad se rompiera.
El timbre de la puerta sonó, sabía era Rodrigo y su chica Sandra.
Vicenzo la beso antes de abrir.
—Buenos días —Rodrigo esperaba ver a la mujer de hielo, pero se sorprendió al verla con una gran sonrisa... la puerta no la abrió Eva... fue Susana, la chica cálida que había amado en silencio.
—Buenos días —respondió Rodrigo, vio salir a Vicenzo de la habitación sacando las maletas, ella los invito a pasar
—¿Disfrutaron sus vacaciones? —él sintió un nudo en la garganta, le dolía saber que la única persona que podía traer a Susana a la vida era Vicenzo.
—Si —respondió Sandra —Gracias Eva ¿disfrutaste las tuyas?
—Si —respondió resplandeciente.
—Vamonos —indicó Vicenzo, no podía evitar sentir celos de Rodrigo, todo este tiempo estuvo cerca de Susana, era el único que sabía su secreto ¿era muy importante para ella?
Coloco su mano en su cintura, la mirada de Rodrigo siguió su mano, desde que lo vio en el apartamento se había quedado callado, la chica con la que andaba era la que respondia por él las preguntas de Susana.
Salieron del apartamento, subieron al auto rentado y se dirigieron al aeropuerto.
—¿Vas en el mismo vuelo que nosotros? —le pregunto Rodrigo.
—Así es
Miró por el retrovisor como apretaba la mandíbula y un nervio saltaba, estaba molesto.
—Pensé venias en tu avión privado.
—No siempre lo uso —sujetó la mano de Eva mientras conduce.
El trayecto al hotel fue en silencio total, él no dejó la mano de Eva y ella no hizo por quitarla.
*****
—¡Es una caza fortunas! —con furia puso el periódico abierto sobre el comedor, su padre estaba sentándose para desayunar —¡Tienes que exigir la boda entre Vicenzo y yo! ¡Salvaste la vida de Enricco y su hijo mira como te lo paga!
La página de sociales estaba llena de fotos de Vicenzo y Eva disfrutando su amor en París, jamás se había visto a Vicenzo con una mujer de vacaciones, los periódicos estaban disfrutando la noticia al máximo, Federico sólo imagino que era su hijita Susana, ambos se veían relajados, sonriendo sin importarles que eran seguidos por los paparazzi.
—Convoca a reunión a Enricco y exigele el matrimonio.
—No lo haré Melany, Vicenzo a dejado en claro que no quiere otra boda, realmente ellos cumplieron su palabra, tristemente Susana no llegó a casarse con él.
—¿Es por ella? ¿Prefieres a esa maldita antes que a tu propia hija?
—¿No lo notas? —su padre mira el periódico, señala una de tantas fotos –Él está enamorado, no va a renunciar a ella para casarse con una mujer que no ama y ni siquiera nota.
Melany miró a su padre con furia, de un manotazo tira la tetera del café y sale del comedor.
—Debo hacerla reaccionar —miró a Rosa, ella suspira
—¿Crees que esté enamorado?
—Lo está, Vicenzo se enamoró de Eva Pandora, nuestra Melany no tiene esperanza.
Rosa asintió, realmente se daba cuenta que su esposo no sentía nada por Eva, podía verlo que estaba feliz por ella y Vicenzo.
*****
—Bienvenido señor –el mayordomo les abre la puerta con una gran sonrisa.
—Por favor que muevan las cosas de la señorita Eva a mi habitación, a la brevedad.
—¿Qué? —Eva lo mira
—Créeme que es lo mejor —sonríe —Si no quieres tenerme llorando frente a tu puerta todas las noches.
Ella suelta una carcajada, nunca había conocido la faceta de un Vicenzo bromista, le gustaba. Se puso serio y la atrajo hacia su cuerpo.
—Quiero dormir abrazado a ti toda la noche, saber que te tengo cerca de mí.
Ella cerró los ojos y pego su cabeza a su pecho, no quería que esto se acabará nunca.
*****
—Vi el periódico, pasaste felices vacaciones —su abogado lo miró con una gran sonrisa.
—Eres mi amigo de toda la vida, alguien en quien he confiado asuntos confidenciales.
—¿Piensas despedirme?
—Si Susana apareciera de repente ¿aún seguiría siendo mi esposa?