Flashback
Jason
Me daba asco solo pensarlo. Eliminé gran parte del aire contenido en mis pulmones mientras me observaba en el gran espejo del lujoso baño. Me daba ánimos en silencio, sbía que debía hacerlo por el bien de la misión, me concentré en estimular mentalmente aquellas partes de mi cuerpo que debían estar preparadas para realizar el acto que tenía que cumplir en pos de la maldita misión. Amaba mi trabajo pero esta parte era la más odiosa. A cada uno de los aspirantes se nos había asignado una tarea igual de complicada y solo pasarían a la siguiente etapa del entrenamiento los que la completaran exitosamente. Miré mi torso desnudo y para mí estaba bastante bien, valió la pena tantas horas diarias de dedicación al ejercicio diario y a comer adecuadamente. No debía involucrarme emocionalmente con el objetivo, no importa el grado de intimidad que hubiera debía separar lo profesional de los sentimientos, nos enseñaban a ser fríos y mantenernos mentalmente estables.
—Cariño, ¿está todo bien?, ya me estás preocupado —una voz chillona que empezaba a odiar con fuerzas gritaba del otro lado de la puerta.
—Voy, amor. No te preocupes. Solo estoy preparándome para tí —le respondí gritando de igual manera. Cerré fuerte los ojos y volví a tirar aire para relajarme un poco. No tenía más alternativas, debía salir.
Ni bien abrí la puerta la molesta mujer luego de echarme una ojeada de arriba a abajo se colgó de mi cuello. Hice un esfuerzo por sonreírle y responder a su abrazo. Debía tener más de cuarenta años y yo, poco más de veintidos, me había inscripto para pasar al área de investigaciones y acción en campos de riesgos, ya que siempre soñé con hacer otro tipo de tareas. Lo de patrullar y hacer papeleo no era lo mío, aunque si me mandaban a hacer lo hacía sin dificultad, pero era esto lo que realmente me apasionaba y al fin se había dado la oportunidad. solo quedabamos diez de la larga lista de aspirantes, el entrenamiento era muy duro y había que sortear distintas etapas.
Esta mujer era la esposa de un mafioso que estaba causando estragos en la zona. Mi misión consistía en seducirla haciéndome pasar como mozo en un bar al que ella asistía con frecuencia con un grupo de amigas. despilfarraban el dinero de sus esposos a manos llenas y cada noche buscaban emociones nuevas. La única manera de acercarme al círculo del tipo era ingresar a su ambiente por el lado de su mujer. Asi que allí estaba, enfundado en un traje de mozo, con pantalones y camisa negra, un delantal con grandes bolsillos para portar algunas cosas como lapiceras, papel para tomar los pedidos, encendedores, cigarrillos por si algun cliente necesitaba uno de urgencia, condones, abridor de vinos, etc.
Al verla llegar armando aspavientos a las grandes risotadas con su grupo de amigas, inmedatamente me dirigí a su mesa.
—¿Qué se sirven las señoras? —dije con el tono más seductor que conseguí sacar. Dios, yo no servía para esto. Si quería algo como eso estudiaba actuación ¿no?. Sin embargo, allí estaba con una gran sonrisa exhibiendo mis dientes y fijando la vista primero en una y despues en otra pero deteníendome más tiempo en ella para que se sintiera importante. Al menos eso fue lo que me asesoró el estúpido de Clarke. Pude ver como se miraban entre ellas e intercambiaban risitas.
—Pero miren nada más, ¿qué es esto? —dijo la susodicha dirigiendose a nadie en particular. La cagué, pense en mí.
—¿Perdón? ¿decía usted, señorita? —me dirigí particularmente a ella, deteniendo mi vista en su boca. Sólo se escuchaban murmullos y risitas apagadas.
—Gracias por lo de señorita, cariño. Les decía aquí a las chicas que no se puede creer lo bello que te ves. ¿Eres de la Tierra o de que planeta te mandaron? —me dijo fijando sus ojos de arpía sobre mí. Yo traté de mantener la sonrisa allí donde la había puesto.
—Gracias, señorita. Soy de aquí nomas, es más, del mismo barrio, no muy lejos de aquí —traté de sonar inocente. Una gran carcajada se escuchó entre las presentes —si no me dicen que se van a servir pronto, mi jefe me regañará o peor aún, me despedirá —atiné a decirle. Quería salir de allí a respirar un poco de aire fresco y eliminar de mis fosas nasales la hedentina de perfumes caros que hacian una sustancia tóxica mezclados en el mismo aire todos juntos.
—Oh, ¿pero quien se cree tu jefe? Tu deberías ser un monumento al que hay que adorar, cariño. No te preocupes, yo me encargaré de él. Ahora, trae la mejor champaña que hay. Estamos festejando algo —me guiñó un ojo mientras hablaba.
—Como no, sus deseos son órdenes —dije y me dirigí apresurado al bar a tomar el pedido. Me sequé la transpiración que amenzaba escurrirse por mi frente y tomé grandes bocanadas de aire. Sentí una mano al final de la cual habían unas largas uñas como de bruja bien arregladas y llena de anillos de oro y de todas las piedras preciosas que existen.
—Cariño...¿qué te parece si nos vamos de aquí? Tengo una propuesta para hacerte —era la misma víbora venenosa que se dignó venir hasta donde estaba. No contaba con que respondiera tan rápido, nunca antes habían reaccionado tan rápido a mis indirectas sexuales.
De eso ya habían pasado casi ocho años pero la nueva situación hace que aquello que consideraba polvo se levante y esparza nuevamente nublando mis sentidos.
Fin del flashback
El cansancio extremo que tenían los tres hombres les llevaba a tomar el asunto casi a la ligera. Lo único que querían era tomar una ducha caliente y comer algo sustancioso antes de ir a dormir unas diez horas seguidas.
—Está bien...yo lo haré —dijo Connor de repente. Estaba harto del asunto y ya quería irse de aquel lugar.
Los otros dos lo miraron a un solo movimiento. El jefe Jhonson quedó impávido pero al sopesar las opciones supo que no pondría objeciones. Era obvio que él no era uno de los candidatos, estaba casado hace mil años con la misma mujer y tenía nietos. Era ridículo que se casara con una jovencita de veinte años. Clarke y Connor eran ambos solteros pero Clarke estaba comprometido con Bety, a quien conocía desde hace más de seis años y sabía que estaban muy enamorados. Por más que Bety supiera que era un matrimonio arreglado no creía que le hiciera ninguna gracia el tener que firmar papeles legalmente y convivir en la misma casa con una desconocida. Todos sabían desde el primer momento que la responsabilidad finalmente recaería sobre Connor. Era cuestión de tiempo que él aceptara voluntariamente.
Le hizo señas a Clarke que se retirara para que pudiera hablar con el taciturno Connor. Éste estaba rojo de verguenza y rabia. Tenía una mezcla de sensaciones que no sabía como manejarlas. En el trabajo siempre había cumplido a rajatabla lo encomendado por sus superiores pero esta vez se sentía en una encrucijada. Sabía que era la única manera de salvar a la chica de una cárcel segura pero también se conocía y no aseguraba nada de poder contenerse por lo que sentía por ella. Después de todo, era mujer y las mujeres eran su debilidad.
—Me parece que la chica es más inteligente de lo que pensábamos. Me sorprendió de una manera que no me esperaba —dijo el jefe Jhonson que continuaba sorprendido por el rumbo que habían tomado las cosas.
Al contar con el silencio de su interlocutor continuó diciendo:
—Si te casas con ella, no será necesario un cambio de identidad, adoptaría inmediatamente tu apellido además de tener la protección que necesita las 24 horas del día. Obviamente esto sería solo hasta que realice las declaraciones que necesitamos para guardar por un buen tiempo a Weber, plazo en el que el matrimonio se anularía fácilmente por no haberse consumado —miró de reojo a Connor y lo pensó mejor —Porque no se debe consumar, Connor. Ya conoces cuales son las reglas. No nos involucramos con los testigos. Sean en las circunstancias que sean —lo miró fijamente para corroborar que había entendido a que se refería.
Connor levantó la vista y lo miró fijo.
—Jamás faltaría a mi deber, señor. Usted lo sabe. Puede confiar en mí —dijo renunciando en ese momento a cualquier fantasía que podría haber tenido siendo el esposo de Danna Miller.