Luego de hablar un rato de cosas triviales, Bety y Danna van al tocador de damas. Di un suspiro al verla alejarse, su brisa suave quedó prendida en el aire viciado y me dio un frescor que hizo que cerrara involuntariamente los ojos. Grave error, mi amigo no se perdía un movimiento, empezó a carcajearse.
—Estás perdido, amigo —se burló sin reservas para luego llevarse a la boca su vaso de whisky
—Estás loco, Clarke. No sé a que te refieres, ¿ya se te subió el whisky a la cabeza? —lo imito en el movimiento. No quitaba sus luminosos ojos verdes de mi rostro y ya me sentía incómodo de la situación. Maldije en mi interior haberme dejado llevar por estos dos, debimos quedarnos en casa encerrados y nada de esto estaría pasando. El ambiente que me rodeaba, más la compañía y el alcohol constituían una mala combinación para mi cordura.
—No puedes evitarlo, aunque quieras disimularlo. Estás perdido por esa muchacha, si te vieras...—fue interrumpido por un movimiento debajo. Él miraba hacia la pista de baile, por la que había que pasar obligadamente para llegar a los baños de damas. Se levantó haciendo un movimiento brusco al correr la silla, seguí su mirada e impulsivamente hice lo mismo. Mi sangre era puras burbujas y se arremolinaba queriendo salir por mis sienes. Apreté los puños y me dirigí sin mirar a nadie hacia donde estaba ella. A un maldito infeliz se le ocurrió tocarla. Era hombre muerto. Corrí con Luke pisándome los talones y llegamos en tiempo record hacia donde se había producido un pequeño tumulto. Danna estaba pegada al hombro de Bety con una cara de terror que no había visto antes mientras esta revoleaba la cartera por el aire tratando de darle a un tipo que tenía una mueca de burla en la cara.
—Aléjate de ella, es una mujer casada. ¿Quién te crees que eres para hacer algo así? —gritaba desaforada Bety y la creí capaz de enfrentar un ejército.
—¿Qué está ocurriendo aquí, Bety? —Luke fue el primero en hablar.
—Este tipo es un animal, íbamos pasando y se le ocurrió manosearnos, lo hizo con Danna pero cuando lo ví atiné a darle un arañazo —el tipo tenía la cara marcada y se la acariciaba sin que la sonrisa pedante saliera de allí, parecía no incomodarle para nada su accionar.
En ese momento enloquecí. Si no fuera porque Luke adivinó mi movimiento el tipo ahora estaría muerto, logró amortiguar el puñetazo en la cara que le dí. La sangre salía a borbotones mientras gritaba como condenado poniendo ambas manos allí. enseguida los curiosos nos rodearon y vino el personal de seguridad, les explicamos los hechos y sacaron al tipo y su grupo, Danna estaba demasiado perturbada y decidimos no hacer denuncia, esperaba que una nariz rota fuera suficiente castigo para el depravado que osó poner sus manos encima de mi mujer.
Me acerqué a ella, ya estaba más calmada y la rodeaban varias mujeres que se habían acercado a ver como estaba, en estos casos casi siempre hay un sentimiento de verse reflejadas entre las mujeres, lo había visto otras veces.
—Ey, ¿estás bien? —le pregunté. Ella no me miraba, se escondía entre los brazos de Bety. Me sentí impotente y un terrible protector, ¿dónde mierda estaba yo cuando ella me necesitó?,
—Si —contestó con timidez.
—Ven, necesito hablar contigo —a tomé del codo para alejarla de las que estaban rodeandola, necesitaba tenerla a mi lado, consolarla, calmarla.
—N-no —expresó tímida pero desafiante a la vez alejando bruscamente su brazo de mi agarre. Me quedé pasmado sin saber que hacer.
—¿Cómo? ¿Por qué? —prácticamente le grité en la cara, pude ver gotitas de mi saliva golpear contra su rostro de tan cerca que estaba.
—Quiero quedarme con las chicas, si no te molesta. Estoy nerviosa...—agachó la mirada, ¿por qué mierda no me miraba a la cara? Sentí que alguien me empujaba hacia atrás alejandome de ella, era Bety.
—Déjala respirar, Jason. Tu no entiendes, para cualquier otra es algo que pasa habitaulmente pero no para alguien como Danna, estoy segura que está avergonzada y no quiere mirarte a la cara, date cuenta —casi sonó como un regaño. Continuaba hablando pues yo no tenía nada para aportar.
—Yo me quedaré con ella. Te avisaré cuando esté lista para irnos —no me quedó otra que alejarme, quería consolarla, quería ser yo quien la abrazara calmándola para hacerle saber que todo estaría bien. Le había fallado, maldición, yo debí estar a su lado, yo debía protegerla y no me iba a perdonar nunca que pudo haber pasado cualquier cosa y yo no estaba allí para ella. Me dirigí con toda la furia contenida en mis puños sangrantes a la barra y pedí un whisky. Estaba solo, hasta mi amigo había decidido quedarse a acompañar a su mujer, y yo no podía hacerlo con la mía. Me sentía impotente, tanto que inconscientemente apreté el vaso que tenía en la mano hasta que mis nudillos se volvieron blancos. Con toda la rabia encima me dirigí al baño, sin abandonar ni un momento lo único que podría calmarme en estos momentos: el alcohol.