Yo, su protector

Capítulo 18

Llegó el día que Jason debía presentarse en su nuevo destino. Hicieron su rutina mañanera y luego del desayuno salió no sin antes dejar las instrucciones a Danna. Ya las habían repasado varias veces los días anteriores pero no quería dejar de hacerlo. Le entregó la tarjeta de crédito para que comprara lo que necesitara aunque sabía que ésta prácticamente no gastaba en nada, era una muchacha muy económica. Lo que podía, lo hacía ella misma. No había vuelto a comprar comida de afuera desde que ella preparaba los alimentos. Siempre había un olor a pan recien  horneado o a guisados, la casa tenía un extraño aire familiar al que sabía no debía acostumbrarse. Pero era muy difícil con una muchacha como ella que estaba acostumbrada a hacer todas las labores de casa. Ni siquiera iba al lavadero de ropa ya que ella misma se dedicaba a hacerlo. Al principio fue un tanto incómodo saber que ella lavaba hasta su ropa interior pero era fácil acostumbrarse. 

Jason

Me había duchado para dirigirme a mi primer día de trabajo. abrí mi guardarropas y el olor a limpio y a suavizante de ropa inundó mis fosas nasales. Estaba todo perfectamente planchado y ordenado, me empezaba a gustar esto de estar casado, no podía negar que tenía sus ventajas. Escogí la ropa interior y la camisa que iría debajo del uniforme. Puse en una bolsa un conjunto para cambiarme en cuanto llegar a la central.Me puse unos jeans, medias y el calzado. Salí y allí estaba ella, afanada limpiando los restos del desayuno. Sentí una breve opresión en el pecho al saber que no la vería unas ocho horas. Levantó la vista al escucharme y me dedicó una hermosa sonrisa que, como siempre que lo hacía, me dejaba sin aliento. No podía creer que aún siga teniendo efectos en mí.
—¿Ya te vas? —me preguntó con ojos tristes.
—Si, debo apresurarme. No quiero llegar tarde —Saqué la tarjeta de mis bolsillos y algo de efectivo.

—Toma, para que compres lo que necesites
—Oh, no es necesario. Sólo para la casa —dijo sin recibir lo que le ofrecía. Esta mujer valía oro en verdad. No había conocido a ninguna así antes, que no fuera interesada o pidiera algo a cambio. 
—Entonces para la casa —volví a extenderle y con dudas me la recibió. Sus dedos tocaron los míos y me recorrió un escalofrío que apenas pude disimular —pero si necesitas comprarte ropa, calzado, joyas, lo que quieras, hazlo. No debes pedirme permiso ni avisarme. Es para tus gastos personales. Aquí está tu nombre, ¿lo ves?
Ella recién miró la tarjeta y vio estampado "Danna Lynn Connor". Era extraño ver su nuevo nombre que era el mío también y me daba un sentido de pertenencia impresionante.
—Está bien. Muchas gracias —musitó sonrojándose. Era otra cosa que me sacudía el cuerpo. "Maldición, ¿Por qué tenia que ser tan difícil?" , me preguntaba internamente.
—Ya sabes, me llamas cualquier cosa y cuando estés afuera observa todo antes de ingresar..bueno, todo lo que te he explicado. Lo mismo para la casa. ¿Hoy viene Nancy? —miré la hora en mi reloj pulsera.
—No, recién mañana.
—Bien, entonces me daré una vuelta más tarde para ver como va todo. —me dirigí a la puerta y me despedí no sin antes echarle una mirada mientras ella se quedaba inmóvil. Me dolió mucho irme, me había acostumbrado tanto a su presencia que era como si me desprendiera un pedazo de piel, pero era lo mejor. Lo que ella me provocaba ya rayaba en peligroso así que estas horas lejos quizá hicieran que me alejara un poco, aunque la tuviera en mi cabeza todo el tiempo.

Danna

Es el primer día que Jason está lejos de mí. Desde el día en que nos casamos hemos convivido en casa y pasado la mayor parte del tiempo compartiendo el mismo espacio. Sentí un vacío cuando cerró la puerta. Es que a pesar de ser gruñón y andar siempre con la cara de enojado yo sabía que en el fondo era una buena persona, era respetuoso, atento a mis necesidades y lo que era más importante, sabía que estaba protegida con él.
Al principio tenía dudas pues su ceño fruncido me daba la impresión de que estaba enojado conmigo, y no sería para menos pues, que le obligaran a casarse con una desconocida no debe ser nada lindo. Pero al pasar las semanas me dí cuenta que solo era una máscara que ponía para que se lo viera rudo pues tal vez quería combinar la cara con el cuerpo macizo que tiene pues sus músculos sobresalen de la ropa y no puedo evitar dejar de mirarlos cuando él no me ve. Nunca miré a ningun hombre pero él tiene tal belleza que no puedo contenerme, sé que hago mal, que estoy pecando pero como me dijo Nancy, es mi esposo y los esposos se deben uno al otro. Aunque conozco muy bien cuales son las reglas, el señor Jhonson se encargó de explicarme el día que nos casamos. "No debe haber intimidad entre ustedes hasta el fin del trato", cada vez ue me acordaba de esta frase me hacía calor en el rostro.
Decidí salir a hacer unas compras para preparar una rica cena cuando el regresara de su primer día de trabajo. Regresaba y en el pasillo me encontré con la detestable mujer que llegó a la casa el otro día, la que rezumaba perfume caro.
—Hola, mucama. ¿Me anuncias con Jason? —dijo mirándome de arriba a abajo.
—Jason no está. Está trabajando —le respondí tratando de mirarla a la cara. Aún me costaba mucho hacerlo, eran veinte años de costumbres.
—¿Y por qué tanta familiaridad? si solo eres una simple doméstica. Señor Connor para tí, querida —reclamó parada coquetamente y señalandome con el dedo.
—No soy doméstica, señorita.
—Ah, ¿no? ¿y quién según tú eres?
—Yo tampoco sé quien es usted. No se ha presentado.
—¿No te dijo Jason? Soy Jocelyn. Jason y yo teníamos, tenemos...aún lo definiremos..eh, una relación.
—Mucho gusto, señorita Jocelyn. Mi nombre es Danna y soy esposa de Jason —no sé porque lo dije, no había necesidad de hacerlo pero si algo me había enseñado Nancy era que debía luchar por lo que era mío. Y aunque no lo buscamos, Jason era MI esposo.
Ella me miró tratando de desnudarme con la vista y yo la sostuve con mucho esfuerzo, pues no me iba a dejar amedentrar por una desconocida. 
Lanzó una carcajada que retumbó en las paredes del recinto. Estábamos justo antes de abrir la puerta del departamento y era un espacio un tanto estrecho.
—¿Tú? ¿su esposa? jajajajajjajaa, ¿te has visto al espejo o eres ciega? Mírate y mírame, chiquilla. Eso no me lo creo. Dile a Jason que vine y que regresaré cuando menos lo espere. Me debe una explicación —y se dio vuelta alejándose dejándome observar su trasero bien formado y su cintura pequeña. 
No se porque pero me dejó de un mal humor terrible. Yo no era nadie para reclamarle a Jason, solo era su esposa en papeles como dijo el señor Jhonson. No teníamos ningún vínculo, él no me debía nada a mí ni yo a él aunque me hubiera gustado que mientras estemos juntos nos guardáramos el respeto que debe haber dentro de un matrimonio.




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