Relato en tercera persona
El resto del camino lo hicieron en silencio. Connor maquinaba todo en su mente, fue estableciendo un plan de acción ya que con la premura con la que se dieron las cosas no había podido hacer uno de los pasos más importantes dados durante su adiestramiento: el plan de acción. Fue anotando una a una en su mente las acciones que debía realizar, la mirada era fría y concentrada. Observó por el rabillo del ojo que ella estaba despierta, debía mirar desde afuera la situación y pensar con objetividad o el resto de la misión fallaría. Le era difícil estando en un espacio reducido y estando un al lado del otro pero debía emplear todo su autocontrol para actuar como profesional.
Faltaba muy poco para llegar a su primer departamento, aquel que le regalaron sus padres para que fuera a estudiar lo que tanto le apasionaba. Desde niño supo que quería ser policía, sus juegos, sus deseos, todo giraba alrededor de eso. Sus padres esperaban que fuera algo pasajero y esperaron a que terminara sus estudios para poder enfocarlo hacia el mundo de los negocios, que era en el que su familia se movía. Tenían una cadena de supermercados y acciones en múltiples compañías que los habían convertido en millonarios pero a Jason eso no le interesaba. Su hermano mayor tenía grandes aspiraciones a convertirse en el futuro gerente de la empresa de la familia y él no tenía ninguna objeción mientras él pudiera cumplir con sus metas. De niño fue huraño, serio y mantenía un semblante demasiado seco para un niño de su edad. Siempre fue maduro y tomaba decisiones acertadas, eso lo iba preparando para ser el profesional en el que se convertiría.
—Joe, no podemos obligarlo a hacer algo en lo que fracasará —decía Lila a su esposo. Éste caminaba de un lado al otro furioso. No podía comprender como un hijo suyo deseaba recorrer las calles en busca de delincuentes cuando un imperio estaba puesto a sus pies.
—Le daré tres años, Lila. Si en ese tiempo no logra nada, lo regresaré y lo pondré tras un escritorio y ni tú ni nadie podrá hacerme cambiar de opinión —refunfuñó dándose por derrotado. Difícilmente estaba en contra de las opiniones de su esposa, para él significaba mucho lo que ella proponía, era sabia y había demostrado ser capaz para llevar a cabo grandes proyectos.
Cuando todos cumplieron la mayoría de edad, su padre cedió a cada uno de sus tres hijos parte de las acciones y el dinero de Jason se había acumulado en esos años ya que nunca se interesó por él. Jason vivía de su sueldo como empleado público y jamás les pedía nada por lo que, astutamente, su padre invirtió él mismo comprando más acciones y se encargó de formar un fondo con las ganancias de sus inversiones. Jason ni sospechaba lo rico que era gracias a su padre.
Su hermana menor, Clarisa, aún estaba indecisa por su futuro, cosa que siempre la frustraba. A sus dieciocho años no tenía un rumbo en la vida por lo que se dedicó a disfrutar de las cosas que tenía lo que la llevaba continuamente a meterse en problemas. Lo único que rogaba era que su hermano el poli no se enterara porque era chica muerta.
Roger Connor era astuto para los negocios, había estudiado leyes pero dejó a medias cuando le propuso a su padre trabajar en la empresa. Esto le quitó un gran peso de encima a Joe Connor ya que sentía que necesitaban sangre nueva que inyectara ideas e ideologías revolucionarias. Con Roger los dividendos aumentaron para todos por lo que se podría decir que estaban viviendo un tiempo de gran gozo en muchos aspectos.
Lila Connor era una mujer radiante, de cabellos rubios y ojos azules. Su hijo Jason fue el único que heredó sus rasgos provenientes de algun antepasado vikingo que andaba perdido en el árbol genealógico. Era fina, educada, con grandes modales, todo en ella irradiaba quietud. Amaba a sus hijos y siempre se había dedicado a ellos a pesar de ser la mano derecha de su esposo Joe en sus inicios. Trabajaron de sol a sol para tener lo que tenían y decidió que ya era tiempo de dejar a los jóvenes la tarea que ellos mismos habían realizado.
Esa mañana estaban todos alrededor de la piscina de la mansión en Carliston, era día no laboral por lo que habían decidido pasar un día en familia, cuando Roger se dirigió a ellos nervioso de la mano de una joven bellísima de cabellos oscuros. Todos se quedaron mirando con sorpresa hasta que éste decidió abrir la boca.
—Familia, quiero presentarles a mi prometida, Mayra. Acabo de pedirle que sea mi esposa y ella...aceptó!! —saltó emocionado abrazando uno a uno a sus sorprendidos familires. Nadie sabía que estaba enamorado y menos aún que tenía intenciones de casarse. Felicitaron a la pareja y se alegraron de la alegría de su hijo. Faltaba uno de ellos, al que sin dudas había que hacer partícipe: Jason. A Lila se le escapó una lágrima, le dolía que su hijo se perdiera siempre de los grandes acontecimientos, pero esta vez se aseguraría que acudiera. Tenía que contactarlo para darle la nueva para que él se organizara con su trabajo. Definitivamente, lo mejor que podría pasarles en mucho tiempo sería reunirse como la familia que eran.
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Gente querida!!
Espero que esta historia les siga gustando!! Espero sus estrellitas y sus comentarios!!
Los espero el proximo viernes para más actualizaciones!!