Ya estaba a unas cuantas cuadras de mi casa.
Al final David no vino con migo a darles la bienvenida a los nuevos vecinos, ya que como siempre tenía que resolver los problemas del payaso-idiota de John. Él siempre se mete en problemas que pueden dejarnos en evidencia.
No sé qué es lo que habrá llevado a John a perder el control. David, dijo no conocer la razón, pero sus latidos acelerados lo delataron. Me mentía.
Sí, podría haberlo averiguado si agudizaba mis oídos, durante la llamada, pero no quiero nada que ver con él y saber sus líos es meterme en sus asuntos. Lo que exactamente no quiero, suficiente con tener que convivir con él debido a la manada.
Miento. Me muero de la angustia, por momentos llegue a pensar, que David se daría cuenta de cómo me ciento, pero no lo hizo.
La verdad se me hace muy difícil no interesarme en lo que le pasa y odio sentirme así…hagggg…todo es por culpa a eso, al maldito lazo. El hecho de que ambos seamos licántropos hizo que saliera a la luz.
Aparque mi Mustang enfrente de mi casa. Mis padres se encuentran hablando con los nuevos vecinos – la señora es pelirroja y le llega por debajo de los hombros, lleva puesto un short negro con dibujos de flores blancas y una blusa azul de mangas hasta los codos. El señor tiene cabello corto negro grisáceo y algo rizado viste una bermuda azul y una camiseta celeste – creo que le hablan de mí porque me están observando.
Bajo del vehículo y voy en dirección de mis padres con una sonrisa —Cristal, ellos son Graham y Eva Rosewell— Me informo mi madre.
—Un gusto querida— Dicen al unísono, el señor y señora Rosewell. Pero el señor me ve de una manera extraña. Es sólo por unos pocos segundos, nadie parece notarlo. Lo dejo pasar.
—Igualmente— Respondo amablemente, después de darles un beso en la mejilla a modo de saludo y bienvenida.
—Cariño¿y David?, creí que estabas con él— Indaga mi padre.
—Sí, estaba con él—
—Y ¿por qué no vino contigo?— Pregunta mi madre. Le debe parecer raro que no hayamos vuelto juntos. Desde que les presente a David, nunca nos vieron separados el uno del otro.
Un beta, siempre está con su alfa.
Mi madre en varias ocasiones me interrogaba si en realidad éramos novios en vez de amigos, a lo que inmediatamente decía que solo éramos grandes amigos, hasta se podría decir que hermanos.
Aunque siendo sincera no me molestaría ser algo más con David. Es realmente atractivo y su actitud es encantadora, pero soy la única que conoce su lado amable. Bueno también los chicos, pero yo soy su confidente.
Soy una beta leal a su alfa.
No es sólo porque soy su beta, es por lo que pasamos, esos momentos crearon una conexión entre nosotros.
—Hija— Me llama mi madre, al darse cuenta que me fui en mis pensamientos.
—Eh…si perdón, ¿qué decías?— Le contesto, regresando a la realidad.
—Que, ¿por qué no vino David?— Repite su pregunta.
En estos meses le tomaron cariño. A pesar de lo frio que es con ellos, de todas formas lo adoran. Abecés me pongo celosa.
—Ah, es que tuvo que ir a resolver un problema— No mentí, solo omití detalles.
—Hija… ¿y, Lucas?— Habla la señora. Rosewell.
¿Se refiere al mismo Lucas?
Me volteo, encontrándome con una chica, que ha de ser la hija – lo sé porque es pelirroja –
Se acerca —Hola, soy Celine—
—Cristal. Un gusto— Le beso la mejilla.
Saluda a mis padres de la misma forma.
Hechas las presentaciones, los señores nos invitan a pasar a su casa, para conversar cómodamente. Claro está que a Celine y a mí no nos interesa la conversación de adultos.
— ¿Quieres que vallamos a mi cuarto?— Al fin.
—Okey—No pienso decirle que me aburren sus padres, claro también los míos.
—Mamá ¿y mi cuarto? — Pregunta. ¿Cómo no sabe dónde está su cuarto? Ahh, pero llegaron hoy. Supongo que no tuvo tiempo de conocerlo.
— ¿Por qué no se quedan?— Otra vez esa mirada. Y nuevamente soy la única que lo nota.
—Cielo, las chicas no quieren escuchar la conversación aburrida de adultos— Definitivamente la señora Eva, es más agradable.
—Lucas y su madre acomodaron todo. Revisa arriba a la derecha al final del pasillo. Si no es ese, revisa todos los cuartos— Nos vamos en busca de su cuarto.
El señor Graham parece no estar de acuerdo en dejarnos ir. ¿O acaso no me quiere cerca de su hija? Nahh…imposible. Yo, soy un amor.
Una vez abierta la puerta, atravesamos el umbral; detallando la perfecta ubicación de los muebles. Un sofá cerca de la venta, la cual da hacia el jardín frontal y al árbol con su rama crecida cercana hacia ésta.
La cama en medio de la habitación, a la derecha la mesita de luz y lámpara, a la izquierda la mesilla y a distancia el armario, al frente un escritorio con una lámpara. A distancia de ésta a ambos lados se encuentran las cómodas.
Las paredes están decoradas por un tapiz verde con dibujos de flores rosadas y aves en vuelo; iguales a las cortinas pero diferente tonalidad de verde.
Puedo ver la forma de analizar su cuarto, parece al igual que yo recién entrar el cuarto.
Me tiro en el sofá y ella se sienta en posición india en la cama con las piernas cruzadas, cabeza gacha observando sus manos ocultas entre sus piernas; supongo que frotándose y estrujándose dedo con dedo inquieta, ante el silencio de la habitación.
Está nerviosa, tiene una expresión tímida.
— ¿Oye, ese Lucas del que hablan es Lucas Walker?— Rompo el silencio en el que nos encontrábamos inmersas.
Levanta la cabeza —No me sé su apellido— Confiesa apenada.
Me rio — Tranquila. ¿Me lo puedes describir?—
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Editado: 07.11.2019