Danna
Un rayo de luz juega con mi rostro, me molesta y trato de espantarlo antes de darme cuenta que ya es de día. Siento un peso en mi pecho, asustada, me muevo y me doy cuenta que es el brazo de Jason, el cual está profundamente dormido a mi lado. ¿En qué momento regresó? Ni siquiera lo escuché. Me siento ridícula, como la noche que pasé en casa de esa tal Carrie, no sé en que condiciones me haya visto dormir. Me atrevo a mirarlo, está boca abajo con la cara vuelta hacia el otro lado, los músculos de su brazo y de la espalda sobresalen alevosamente, puedo ver las curvas que forman en el medio de su espina dorsal, a pesar de que está vestido. Me tapo los ojos por la verguenza que siento, nunca me atreví a tanto. Desde que conocí a Jason siempre me mantuve lejos y procuré no mirarlo mucho pues unos calores intensos me recorrían el cuerpo cuando lo hacía, las pocas veces que nos dirigiamos uno al otro. Saco mis manos que cubren mis ojos y sigo el recorrido hacia abajo, esas montañas que tiene allí son incomparables, el pantalón que lleva se le marca perfectamente. Entiendo a la tal Jocelyn que está loca por él e intenta cada nada estar cercana a su cuerpo. Es glorioso, pude notar algo de su esplendor el día en que Weber nos encerró, nunca lo tuve tan cerca, el recuerdo de sus dedos recorriendo mi intimidad hace que espasmos me atraviesen. Él se mueve un poco, me asusté. ¿Acaso lo sintió? Oh, Dios! Qué verguenza!! Me quedé inmóvil esperando a que volviera a tomar el ritmo de su respiración.
—¿Ya quieres desayunar? —su voz adormilada me hace dar un brinco. ¿Desde cuando está despierto? Gracias al cielo está girado hacia el otro lado y no puede ver mi expresión.
—Y-yo...primero entraré al baño —le contesto como puedo. No sé como lograré sobrevivir estos días en casa de sus padres.
—Está bien. Entra y yo haré el pedido —espeta sin siquiera darse vuelta, al menos atina a quitar su ancho brazo de mí sino habría sido imposible moverme.
Entro al baño con el corazón desbocado, me miro al espejo y no me reconozco. Tengo las mejillas rojas y las pupilas dilatadas y puedo ver mi corazón latir en mi cuello, mis manos tiemblan levemente. ¿Qué fue eso? ¿Por qué un recuerdo me hace sentir así? MIles de preguntas cruzan por mi mente y sé que no tendrán respuesta. Inhalo profundamente para relajarme y enfrentar un nuevo día. Debo elegir que usar para presentarme ante su familia. Recuerdo a Jocelyn como estaba vestida las veces que la vi y un nudo aprieta en mi estómago. Jamás voy a verme como ella. suspiro repetidamente y decido bañarme para quitar toda esa mala onda que se cierne sobre mí.
Salgo del baño, olvidé llevar una bata así que me sequé apresuradamene y me puse la misma ropa que llevaba para dormir hasta que decida que usar. Miro a la cama y él ya no está allí. Seguramente salió a hacer alguna de sus "misiones secretas", como le llamo yo a eso que hace que desaparezca durante un tiempo y regresa a cualquier hora. Pero escucho que la puerta se abre y entra el, causandome lo que siempre causa cuando lo veo, así lo haya visto recién, mis ojos se deleitan con su presencia. Ocupa casi toda la puerta y detrás, una señora que lleva un carrito con lo que parece es el desayuno. Parece que tenía hambre, pues veo que hay de todo allí: huevos, jugos, frutas, quesos, panes, dulces, mantequilla, leche, café, té, miel, sandwiches. Entiendo que es un hombre grande y necesita alimentarse bien debido a su conextura.
Desayunamos casi en silencio. A veces extraño nuestras charlas durante las cenas en casa. Está cada vez más callado y lo siento más ausente, como si su cabeza estuviera en otro lugar. ¿Acaso está enamorado de alguien y por mi culpa no puede estar con ella? Lo veo devorar lo que encuentra a su paso, recordé que la noche anterior se fue sin cenar, quizás una mujer lo llamó y estuvo con ella. El solo hecho de recordar lo que la morena aquella me dijo cuando fuimos a ese antro, hace que mi sangre se eleve y me latan los oídos. "¿Ese bombón que está parado allá es tu marido?",me preguntó apuntando hacia donde el estaba, casi no lo reconocí, parecía nervioso, su rostro estaba enrojecido. "Si, es Jason, mi esposo", le respondí tontamente. Recién me dí cuenta la expresión "bombón" para referirse a mi marido. Se relamió los labios la muy cochina y dijo "es delicioso, lo probé en el baño. No sabes como te envidio. Deberías cambiar esa carita de amargura que llevas y sentirte feliz. Un hombre así no se consigue todos los días" y sin más se fue contoneando sus espectaculares caderas. No me dio tiempo a nada ya que todo lo que pasó despues ocurrió vertiginosamente. Recién hoy siento un poco de calma, luego de una noche reparadora y este desayuno exquisito. No sé cual será mi expresión, cuando levanto la vista, él me mira frunciendo el ceño. Bajo rápidamente la vista, no vaya a ser cosa que se entere todo lo que estoy pensando.
—¿Te sientes bien? —me pregunta y siento sus ojos pegados en mi cara ya que sigo agachada.
—S-si, por supuesto. Todo está bien.
—¿Dormiste bien? Yo llegué muy tarde y no quise despertarte.
—Si, ni siquiera te escuché. Perdón, debí esperarte.
—No es necesario, lo sabes. Era importante que descansaras. Hoy tenemos otro largo día...y los siguientes. En casa de mi familia no se descansa, puedo asegurarte.
—Oh, estoy un poco nerviosa. ¿Tu crees que tu familia me acepte? Digo, quizás no soy lo que ellos esperan. puedo quedarme aquí y esperarte a que regreses. —él me mira como si hubiera dicho una locura. Aun no entiendo esa idea de que yo vaya a su casa, no me siento capaz de estar a la altura.
—Ya está decidido, Danna. Hablamos del tema, ¿recuerdas? Irás conmigo. No te dejaré sola...
—Anoche me quedé sola y no pasó nada —apenas digo eso me arrepiento. ¿Sonó como reclamo? Por Dios, él no me debe nada, no eligió casarse conmigo. Yo lo orillé a eso. El me mira con expresión divertida, ¿se está burlando?
—No vas a quedarte sola, vas conmigo y eso no está en discusión —su media sonrisa en la cara me está causando algo que no creí que sentiría, un enojo que llega hasta mi voz.
—¿No puedo tomar decisiones? Recuerdo que me dijiste que de este lado del mundo tanto mujeres como hombres somos iguales. ¿Es que aquí las mujeres no pueden opinar? —sentí como temblaba mientras decía esto. El soltó una risa.
—¿De qué te ríes? ¿Acaso estoy haciendo bromas? —no sé de donde salió esa valentía. Me arrepentí en cuanto él hizo un movimiento rápido para ponerse en pie, me sentí como una hormiga mientras levantaba la vista para mirarlo en todo su largo.
—Así que eres atrevida, ¿eh? Voy a castigarte por eso, Danna Connor —amenza con un tono ronco y casi en un murmullo y veo en sus ojos lo mismo que percibí ese día en el cuarto encerrados. Fue como si una aguja pinchara a lo largo de mi espalda. Todo en él rezumaba sensualidad, era como si lo hubieran inyectado con alguna droga, sus ojos tiraban fuego.
—P-perdón —dije agachando de nuevo la vista y mirando mis piernas que temblaban descontroladas. El quedó parado un buen rato, como si en su cabeza se estuviera llevando una gran batalla. "Dios, va a matarme", dije para mí. Solo esperaba que atacara. Sin embargo, solo giró y caminando rápidamente se escabulló en el interior del baño. No entendía nada, no sabía que le pasaba. Quizas los nervios de la situación lo tienen así. Lancé un resoplido y comencé a levantar el servicio, tenía que ocupar mi tiempo en algo. luego me acerqué al gran ventanal, aun permanecía cerrado, abrí una hoja y vi que mejor como estaba el balcón decorado con un par de sillones cómodos, almohadones y unas macetas con plantas naturales. Me acerqué a tocarlas y a aspirar el aire fresco de la mañana. La vista era grandiosa, estábamos muy arriba, ya que apenas podía escucharse uno que otro bocinazo de la calle.