Danna
No sé cuanto tiempo estoy perdida en mis recuerdos. El aire fresco me recuerda las mañanas en la aldea cuando mi abuela y yo recorríamos los campos sembrando o cosechando lechugas, zanahorias, papa, todo lo que llevábamos a la olla cada día para alimentarnos. Me percato de que he estado ausente de la realidad por un momento. ¿Dónde está Jason? ¿Acaso ya salió del baño? ¿Qué haremos ahora? Con todas estas preguntas giro rápidamente y al hacerlo algo macizo me golpea, no me dí cuenta que Jason estaba parado detrás mío. Él mismo evita que caiga hacia atrás cuando rápidamente extiende una mano tomándome un brazo lanzándome contra él mientras envuelve la otra en mi cintura. Está tan cerca que puedo ver su nuez de Adán subir y bajar y mi nariz está cerca de su piel en el cuello.
—P-perdón, no sabía que estabas aquí. Ni siquiera te escuché —le dije tratando de apartarme dando un paso hacia atrás pero no pude moverme un ápice. La mano que envolvía mi cintura era como una garra que quemaba allí donde apoyaba. Otro gran silencio se deposita hasta que finalmente suelta su agarre, ni siquiera me atrevo a mirarlo a la cara. Se aclara la garganta carraspeando:
—¿Nos preparamos? Es hora de irnos —me dice en un tono extraño. Sigo sin levantar la vista, temo lo que voy a encontrar.
—Claro. Iré a preparar las cosas —necesito encontrar el aire que se fue, por lo que camino apresuradamente, cualquier lugar es mejor que ese. Recuerdo que no le pregunté con que ropa debo presentarme ante su familia, giro y él sigue en la misma posición en la que estaba, mirandome. Un escalofrío me recorre a lo largo del torso, trago saliva, siento como si fuera una gacela a punto de ser atacada por un león.
—No sé como debo ir vestida —le confieso lo más lejos posible de esa mirada profunda. Parece regresar de donde sea que se perdió.
—Ponte el conjunto rosa —me expresa sin pestañear. Al fin parece reaccionar y comienza a apilar su ropa en la cama para luego guardarla.
Jason
Otra vez se hizo tarde, bajamos a recepción para cancelar el saldo. Me preparo mentalmente para lo que se viene. "Diablos, no preparé lo suficiente a Danna",digo. Es que estar cerca de esta mujer hace olvidarme de muchas cosas. Nunca fui tan desprolijo ni blando, estoy dejando muchos cabos sueltos y eso no está bien. Tengo que volver a conducir, quizás este par de horas que nos quedan por llegar a destino pueda aclararle un par de cosas, debemos repasar todo lo que hablaremos si nos preguntan.
Subo las maletas que pedí al hotel que adquirieran para guardar nuestras nuevas ropas y pensé que aun así no eran suficiente. Tendría que seguir aprovisionándonos, en casa había que usar atuendos para todo. Agradecía que Danna se conformara con tan poco, otra en su lugar hubiera armado un escándalo por no tener suficiente ropa. Un trecho lo hacemos en silencio, sé que algo la turba, aprendí a conocer sus pequeños gestos.
—¿Estás nerviosa? —pregunto, aunque sea muy obvio igual tengo que romper el hielo.
—Un poco —responde sin siquiera mirarme. Parece que la vista adelante está más interesante que yo.
—Danna, ¿cuántas veces te he dicho que debes mirar a la cara cuando alguien te habla? Necesito que tengas en cuenta esto.
—Si, claro, lo recordaré —dijo elevando sus ojos que me hechizan por una milésima de segundo, hasta que vuelven a su origen.
—Hay otras cosas que debemos tener en cuenta. Las recuerdas, ¿verdad?
—S-si, por supuesto —contestó sonrojándose. "Mierda, ¿es que no se cansa de provocarme?", le reclamaba en silencio.
—Bien, entonces repítelo —ella abrió los ojos como platos
—Debemos mostrarnos siempre cariñosos con el otro, contar siempre la versión de como nos conocimos cualquiera sea el que nos pregunte. Y callar para que tú respondas cuando no sepa yo que responder —hizo un mohín tratando de recordar todo.
—Muy bien. Cuando digo cariñosos, ¿sabes a qué me refiero?
—Claro. He visto como se tratan Luke y Bety. ¿A algo así te refieres? —me pregunta tímidamente. Esos dos son como dos babosas, se la pasan prendidos como animales en celo. Me hubiera encantado estar así con esta muchacha que me revolvía la sangre mientras me hacía la pregunta. Por supuesto que me habría encantado estar así con ella pero luego ¿que hago yo cuando mi amigo ya no me responda cuando necesite alejarme? Era muy grande la tentación.
—Algo así, pero no tanto...—le contesté prestando atención de nuevo a la larga ruta. Ya notaba los cambios en el paisaje.Carliston era mucho más grande que Lightning y más poblada por ello el tráfico empezó a crecer y los carteles luminosos ahora apagados nos daban la bienvenida. Era la ciudad donde pasé mi niñez y adolescencia, en ella estaba mi familia, por eso era importante para mí. "Y ahora con esta mujer que me está tocando algo en mi interior", y caí en cuenta que lo importante en su vida estaba en ese lugar.
A medida que nos acercabamos al hogar de los Connor, aumentaba mi nerviosismo. Sólo debía sobrevivir unos días y volveríamos a empezar, aun estaba organizando los pasos a seguir.
¿Quien sabía lo que podía ocurrir?