Danna
La rutina diaria se apodera de nuestras vidas, Jason va cada día a su nuevo trabajo y yo me quedo en casa limpiando, cocinando y haciendo compras. Dos veces a la semana sigue viniendo Nancy a ayudarme, más bien no hace falta porque mantengo limpia la casa pero Jason no quiere dejarla, ella necesita el dinero que le paga por hacer y yo su compañía ya que es la única mujer con la que converso y tengo un cariño especial. Desde que nos vimos la primera vez hubo una energía especial entre ambas, siento que a ella le puedo hablar de cualquier cosa.
—¿Por qué estas tan callada, princesa? —me dice la mujerona con su mirada puesta en mí. Estamos terminando de preparar la cena. Ya pronto será la hora de salir del trabajo de Jason y ella se ofreció a ayudarme. De paso quiere verlo pues desde que inició su nuevo trabajo no lo ha visto.
—No tengo nada, Nancy. Solo estoy un poco cansada —parece que no me creyó mucho porque tomó mi barbilla para obligarme a mirarla.
—Tú no puedes ocultar nada, mi cielo. Eres como un cristal. Ya sabes que puedes decirme cualquier cosa. ¿Te hizo algo Jason? Porque si esa bestia se atrevió a hacerte daño se las va a ver conmigo.
—¡Oh, no! Todo bien con él, casi no nos vemos, solo a la hora de la cena y muy temprano antes de irse. No es eso...o no sé la verdad. Vino Jocelyn...
—Esa zorra —masculla y yo me tapo la boca por como la llamó. —Y te dijo algo que te lastimó, ¿no? Conozco a esa calaña de mujeres
—Me exigió que nos comparáramos y dijo que yo...que yo —no puedo seguir hablando. No tiene porque afectarme lo que esa mujer me dijo. Jason y yo solo estamos casados con papeles, no tiene ninguna obligación conmigo. No sé porque me pongo así.
—Mi niña bella, esa mujer no te llega ni a los talones. No tienes porque sentirte mal, tu eres valiosa para Jason, te lo puedo asegurar. Nunca lo ví tan centrado como ahora. Y ahora lo voy a corroborar.
—¿Puedes ayudarme a estar...mejor? Digo...a cambiar mi aspecto, a ser más como una mujer "normal". Estoy harta que me miren como si fuera un bicho raro —ella me mira con una ternura infinita. Mi madre falleció cuando yo era pequeña y nunca tuve a nadie que se le pareciera o que tuviera la misma confianza y parece que al fin la he encontrado.
—Mi vida, eres bella. Pero vamos a hacer lo posible para que el tonto ese de tu marido vea lo que se pierde contigo, ¿si? —me subió un calor a la cara cuando ella mencionó esto, no puedo entender porque. La sola mención de su nombre o de la palabra "marido" o "esposo" enciende algo en mi interior.
Sentimos abrir la puerta y entra él, majestuoso como siempre, abarcando casi toda la puerta con su tamaño. Cierra y se sorprende de ver a Nancy. Se acerca con la cara llena de risas para saludarla, a mi me hace una señal afirmativa con la cabeza a modo de saludo.
Nancy se acerca rápidamente a él.
—Vas a saludar a tu esposa con un beso —le ordenó tomándolo fuertemente del brazo y es increíble la fuerza de esta mujer para mover mas de noventa kilos de puro músculo hasta llevarlo adonde yo estaba. Agache la mirada de la vergüenza que tenía.
—Buenas noches, Danna —me dijo él y sus ojos brillaban extrañamente. Se acercó y depositó un beso en mi mejilla ardiente.
—B-buenas noches —atiné a decir y casi no oí mi propia voz.
—¡Vas a saludarla bien! —emitió un grito Nancy pellizcándole.
—¡Auch!! —Jason hizo un gesto de dolor. Casi se me escapa una risita, no sabía como hacía esta señora para dominar una bestia como él. Él miraba alternadamente primero a una y despues a otra. Volvió a acercarse y yo no entendía nada, ya me había saludado, ¿qué más quería Nancy? Lo ví acercarse lentamente hasta que su rostro estuvo encima mío, se agachó para alcanzar mis labios, yo institivamente cerré los ojos de la vergüenza que tenía. Me dio un beso en mi boca cerrada y me dijo un "Hola" pegado a ella y sentí como quedé sin respirar por unos momentos, su aliento tocó mi rostro y su olor masculino me llegaba en oleadas.
Se produjo un silencio incómodo cuando él se alejó de mí y otra vez ví la mirada que tenía cuando lo vi por primera vez, cuando sentía que atravesaba mi ropa con sus ojos. Me acordé de respirar y me dí vuelta rápidamente para dirigirme a la cocina.
—Serviremos la cena. Ve a ponerte cómodo y a lavarte tus cochinas manos —mandoneó Nancy. Él no dijo nada y se fue sumisamente a hacer lo que se le ordenaba.
Terminamos de preparar lo que quedaba y empezamos a poner la mesa. Nancy seguía con su perorata de siempre contando sus anécdotas y chismes de barrio. Mi voz se escapó de mi cuerpo, no podía dejar de pensar en las sensaciones que tuve, traté de respirar hondo para calmar mi corazón atolondrado. Al rato escuché que el volvió al comedor. Se había bañado y tenía ropa cómoda, se acercó al mueble y sacó un vino blanco y tres copas. Sirvió y me acercó una de ellas, yo traté de negarme pero la mirada que me dio me obligó a tomarla, yo nunca bebí alcohol así que solo mojé mis labios, el sabor era entre dulce y amargo. Pude notar una fuerza poderosa que me observaba, sus ojos emanaban algo diferente. Ya me había acostumbrado a su mirada fría, a su voz potente que siempre hablaba ordenando, me era difícil notar al Jason en esta actitud. Comimos amenamente, siempre Nancy alegraba nuestros días, era una mujer de hierro. Mientras lavábamos y limpiábamos todos, Jason se sentó en el living a ver un poco de televisión y Nancy aprovechó para acercarse y susurrar en mi oído.
—Prepárate mañana, niña. Vendré a buscarte y vamos a salir tú y yo a hacer compras. Asegúrate de que este energúmeno te de dinero para gastar ¿eh? —me hizo un guiño y pronto se fue. Ya era tarde y se negó a que Jason la llevara en el auto.