Relator omnisciente
Ataron de nuevo a Jason mientras otro levantó del brazo a Danna mientras ésta intentaba cubrirse. Por suerte no llegó a quitarle las prendas íntimas. Aun se notaba sonrojada y Jason sudaba profusamente. No podía borrar las imágenes que había grabado en sus manos del cuerpo de ella. Su olor quedó impregnado entre sus dedos. La erección no quería bajar y se estaba volviendo algo doloroso. Analizó en dos segundos la situación, si los trasladaban, perderían nuevamente su rastro, aparentemente estaban dentro de la misma ciudad ya que no tardaron mucho en rastrearlos y llegarían de un momento a otro.
Con ellos iban solo tres hombres, tenía muchas posibilidades de reducirlos y correr a buscar un lugar hasta que los encontraran.
Se detuvo en seco y los demás lo miraron sorprendidos.
—¡Esperen! ¿Escuchan algo? —preguntó mirando hacia arriba y señalando el techo. Los tres hombres miraron hacia arriba y aprovechó para dar una patada al que estaba atrás y un cabezazo al del frente. El que estaba con Danna estaba en la disyuntiva de tomarla o enfrentarlo. Decidió esto último
—¡Corre, Danna! —le gritó y ésta salió disparada hacia el final del pasillo
Redujo a este último y tomó el mismo camino. La alcanzó y continuaron hasta que escucharon pasos que corrían desde el otro extremo. Rápidamente tomaron una puerta que daba hacia unas escaleras. Bajaron apresuradamente mientras sentían que una puerta se abría. Salieron a un callejón y continuaron corriendo. Danna ya no daba más, estaba muy cansada, tenía mucha sed. Se detuvieron a tomar aire. Al otear alrededor, se dieron cuenta que estaban en zona poblada, había un par de almacenes y más allá, un bar del que salía música. Jason buscó algo para cortar las cuerdas con las que estaba atado y se dirigieron al bar. Necesitaba hacer una llamada.
—Clarke, soy yo —dijo al sostener el aparato en su mano.
—Connor, ¿dónde mierda están? Mandé una patrulla desde donde llegó la señal. ¿Dónde está Danna Miller?
—Esta conmigo, ahora estamos a salvo. Pero en ese lugar está Hans Weber. Estuve frente a él.
—Maldición. ahora mismo armo el equipo para allanar. ¿Recuerdas la dirección?
—No, pero puedo llevarte allí. Acabamos de escapar.
—¿Quieres que vaya a buscarlos?
—No, estamos bien. Yo me hago cargo.
En ese momento no podía confiar en nadie. Debía descubrir como había encontrado Hans a Danna y sintió que todos eran sus enemigos. Solo estaban Danna y él contra el mundo.
—Carrie, necesito tu ayuda —le dijo a la sorprendida pelirroja que los miraba de arriba a abajo.
—Pasen, corazones —se hizo a un lado para dejar pasada a la muchacha tembleque y al muchacho musculoso que más de una vez estuvo a punto de tirarse.
—No podemos explicarte ahora, Carrie y por tu seguridad y la nuestra no es bueno que hagas preguntas. Solo necesitamos un lugar donde pasar la noche. Dejaré a Danna contigo unas horas y volveré.
Danna lo miró con los ojos grandes.
—Jason, yo..yo no quiero quedarme sola —lo miró trémula.
—No estarás sola, Carrie cuidará de tí
Danna la miró sin entender porque precisamente debían pedir ayuda a esta mujer.
—No te preocupes, cariño. Yo seré tu niñera —le hizo un guiño a Jason.
Llevó a un rincón a Danna y le dijo en un susurro.
—Si estás en problemas, pulsa el dije. Y todas las demás recomendaciones siguen vigentes. ¿Las recuerdas?
Ella asintió. Le dolía que él tuviera que irse en estos momentos en los que más lo necesitaba.
Jason se fue para encontrarse con Clarke. Si tenían suerte, esta noche aprehenderán a Hans Weber.
Cuando regresó del operativo ya era de madrugada. Faltaba poco para que empezara a clarear. Tomó un taxi y se bajó a unas cuadras, sigilosamente caminó unos metros ocultándose en los callejones oscuros para mirar a todos lados que nadie lo siguiera. A pesar de que quería regresar lo más pronto posible para ver como estaba Danna no podía arriesgarse a que los volvieran a encontrar. Obviamente la ubicación se había filtrado, por eso Weber vino en su busca.
"Maldición, ahora tenemos que movernos", iba pensando en otro plan de acción. Tardó más de una hora en llegar al lúgubre edificio de departamentos para buscar a Danna. la pelirroja con la que la había dejado era una informante desde hace años, conocía al dedillo todos los movimientos que había en el vecindario y siempre hacia buenos aportes para aprehender delincuentes. Por ahora era la única en la que confiaba dentro de la zona donde habían sido encontrados por Clarke.
Tocó la puerta esperando a que nadie se asomara a ver. No quería testigos, el edifcio estaba en silencio, aún no era horario de trabajo ni escuela de los niños. Abrieron la puerta y entró.
—Buenos días, precioso —lo saludó una desvelada Carrie
—Buenos días —le respondió
—¡Estás helado! ¿Quieres que te prepare algo caliente?
—No te molestes. Ya hiciste mucho por nosotros.
—Oh, no es nada. Sabes que siempre estoy dispuesta a ayudarte, bombón.
Incluso a esas horas tenía maquillado alrededor de los ojos con un lápiz tan negro que los hacía parecer más grande de lo que en realidad eran.
—Gracias, un té me haría bien ya que pienso dormir un par de horas antes de partir...si no es mucha molestia —ya venía pensando en la alternativa de ir a un hotel, mientras más cambiaran lugar existían menos posibilidades de que los encontraran.
—Ya te dje que lo que pidas te daré —por un momento logró entrever el tono sensual en la frase. Nunca había dado la confianza a la muchacha a pesar del descaro que tenía de hablarle con adjetivos cariñosos a todos los hombres en general.
—¿Danna está bien? ¿Dónde está?
—La niña duerme, le di mi cama. La pobre estaba agotada.
—Muchas gracias. Te compensaré como te mereces, Carrie. —pudo observar un gesto lascivo y peligrosamente se movió hasta donde estaba. De un solo salto se puso de pie y dejó la taza en la mesa.
—Bien, si me disculpas, debo ir a ver a mi esposa —no pudo reprimir una sonrisa cuando vio la cara que puso cuando lo escuchó decir esto.
—¿T-tu esposa? No me dijiste qeu...—tenía abierta la boca y se la tapaba con ambas manos.
—Así es. ahora, si me disculpas, ¿me indicas donde está ella? Y si tienes otra cama donde pueda recostarme...
—Si es tu esposa debes dormir con ella ¿no? No tengo más camas y en la que está es bastante grande —su tono había cambiado. "Mejor, no quiero dar lugar a malinterpretaciones", pensó.