Jason
Llegué a mi nuevo lugar de trabajo. Desde los inicios de mi carrera que no realizaba esta tarea pero tenía en claro que debía hacerlo para continuar con la fachada que pretendía el señor Jhonson. Me presenté ante mi superior quien me asignó el móvil 554 junto a mi nueva compañera de patrullaje Mina Clerk. Era una morocha sexy con gruesos labios que desde que me vio me dio la impresión de que me coqueteaba. No le presté atención ya que no era bueno involucrarme en estos momentos con nadie. En mi legajo decía que mi estado civil era casado por lo que mis superiores estaban al tanto de esta situación, no quería levantar sospechas para nada. De todas maneras, esta vez fue diferente. Es increíble como esa muchacha que me espera en casa me ha cambiado la vida y la forma de ver las cosas. No me da lugar a pensar en nadie más, fuera en otras circunstancias ya mismo hago una cita para voltearme a esta voluptuosa oficial que aprovecha para manosearme cuando puede. Debo mantener las distancias con ella.
Pasamos la jornada de patrulla y hacemos un par de procedimientos normales: un robo, un intento de violación...las horas pasan lentas. Extraño la comida de Danna y suspiro un par de veces.
—Guauu...¿a que se debió eso? -me pregunta extrañada mi compañera.
—Nada, es solo que quiero que termine la jornada. Debo volver a casa, alguien me espera —le digo tratando de marcar la línea del límite.
—Oh —se quedó pasmada. Y no preguntó nada más. Mejor para mí, no tenía ganas de entablar una conversación. Yo soy asi, taciturno, callado. No me gusta hablar más de lo necesario.
Termino la jornada y regreso a casa. ya se siente el olor a comida en cuanto llego al umbral de la puerta, meto la llave y me doy con una sorpresa.
Relator
Danna se pasó limpiando y ordenando la casa. Aprovechó para cambiar las sábanas de las camas y lavarlas aprovechando el hermoso sol del día. Almorzó algo liviano y volvió a salir. Quería comprar un libro para entretenerse en los largos momentos que le tocara estar sola. Faltaban unas horas aún para que Jason regresara y su corazón palpitaba rápido cada vez que lo recordaba. Se dirigió a la librería que había visto cuando salía a hacer compras con Nancy. Recorrió extasiada las estanterías. Esta vez era libre de leer lo que quisiera o al menos Jason le había dado la confianza para que ella tomara decisiones sola. Mientras estuvo en la aldea aprovechaba cuando salía a llevar el canasto para esconder alguno de los libros "prohibidos" que su abuela guardaba en el baúl y los devoraba con ansiedad. Contaban historias que hasta entonces eran lejanas y difíciles de creer pero estando del otro lado sabía que muchas de ellas eran posibles, como las relaciones entre parejas o los enriedos con amantes. Al encontrarse con Jocelyn le surgió la necesidad de competir por Jason aunque no sabía como, seguro ellos habían estado relacionados de alguna manera pero no sabía hasta que punto. Suspiraba profundamente sin notar que alguien observaba la escena del otro lado del estante. Se acercó a pagar pero en un movimiento brusco que hizo el libro cayó. Inmediatamente unas manos masculinas se apresuraron a levantarlo. Al llegar a su rostro vio unos hermosos ojos negros que la miraban con simpatía.
—G-gracias —le djo y dio vuelta la mirada. Aún no se acostumbraba a esto de mirar directo a los ojos a alguien. Apenas si se estaba familiarizando con los azules ojos de Jason.
—Uy, ¿por qué tan hosca, bella dama? —escuché una voz amable.
—P-perdón, no quise ser grosera —le regaló una media sonrisa para que no sintiera que lo irrespetaba.
—¿Puedo saber el nombre de tan escurridiza señorita? —extendió una mano a mano de saludo. Danna no sabía bien que hacer, no quería ser grosera pero tampoco darle confianza. Era una mujer casada despues de todo y le debía respeto a su esposo. Un pensamiento atravesó su mente, ¿y si él no la respetaba a ella? ¿por qué había regresado Jocelyn cuando él le pidió que se fuera?, seguramente seguían manteniendo comunicación y ella no lo sabría.
—Danna Connor —le dijo concentrándose en decir su apellido de casada.
—Mucho gusto, Jack Donovan
—Un gusto, señor Donovan. Debo irme. Y gracias por lo del libro —salió apresuradamente para ir a casa.
Al llegar, otra vez la misma escena. Estaba de nuevo esa mujer.
—¿No pasas aquí no? ¿No deberías estar fregando la casa esperando a tu "esposo"? —rió con sorna mirandola despectivamente.
—¿Qué desea, señorita Jocelyn? —trató de ser amable
—Voy a esperar a Jason
—Como quiera...—al intentar cerrar la puerta, la atrevida mujer se escurrió dentro y se sentó en el sofá. No sabía que hacer, obvio no iba a sacarla a patadas, era casa de Jason, así que él decidía quien entraba o no. Suspiró y continuó haciendo sus cosas normalmente mientras era analizada con la mirada como un scaner por la intrusa.
—Supongo que detrás de esa carita de inocente se esconde una gran amante o Jason no habría querido casarse contigo —tiró su veneno haciéndola dar un respingo.
—N-no entiendo lo que quiere decir —aunque había leido mucho en los libros prohibidos acerca de las relaciones sexuales y entendía en sí la biología del proceso, le causaba una gran vergüenza hablar abiertamente del tema.
—Vamos, princesa. Conozco bien a Jason, a él le gusta el sexo duro. Me hacía chillar cuando metía su preciosa polla en mí —Danna dio vuelta la cara rápidamente pues no podía creer el descaro de esa mujer. Se hizo la que estaba ocupada preparando la cena. Tenía una mezcla de sentimientos, no sabía si de vergüenza, rabia, celos y pudor.
En ese momento la puerta se abrió y entró un sorprendido Jason.
Jocelyn se levantó como si tuviera un resorte y dio una corridita hasta llegar a él e hizo lo mismo que el día anterior. Esta vez se atrevió a envolver la cintura de él con sus piernas mientras lo abrazaba fuertemente del cuello, dándole un sonoro beso en los labios. Y tal como había pasado antes, se quedó sin hacer nada por unos instantes. Lo tomaba desprevenido.
—Suéltame, Jocelyn -dijo en un tono tan fuerte que ésta tuvo que obedecer.
—Mi amor, estaba esperando tu llamada. Quedaste en hacerlo —aleteaba sus pestañas postizas.
—Yo no dije nada. Creí ser claro contigo, Jocelyn. Tú y yo no tenemos nada. Quiero que te retires de mi casa en este instante —miró rápidamente hacia donde estaba Danna mientras ésta tenía la mirada gacha en un rincón.
—Por esta vez, ganas, mosca muerta...—se dirigió despectivamente a Danna mirándola con disgusto.
—¡Vete! —gritó Jason tomándola de la muñeca para arrastrarla hacia la puerta.
—Esto no va a quedar así, infeliz. Esa perra me las va a pagar. Tú eres solo mío ¿entendiste? miooo —siguió gritando detrás de la puerta que Jason cerró prácticamente en su cara.
—¡Maldita loca! —gritó golpeando la pared con los puños. Miró hacia donde estaba Danna y ésta se veía muy turbada por lo que había pasado. Estaba seguro que las palabras de Jocelyn la habían herido. Ella era tan frágil. Le dolió ver que silenciosas lágrimas surcaban por su carita hermosa.
—Danna, perdona. Yo...
—No tienes porque pedir perdón. Esta es tu casa, Jason y aquí puede entrar quien tu quieras —optó por decirle mientras se hacía la afanada con la preparación de la cena.
—Ella no es bienvenida a esta casa, la proxima vez que venga, me llamas y mandaré una patrulla para detenerla por violación a la propiedad privada. ¿Me entendiste? —otra vez estaba el tono duro pero era la única manera de dejar en claro lo que quería y no hubiera confusiones.
Ella asintió levemente aún sin levantar la mirada. Maldijo por lo bajo por todo lo que tenía que pasar, estaba cansado por el trajín y volver a casa con esto lo sacaba de las casillas.
—La cena casi está lista —anunció ella.
—Bien, me daré una ducha y regreso.