Yo, su protector

Capítulo 22

Jason


Maldecía el ambiente incómodo que había generado Nancy. Diablos, ¿por qué mierda estaba así? El beso que di en los labios a Danna me volvió loco. No imaginé que algo tan inocente me provocara el huracán que tenía por dentro. Mi sangre hervía y no era de bronca precisamente. Tuve que darme una ducha de agua fría para bajar los niveles elevados de hormonas revueltas sino pasaría un momento incómodo. Encima nancy parecía tener un scaner en sus ojos y podía ver lo que había en mi interior...y en mi exterior tambien aunque tratara de disimular. Esa muchacha y su carita me estaban matando lentamente, se me hacía difícil mantenerme a raya. "Soy su protector, soy su protector", me repetía mil veces tratando de calmar las aguas que amenazaban desbordarse. Tenía que concentrarme en la misión. Tomé mi celular y diagramé los pasos a seguir en el plan de acción. No debía desviarme aunque solo aparecieran en mi mente un par de ojitos marrones que me tenían sin dormir.
Traté de relajarme sirviendo un vino que ofrecía a Danna. Y ahí estaba ella otra vez, con sus provocaciones, relamiendose los labios cuando el vino los tocó, quise estar diluido en esa copa que tomó con sus pequeñas manos, Esta vez tuve que hacer mis ejercicios mentales de relajación para poder concentrarme en la cháchara de Nancy y obligué a mis ojos a mantenerse alejados de esa otra mujer que estaba más callada que nunca tal vez sin saber todo lo que tenía adentro de mí.
Me fui a dormir con mi cabeza hecha una ensalada y casi podía escuchar mis pensamientos morbosos en mis oídos. Decidí gastar las pocas energías que me quedaban en el gimnasio, en el cual estuve más o menos una hora sudando para eliminar los restos de adrenalina que tenía acumulados. Esperaba poder conciliar el sueño...o pronto me quedaría sin energías para continuar con la misión.


Danna

Nancy me llevó al día siguiente al mismo lugar donde fuimos la primera vez de compras. Me dijo que haríamos algunos cambios en mí pero no entendía para qué, yo era yo sin importar como me peinara o vistiera, pero no quería quedar mal con ella que siempre había sido buena. Miré horrorizada como exprimía la tarjeta que Jason me había dado.
—No, hijita. Si tu esposo no gasta en tí, lo hará en alguien más, así que no te preocupes. Es su obligación —aconsejaba estoicamente cada vez que le pedía que se controlara. 
Me dio miles de consejos mientras me arreglaban el cabello, por primera vez en mi vida supe lo que era una depilación y espero, por Dios, no volver a pasar por ello. Me pusieron cientos de cremas y mascarillas en el rostro y me hizo medir varios conjuntos de ropa. Esta vez probamos cambiar un poco los vestidos por outfits de dos prendas: blusas y faldas, algunas de ellas eran entalladas, cosa que no estaba acostumbrada pero sabía que en algun momento debía integrarme al nuevo mundo en el que estaba. Debía adaptarme aunque fuera un cambio doloroso. 
Los consejos que me daban iban desde atenderlo en sus necesidades alimenticias hasta las de otro tipo que "solo se dan en la intimidad". Pude saber más o menos a que se refería, cada vez me imbuía más en los libros que antes eran prohibido para mí. Gracias a ellos mi mente empezó a abrirse de una manera que nunca imaginé. Realmente había otro mundo aquí afuera y debía ir con la corriente. Me la pasé ruborizada la mayor parte del tiempo al pensar en las "artes " que debía aprender a cultivar para mantener alejadas a las alimañas como Jocelyn. De esas había miles, palabras textuales de Nancy. Me eligió varios conjuntos de ropa interior y calzados con un poco de tacos para estilizar mi figura y no parecer tan enana al lado de mi gigante esposo.


Cada vez estaba más nerviosa porque debía explicarle en que había gastado tanto. Ojalá no me reprenda, de solo pensar que me mirara duramente con esos ojos azules me daban escalofríos. De repente como si lo hubiera invocado, sonó mi celular. Me sobresalté, pues nunca había recibido una llamada. Nancy me explicó como contestar.
—Danna, ¿estás en el centro comercial? —escuché su grave voz al otro lado.
—S-si...por qué? —miré para todos lados, dándome la impresión de que estaba observándome desde algún sitio.
—¿Con quien estás?
—Con Nancy, ¿por? —trate de sonar lo más calma posible. Su voz me intimidaba y también se mezclaba con algo más que no podría explicar.
—Nada, nada. Era para corroborar, pensé que te habían robado la tarjeta —casi pude sentir que se sonrió del otro lado. Su tono se había suavizado.
—¿Cómo lo sabes? —estaba curiosa...¿cómo supo donde estaba y lo que hacía?
—Te explicaré en casa. Continúa. No hay problema. Nos vemos más tarde —diciendo esto colgó y me quedé con su voz vibrando en mi oreja.


Me dolían mucho los pies cuando regresamos cargadas con Nancy. Ella se despidió y decidí darme un baño antes de limpiar un poco. Habíamos perdido varias horas y no había hecho nada. No quería que él llegara y viera el desastre que había de bolsas y paquetes. Faltaban varias horas aún para que regresara así que tomé mi tiempo para cambiarme tratando de no tocar el cabello que me habían arreglado en una hermosa coleta, era un peinado un poco más moderno que el anterior y me gustaba como me quedaba. Mi cabello estaba lavado y peinado por lo que destellaba un brillo que antes no tenía. Estaba envuelta con la toalla y salía del baño cuando la puerta se abrió de un tirón. Quedé paralizada en mi lugar. Jason había regresado. Y no estaba solo...

Jason


—Estoy que me meo, Connor —mi compañera se removía en el asiento de la patrulla.
—Estamos muy lejos de la central, tendrás que aguantar.
—Oh, por favor ¡por favor!! ¡Búscame un baño!! —casi gritaba. Ya no la soportaba. El lugar más cercano era mi casa. Habíamos salido un poco del recorrido habitual ya que buscábamos a un sujeto con ciertas características que había huido luego de un intento de violación. Se nos ordenó que ampliaramos el radio de búsqueda por lo que sin darme cuenta, estabamos en la jurisdicción de mi vecindario.
—Te llevaré a mi casa, pero no nos detendremos más tiempo, debemos regresar pronto a marcar la salida —le dije sin mucho entusiasmo. Estaba cansado y quería volver a casa.
—Está bien —ronroneó ella sugerentemente.




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