Yo, su protector

Capítulo 37

Jason


La llamada de Fox me dejó con los nervios de punta. Era otro oficial que había hecho un par de trabajos de inteligencia conmigo. El día del allanamiento en el bunker de Weber donde nos habían tenido a Danna y a mí él también había participado del operativo pues formaba parte de nuestro círculo de confianza, sabía que andaba detrás de ese infeliz por lo que a la primera pista me llamó.Podía confiar en él.
—Uno de los hombres de Weber fue visto a unos kilómetros de donde te encuentras —le había informado lo cual le ocasionó que los vellos del cuello se le erizaran. "Esto está muy mal", pensaba mientras recorría el recinto tratando de pensar a toda máquina.
—¿Lo han aprehendido?
—No, lamentablemente cuando mi informante me llamó ya el tipo se había largado
—¿Qué han averiguado?
—Aparentemente el tipo siguió una pista, con eso pudo llegar hasta ahí. No sé si el nombre te suena, se hace llamar Jack Logan o Jack Donovan.
Frunzo la nariz tratando de recordar un nombre así, pero nada. Tengo la leve impresión de que he escuchado ese nombre antes.
—¿Una pista? Estoy limpio, Fox, he cubierto todas las bases. ¿Cómo pudo llegar a nosotros?
—Un celular. Usaron tecnología de punta para detectar la ubicación de un teléfono que llevaban con ustedes. 
"Maldición, tuve que comprar un teléfono nuevo para cada uno pues los nuestros habían sido confiscados por los mismos hombres de Weber", me golpee la cabeza con los puños cerrados. Había dejado un cabo suelto y eso podía dejarnos expuestos.
—Fox, ¿sabes donde está el celular? 
—La señal se pierde en una gasolinera que está en el recorrido hacia Carliston. 
"Claro, allí nos bajamos al baño y a comer algo", hago memoria de los lugares por donde pasamos. Danna seguramente se olvidó que lo llevaba con ella y se le cayó o lo había olvidado o...no, no debía desconfiar de ella. "¿Sería posible que ella estuviera dejando señales a  Weber para que la encontrara?", en ese momento ella salía de bañarse y me miraba fijamente. La desconfianza creció más. Recordé el primer día en el que llegamos a casa y ella intentó escapar. "¿Adónde quería ir? En teoría no sabía como llegar a su casa, entonces, ¿por qué querría irse?", miles de pensamientos se agolpan en mi cerebro práctico. Pero el otro, el que lo obnubilaba me decía que esta dulce muchacha que no sabía nada del mundo y no sería capaz de hacer algo así. Quizás en su inocencia ignoraba lo peligroso que era Weber y tuviera aún sentimientos platónicos con él, después de todo, se iban a casar y eso no era cualquier cosa. La decepción se hizo presente repentinamente, arruinando todo lo bueno que hubiera habido hasta entonces.
—Está bien, envíame la información que tengas. Conseguiré donde analizarla. Te contactaré en cuanto tenga algo —colgué la llamada y mi mente trabajaba furiosamente. La noche que pensaba iba a ser tranquila y podría relajarme se convirtió en un infierno por la desconfianza que anidaba en mi pecho. Sentí como la furia que iba creciendo me cegaba. Miré a la mujer con sus mejillas rosadas y aun así tenía unas ganas locas de voltearmela. "¿Es un angel o un demonio?", me preguntaba mientras una erección crecía al recordar las curvas de su cuerpo bajo mis manos, incluso con ropa, habían memorizado cada parte y me atormentaban cuando quería dormir.


Al corroborar que, efectivamente, su teléfono no estaba, decidí salir de las dudas que me atormentaban. Decidí recorrer los kilómetros que había hasta el lugar que había indicado Fox. Ya iría resolviendo un tema por vez. La dejé con su mirada sorprendida cuando tomé las llaves, de la rabia que tenía no le dije ni siquiera adonde iba. No quería levantar la perdiz, mientras menos supiera de mis movimientos, mejor. No podía confiar en nadie, tampoco en ella. 
Volví de madrugada. Entré a la habitación en penumbras, solo una tenue luz entraba por las cortinas allí donde estaban descorridas. Me acerqué a la cama donde había vislumbrado el contorno de su cuerpo bajo las frazadas. El único sonido era el de su respiración pausada. Quería corroborar que estaba bien. No puedo describir lo que sentí cuando vi su cabello castaño desparramado en las blancas almohadas, sus labios entreabiertos y las largas pestañas tocando sus mejillas. Una sensación de bienestar y paz se instaló en mi pecho. Eso era lo que ella me transmitía, algo que jamás había formado parte de mi vida. Con ella me calmaba, mi vida nadaba en aguas apacibles. Había corroborado lo que sentía en el fondo de mi alma, sabía que no podía desconfiar de ella a pesar de que mi entrenamiento me dejó analizar también la otra posibilidad, que ella fuera parte de esta organización y buscara que Weber la encontrara. El teléfono se le había caido en el baño, tuve que pedir las filmaciones de las cámaras de seguridad para sacarme las dudas feroces que me acosaban. Me deshice del problema y espero poder despistar por un tiempo a Weber, aunque también serviría para acercanos a él y de una vez por todas encerrar a ese miserable.
"Eres un angel, Danna", murmuré lo más bajo que pude mientras le acariciaba una mejilla. No sabía como iba a mantenerme al margen de ella, cada vez se me hacía más difícil contenerme. Las escenas en aquella habitación con cámara se reproducían una y otra vez en mi cabeza perversa. El sabor de sus labios inexpertos, su mirada en mi entrepierna cuando  me sintió y la inocencia que su cuerpo destilaba no tienen precio. Sueño con volver a experimentar todo lo que ella me hizo sentir, aunque quede allí donde debe permanecer, en mis sueños.
Me acuesto despacio en el espacio vacío de la cama, su cercanía me enciende, aprieto los ojos intentando alejar mis malos pensamientos, me pongo en neutro, la mente en blanco para hacer mis ejercicios mentales, los cuales pueden lograr que calme  mis latidos y respiración hasta lanzar la sangre a mi entrepierna en caso de necesitar. Así fue como pude follar a aquella mujer desagradable, esposa del mafioso. Era insaciable y tuve que hacer un montón de veces los ejercicios para poder cumplirle y fingir que me atraía. Se me revuelve el estómago cada vez que pienso en eso. Gracias a esa misión me gané un puesto en la unidad de investigación y fui condecorado por haber cumplido con la más difícil de todas, aunque a veces me parecía humillante tener que hacer esas cosas tan bajas para llegar al objetivo. 
Un mechón del cabello de Danna se acerca peligrosamente a mis fosas nasales, puedo sentir su olor, solo debo acercarme. Pero no lo hago, pongo todo de mi parte para lograrlo. Me atrae, parece una medusa diabólica que llama al pecado y perdición. Me obligo a alejar esos pensamientos de mi mente y me concentro en la  misión y los pasos a seguir. El cansancio finalmente cae sobre mí, logrando conciliar el sueño. Sobreviví otra noche sin desbordarme con ella.




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