Yo, su protector

Capítulo 24

Danna

La rutina seguía implacable día con día. Había algunos momentos en los que me sentía triste por no saber nada de mi familia. El ritmo de la casa, atender a Jason cuando volvía de trabajar, leer interminables horas, limpiar, cocinar, en fín, todo se estaba haciendo algo tedioso. Con la única que conversaba dos veces a la semana además de Jason era Nancy que seguía firme con su espíritu siempre alegre que me sacaba risas. También me hacía sonrojar muchísimo con sus consejos de como ser una mejor esposa para un hombre como Jason. Me contaba de las aventuras en la que lo había descubierto desde que era un jovencito y como arrastraba a las chicas con las ropas en la mano y lo mandaba a ducharse para "quitarle los restos de la noche". Casi podía imaginarme las escenas, que se sucedían unas a otras mientras cocinaba o mientras ordenaba su ropa. Todo en su habitación olía a él. Pude sentir su aroma característico el día en el que se acercó a mí a detenerme cuando quise escapar. y desde allí supe exactamente por que lugar de la casa andaba, me había convertido en un sabueso prácticamente. Este pensamiento me hizo sonreir sin darme cuenta que él me observaba durante la cena. Ya era viernes, esperaba que no tuviera que irse a trabajar el fin de semana, ya que a veces, cuando surgía algo le tocaba cumplir también.
—¿Qué es lo gracioso? —me preguntó y yo pues, no podía responderle por la pena que me entró.
—N-nada...solo estaba pensando en los chistes de Nancy..—no quería decir una mentira completa, al menos en parte era la verdad.
—¿Ah, si? ¿Y se puede saber el chiste? Cuentamelo así nos reimos los dos —me dijo con una extraña mirada en su rostro. Bajé rapidamente la vista, temía que él pudiera escuchar mis pensamientos.
—N-no se contar chistes...no me sale como a ella. Le diré que ella misma te lo cuente en cuanto venga —mi cara ardía por la mentirilla. Si mi abuela se entera me da unos buenos latigazos como castigo. Doble cantidad si es a mi esposo a quien le miento. El solo me miró y calló. Agradecí al cielo que no insistiera.
—Danna, mi hermano se casa en pocos días. tendremos que asistir a la boda —me dijo repentinamente. Yo quedé a medias con el tenedor en el aire. Tragué con dificultad, pues me daba miedo conocer lo nuevo. Apenas me estaba empezando a acostumbrar a mi nueva vida y ya surgía otra cosa a la que debía adaptarme.
—¿Consideras que debo ir? —pregunté con la esperanza de que me dijera que no. Se me ocurrió algo —¿Podría quedarme aquí con Nancy? —se me iluminó la cara, esa idea me gustaba mucho.
—No lo creo, Danna. No estás de vacaciones. Sabes por que estas aquí y comprendes que es grave, ¿verdad? No quiero que salgas del foco. Recuerda siempre porque estás aquí —expresó con el tono de voz un tanto rudo. Cuando hablaba así me daba un poco de temor, aunque Nancy ya me había explicado que él no era así en realidad y que en el fondo era tierno...muy en el fondo diría yo.  Solo asentí con la cabeza dándole la razón en todo.
—Vamos a repasar de nuevo todo —me dijo una vez que levanté la mesa y lavé todo. Trajo unos papeles y los celulares de ambos para sincronizarlos. Estuvimos aproximadamente una hora más, el con su aire profesional como siempre que haciamos esto. Me hacía repetir hasta el cansancio lo que debía hacer según se presentara cualquier circunstancia. En esos momentos se convertía en un frío policía que hacía su trabajo y no me permitía desviarme ni un poquito del objetivo. 
—Ahora bien, vamos a agregar algunas cosas —afirmó poniendo una mano en su barbilla apoyado el codo en la mesa —Como vamos a estar con mi familia, lo más probable es que nos pregunten como nos conocimos, de donde, cuando...en fin, todas esas ridiculeces por las que pasa una pareja normal —ni siqueira levantó la vista cuando hablaba, estaba sumido en sus pensamientos, podía sentir como trazaba un plan en su cerebro.
—¿Y qué vamos a decir? —pregunte timidamente con miedo a que me saliera con algún tono de enojo.
—Déjame que lo piense y te diré. Ahora estoy cansado, mañana continuaremos después de desayunar. Puedes pensar en algo si quieres y nos pondremos de acuerdo, ¿si?
—Está bien. Así lo haré —dije sonriendo. Al fin podría desplegar mis ideas de novelas románticas aunque no estaba segura de si a él lo convencían lo suficiente. Pasé entusiasmada el resto de la noche haciendo una lista de las cosas que me gustaban y las que no, sentía que tenía una inyección de energía por algo que estaba fuera del rutinario trajín. Al fin algo interesante que hacer.

Jason

Me revolvía nervioso en la cama, no teniendo idea de la hora. Esto de la visita a mi familia me tenía con el estrés a su máximo nivel. Debía pasar por la mirada de mis padres y la curiosidad de mis hermanos. Ya estoy escuchando todo lo que van a hablar y preguntar. Ojalá esto sea más fácil. ¿Por qué el hecho de casarse no es algo sencillo sin tanta preguntadera?. Bufé en la semi oscuridad del cuarto y ya la cama estaba destendida de tanto que me movía en ella sin poder conciliar el sueño. Para desviar la atención del tema, armé otro plan en mi cabeza, todo lo que debía preparar para el viaje, pero ante todo debía prepararla a ella, tenía que cambiar su forma de vestir y verse, no debía mostrar rastros de su procedencia por si alguien en algún momento hilaba de donde venía con este nuevo matrimonio. Busqué un par de contactos y al fin, el cansancio me venció, ya era la hora inevitable de encontrarme con ella en las profundidades de mis sueños.


Por ser fin de semana decidí que daría descanso a mi mente y cuerpo atormentados por el trajín de la semana. Traté de dormir lo más que pude pero los deliciosos olores de la cocina me despertaron, me di una ducha rápida más que nada para alejar al demonio que se apoderaba de mi entrepierna cada mañana. El solo hecho de pensar que ella estaba en la cocina, que estaba en mi casa, que estaba alrededor mío me tenía siempre excitado. Cada vez debía hacer mayores esfuerzos y ejercicios de relajación para evitar lanzarme sobre ella como un tiburón a un pez pequeño. Me vestí cómodo y fui al encuentro de su frescura y descansado rostro sin nada de maquillaje. ¿Cómo podía verse así sin nada más que el adorno de sus pestañas y el contorno perfecto de sus labios? No había conocido antes a una mujer así. Todas se tiraban kilos de maquillaje encima como si fueran una pared revocada para parecer ser más bellas. Danna no lo necesitaba, era hermosa sin nada de eso. De todas maneras, llamaría mucho la atención con esa misma naturalidad que a mí me tenía sin dormir.
—Hoy va a venir una persona a ayudarte con tu cambio de look -—e dije mientras desgustábamos las delicias que preparaba. 
—¿Cómo? ¿Qué cambio? —me preguntaba ella sorprendida, dejó de comer por un momento y empezó a verse nerviosa.
—No te preocupes, solo te dará consejos y tú dirás si estás de acuerdo o no, nadie va a obligarte a usar o vestir nada que haga sentirte incómoda —trataba de hacerla sentir bien.
—¿Qué hay de malo con la ropa que compramos con Nancy? —una sombra de tristeza cruzó por sus ojos. en ese momento comprendí que las palabras de Jocelyn acerca de su aspecto la habían afectado bastante.
—No tiene nada de malo, todo es muy lindo pero mi familia es especial, Danna. Necesito que estemos a la altura 
—Entiendo —dijo ella tristemente. Mierda, no quería que se sintiera así pero no podía hacer nada para hacerla entender.
—Prepárate porque llegará en cualquier momento —miré mi reloj pulsera. ¿Por qué Clarke tardaba tanto? 




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