Yo, su protector

Capítulo 36

Danna


Comimos en silencio unas pastas exquisitas. No me había dado cuenta del hambre que tenía. Todo lo que nos había pasado en estos días era tan estresante, nunca me sentí así, mi vida antes de todo esto era tranquila, era dura, de mucho trabajo pero la rutina era implacable, no había cambios, todo era esperable. En mi vida de casada todo cambió, en todo aspecto, incluso en las reacciones de mi cuerpo ante la presencia de una masa de músculos que se movía con agilidad mientras hablaba casi gritando con alguien detrás del aparato apoyado en su oreja. 
—¡Maldición, Fox!! ¿Cómo es posible que lo haya dejado escapar? —se tomaba de su corto cabello que era recorrido de adelante hacia atras y al revés por su gran mano, sus mandíbulas palpitaban y podía ver el fuego de furia salir de sus azules ojos.
—Está bien, envíame la información que tengas. Conseguiré donde analizarla. Te contactaré en cuanto tenga algo —colgó frenéticamente y lanzó el celular al sofá.

Se sentó sosteniéndose la cabeza con ambas manos. Empecé a temblar involuntariamente, era la segunda vez que lo veía actuar así , la pirmera no me fue muy bien que digamos. Ni siquiera me atrevía a preguntarle lo que había ocurrido. Quizás era alguna mujer con la que estaba tan enfadado. Me miró fijamente y me quedé dura en mi lugar unos instantes, él se levantó sin quitar su mirada de mí e involuntariamente retrocedí lentamente mientras él se acercaba. Sus ojos me quemaban, no pude sostenerlos más por lo que hice lo que siempre hago para mantenerme a salvo de todo: bajé la vista al suelo. Tragué saliva cuando sentí cerca mío su olor inconfundible, el que encontraba en su ropa esté esta sucia o limpia, era característico de él y podía reconocerllo entre millones de aromas. 
—Dame tu teléfono —ordenó casi en un murmullo, supe que estaba muy cerca porque sentí pequeñas gotas de su saliva cayendo en mi rostro. No lo tenía a mano, como siempre ya que casi nunca lo utilizaba, menos estando con él en el mismo lugar. Incluso lo había olvidado desde que Jason lo compró cuando salimos hacia Carlinston ya que el que compró primero había quedado vaya uno a saber donde cuando huimos de Warner.
Agradecida, me alejé de él para buscarlo. No recordaba donde lo había dejado. Revolví entre las pocas pertenencias que habíamos llevado al hotel.
—No está —confesé, preocupada, no quería que se enfadara conmigo.

—Quizás quedó en el auto —dije pensando cuando fue la última vez que lo ví. El seguía serio pero su mirada no estaba sobre mí, estaba lejano, quizás pensando en algo. 
—¿Alguien además de nosotros dos tuvo acceso a ese teléfono? —preguntó con el ceño fruncido. ¡Oh, Dios!, sentía como una tormenta se avecinaba. Tragué saliva y el silencio era tal que estoy segura de que oimos cuando pasó por mi faringe. No me gustaba cuando estaba enojado, era muy duro y temía que fuera capaz de cualquier cosa.
—N-no lo sé. Yo lo tomé una sola vez cuando lo compraste y luego me olvidé de él. No recuerdo ni siquiera si lo dejé en el auto. —él tomó las llaves del auto y me pidió que esperara, mis ojos estaban empañados por las lágrimas que no llegué a largar, me contuve al máximo.

Ese efecto me producía este hombre, unas ganas feroces de llorar de miedo y por otro lado, de tocar la piel de su pecho que se elevaba a niveles inhumanos cuando respiraba fuerte cuando estaba furioso. Ví esa misma expresión cuando golpeó al tipo en el antro, si Clarke no intervenía, ese hombre no estaría respirando en estos momentos. Respiré profundo cuando vi su espalda desaparecer tras la puerta y traté de calmarme. Sentí el cansancio en mis músculos pero los nervios no dejaban que me relajara. Me senté en el mismo lugar dondel él había estado un rato antes, frente al televisor intentando ver algo pero no me concentraba. Caminé nerviosa y vi el gran ventanal que daba a un hermoso balcón. Respiré el aire fresco de la noche y elevé una oración por mi abuelita y mi hermano, los extrañaba tanto, miré las estrellas que estabna más iluminadas que nunca y les pedí que cuidaran de ellos. No sé cuanto tiempo estuve allí y los ojos empezaron a pesarme. Fui al baño, me cepillé los dientes y me preparé para dormir. Jason no daba señales. Era lo mejor, me daba mucha verguenza saber que debíamos dormir en la misma cama. Durante el trayecto en el auto me había explicado que teníamos que hacernos pasar por una pareja normal, como si realmente estuviéramos enamorados.
—En mi casa nos asignarán un cuarto con una sola cama, la cual compartiremos —me explcó mientras nuevamente viajábamos por una solitaria ruta. —También debemos comportarnos como si estuviéramos enamorados —hablaba con la mirada fija en el camino. Yo no podía emitir sonido alguno, simplemente las palabras desaparecieron de mi boca y se escurrieron en algún rincón reacias a salir.
—Yo no sé fingir, no creo que pueda...—pude contestarle insegura y temerosa a la vez por la seriedad que él llevaba desde que salimos.

Desde nuestro encuentro con Weber y lo que había pasado en aquella habitación donde nos encerraron y pasaron las cosas que pasaron..."¡Dios mío!, el calor sube de la mitad de mi cuerpo hacia arriba con solo recordarlo"...nuestra relación ha cambiado. Puedo sentirlo, extraño las tardes en las que él regresaba de trabajar y nos sentábamos a cenar, últimamente él había suavizado sus modales conmigo e incluso lo vi sonreir y reir de las bromas de Nancy. Ya no es igual, él está enojado la mayor parte del tiempo, su rictus de amargura está presente y adopta su aire profesional en todo momento. 
—Pues, tendrás que hacer el intento, Danna. De eso depende tu vida y la mía también, porque nuestras vidas están unidas, aunque ninguno lo haya pedido —fue lo único que atinó a decirme  y no pude contestarle. Tenía mucha razón, yo lo había orillado a atar su vida a la mía y no tenía más que hacer lo que me pidiera.
Con todos estos pensamientos, me cambio y me acuesto, no tengo como llamarlo para preguntarle de que lado dormirá así que no me queda opción que elegir yo. El cansancio fue más fuerte que los pensamientos que retumbaban en mi mente así que pronto cerré los ojos y me dormí profundamente.




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