Yo, su protector

Capítulo 30

Danna


No sé cuantas horas pasaron. Me llevaron a una habitación con una cama y un baño pequeño. Me dejaron ropa limpia. Una señora a la que le faltaban los dientes entró haciendome sobresaltar. No podía detener mis lágrimas aunque me esforzara. Estaba muy asustada y la incertidumbre de no saber que harían conmigo y con Jason me comía los nervios. La señora me hizo una seña de que me pusiera de pie y ella misma empezó a quitarme la ropa. Al principio quise resistirme pues nunca había pasado por algo así, me dio una bofetada tan fuerte que me hizo saltar más lágrimas. Una vez desnuda me llevó del brazo hacia el baño y abrió el grifo de agua fría, me obligó a lavarme el cabello y a enjabonarme el cuerpo. Ella no se movió de allí, yo estaba horrorizada, solo quería estar tranquila. Me ordenó cambiarme y cepilló mi cabello dejándolo suelto. Busqué un trozo de tela para cubrirlo pero me lo impidió dando un golpe en la mano que me hizo retroceder. Me hizo señas de que la siguiera y salimos por un largo pasillo. Había muchos hombres apostados y yo no podía cubrime el cabello. Agaché la  mirada y caminé sin saber mi rumbo.
Al entrar en el recinto donde vi a Hans Weber, por un momento se me paralizó el corazón, sentí la garganta seca, el solo hecho de pensar en que lo volvería a ver me daba náuseas. Era un hipócrita que había hecho que me construyera un mundo que ahora poco a poco se desmoronaba.
—Aquí tenemos a la princesa, finalmente. Te he traido para cumplir la promesa que le hice a tu abuelita de hacerte mi esposa. Tendrás el privilegio de ser la única por el momento ya que las demás están en poder de la justicia. Contigo renacerá la comunidad.
—Nooo, no voy a hacerlo —grité con todas mis fuerzas intentando mirarlo a la cara como me había enseñado Jason.
—Tú no me dices a mí que hacer —vociferó enojado y esperé lo peor, por un momento cerré fuerte los ojos ante la idea de que me golpearía. sin embargo, él se quedó inmóvil, mirándome.
—Eres hermosa, Danna. Por algo te elegí y mira en lo que te has convertido.

Tomó un mechón de mis cabellos y empezó a olisquearlo como un lobo hambriento. Me contraje para hacerme pequeña, el solo pensar en su mano allí me daba asco.
—No puedo ser tuya, Hans —le dije con la poca voz que me quedaba, traté de ser fuerte. Debía salvarnos, a mí y a Jason. Él estaba metido en este embrollo por mi culpa
—¿Me quieres decir por qué? Ya has cumplido con la edad estipulada, nada nos impedirá casarnos. 
—No quiero y no puedo aunque quisiera...—detuve la frase, temerosa.
—¿Por qué? —me gritó en la cara y pude ver sus dientes podridos dándome arcadas que traté de disimular
—Porque ya estoy casada.

Jason

Estuve sentado meditando y pensando en las opciones que quería. Me hice un mapa mental del recorrido que hicimos y traté de ubicar en el mismo a los hombres de Hans en todo el trayecto. Conté quince. Eran muchos para mí. Si supiera exactamente donde estaba tal vez tuviera posibilidades. Tenía que buscar una solución antes que fuera demasiado tarde. El alcohol me había nublado la conciencia un poco. 
—Tengo que recordar no beber nunca más —me reté a mí mismo para darme ánimos y no sentirme culpable por lo que estaba viviendo. Pensé en Danna y el solo hecho de pensar que otros hombres la estuvieran tocando me hacía hervir la sangre. "Tengo que sacarla de aquí", me dije.
La puerta se abrió y dos tipos entraron y me llevaron prácticamente a rastras y me metieron en un baño mugroso, me tiraron una toalla, jabón y champú y ordenaron que me bañara. Por parte estaba agradecido ya que con eso refrescaría mi cabeza y podría pensar con más tranquilidad.
Salí, me ataron de nuevo y me llevaron por largos pasadizos hasta que reconocí el lugar donde ví a Hans Weber. Mi ropa estaba húmeda porque no se me permitió secarme del todo. Llegue y lo vi de nuevo, al tipo más detestable del mundo, con sus aires de rey del universo. MIré hacia su costado y la ví a ella sollozando. Tenía su castaña cabellera suelta. Me imaginé la verguenza que tendría. Para ella significaba ser como una prostituta ante tantos hombres. ¿Qué mierda quería este tipo con ella?
—Así que me ganaste de mano. Eres más pícaro de lo que me imaginaba...oficial Connor —me dijo el infeliz con su cara de burla.
—No sé a que te refieres
—Vamos, eres inteligente pero yo no me quedo atrás. Así que te casaste con mi prometida.
La miré rápidamente y ella me hizo una leve seña afirmativa.
—Si, yo desposé a Danna. No puedes reclamarla, porque ahora es mía.
—Tuya, ¿eh? En el jueguito que armaron con tus amigos policías, ¿estaba la consumación del matrimonio? Lo dudo. No se puede involucrar con la testigo, señor Connor.
—Pues nosotros somos diferentes, desde un principio se estableció que seríamos marido y mujer no solo ante la ley —aseguré con desesperación para que quitara la atención sobre ella. Si descubría que ella aún era virgen la reclamaría. 
Me miró de reojo achinando los ojos, como si lo estuviera pensando. Danna me miraba desesperadamente, podía ver como su pecho subía y bajaba por la respiración incontrolada que tenía.. Ví que ella también estaba bañada, tenía puesto un vestido suelto, bien ajustado en sus senos los cuales sobresalían prácticamente y ella intentaba ocultarlos. El infeliz la trataba como a una cualquiera. me encargaría de romperle más aún la cara putrefacta que tenía.
—Bien, bien. Entonces usted dice que son marido y mujer en todo sentido, ¿verdad?
—Así es. Danna es mi esposa y no puede casarse con nadie más. 
—Siendo así...quiero una demostración —dijo sonriendo y mostrando sus dientes faltantes
Me dejó mudo, mI mente pensaba a toda velocidad. ¿Cómo mierda me vine a meter en esto?
Danna empezó a sollozar nuevamente y agachó la mirada. Ya no pude encontrar sus ojos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.