Yo, su protector

Capítulo 40

Danna

Llegamos a un portón grandísimo, casi tan grande como el que cercaba nuestra aldea del resto del mundo. Jason se acercó con el auto a un aparato que estaba  en un costado, lo miró e inmediatamente se abrieron de par en par para darnos paso. Me sorprendí de la tecnología que allí había. Nuestro portón estaba siempre vigilado por los hombres de Weber y ellos mismos lo abrían o cerraban. Nos conocíamos todos así que no hacía falta ni siquiera que preguntaran nuestro nombre para que nos dejaran salir o entrar.
El camino que llevaba hacia la casa estaba bordeado por unos árboles enanos plantados en perfecta armonía a la misma distancia. Todo era bellísimo, no imaginé que la casa de la familia de Jason fuera tan grande pues nunca comentó que tenían dinero. Pensé que él se sostenía con su sueldo, todo en la vida de ese hombre era un misterio.
Al llegar vi a un pequeño grupo esperando al pie de unos escalones que llevaban, suponía, a la entrada de la gran casa. Una mujer versión femenina de Jason, con delicadas facciones estaba al lado de otro hombre tan alto como Jason, de  piel un poco más oscura. Al lado una muchacha joven castaña, de bellos ojos verdes, parecidos a los del hombre.

Estacionamos y Jason bajó primero, susurrando un "quédate aquí, yo te abro". Me quedé quieta en mi lugar tragando saliva, no me había sentido así de nerviosa nunca. No sabía por que quería caer bien a la familia de Jason, era una extraña sensación de querer encajar, de que me aceptaran como su esposa. "Soy su esposa de mentira", me repetía. "Sólo es un papel lo que nos une..y una misión para él. Sólo eso...". Tenía que repetirme a mí misma esto cientos de veces hasta que lo recordara. Sentí un leve movimiento en mi ventanilla y luego la puerta se abrió. Él se inclinó tomandome una mano para salir. Luego hizo algo que me dejó como una estatua. Me tomó de la cintura y sonriente dijo: "Familia, quiero presentarles a mi esposa. Ella es Danna".
Todos quedaron como yo, en pausa. Tres pares de ojos se volvieron a mirarme. Ni siquiera me había detenido a mirarme en el espejo. No sabía como me quedaba el conjuunto rosa que me había dicho Jason que usara. Estaba formado de dos piezas, arriba una blusa abotonada y abajo una falda tubo. Esas eran ideas de Bety, la cual había armado varios conjuntos con los que podía según ella, resaltar mi figura. Yo no tenía intenciones de resaltar nada, si en estos momentos viniera un terremoto, hubiera querido que me tragara la tierra. Sentí un leve apriete allí donde Jason tenia su mano. 
—Hola, es un gusto —saludé con un volumen tan despacio que casi no me escucho yo.
El primero en reaccionar fue el padre de Jason.
—Mucho gusto, Danna. Me llamo Joe y soy el padre de este ingrato. ¿Por que no nos avisaste que te habías casado? —reclamó ofreciéndome una mano y dirigiendo la mirada hacia él con gesto de reproche. 
—Hola, Danna. Es un placer conocerte —la madre se acercó y me tomó desprevenida estampando un beso en mi mejilla.  

—Ella es mi otra hija, Clarysa —presentó, casi obligándola a saludarme. Ésta tenía una extraña expresión en el rostro que no pude reconocer. De mala gana extendió su mano hacia mí diciendo un simple "Hola" y acto seguido subió los escalones perdiéndose tras una puerta.
—¿Qué tiene la mocosa? —preguntó serio Jason.
—Oh, no le hagan caso, aún no sale de su eterna adolescencia —afirmó Lilian Connor haciendo un gesto como quitando importancia a todo.
—Entremos, por favor. Los llevaré a su habitación —mientras se volteaba. Jason me dio un pequeño empujón con su mano gigante puesta en la parte inferior de mi espalda. Sentía que abarcaba todo y estaba caliente allí donde tocaba. Voltee a mirarlo y me hizo señas de que avanzáramos. 
Rápidamente vi como dos personas caminaban hacia el auto y luego venían tras de nosotros trayendo las dos maletas pequeñas.
—¿Eso es todo lo que traen? —expresó la señora Connor.
—Si, mamá. Luego te cuento la historia. Ahora solo quiero descansar —dijo Jason desviando el tema.
Llegamos al final de un largo pasillo y abrieron la puerta. El dormitorio era precioso, una cama matrimonial estaba al lado de una ventana.
—Pónganse cómodos. Deben estar agotados así que apresuraré a la cocinera con la cena así duermen temprano. Mañana llega Roger y allí si esto estará movido 
—Bienvenida a la familia, Danna —el señor Connor fue el único en expresar algo antes de salir y cerrar la puerta del dormitorio tras sí.
—Bien...aquí estamos. —dije nerviosamente mientras recorría mirando todo.

—¿Aquí viviste de niño? —me atreví a preguntarle. 
—Si, solo que era muy diferente. Mis padres fueron construyendo a medida que pasaban los años y crecían las finanzas —yo estaba sorprendida, se ve que eran personas que habían trabajado mucho para tener todo.
—¿Vas a bañarte primero o quieres que entre yo? —me preguntó tomando unas toallas del interior d eun mueble.
—Voy a acomodar un poco nuestras cosas. Entra tú —le respondí atareándome en el acto. Abrí los armarios y eran espaciosos, los espejos brillaban, todo era lujo y confort. Suspiré, me sentía tranquila allí. Lo único que me ponía nerviosa era...pues, bueno...ya saben...tener que estar en la presencia de este hombre, a quien sentía cada vez más cerca sin entender mucho de que manera.




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