Yo, su protector

Capítulo 43

Danna


El almuerzo y la cena estuvieron igual de festivos que el desayuno, Roger pasó todo el día en casa de sus padres pues su prometida había realizado un viaje a París a conseguir los últimos detalles para la boda para la cual no faltaba casi nada. Él mismo la había acompañado pero regresó antes para terminar unos pendientes en el trabajo y finiquitar los trámites en este lado del mundo. Así que allí estábamos, todos reunidos en el living amplio, con Jason sentado a mi lado quien no dejaba de acariciarme el brazo, el cabello o me abrazaba mientras charlaba. Todo era ameno, salvo por la pequeña del grupo quien decidió retirarse antes. Jason me miró haciendo un gesto de que le quitara importancia porque a esta altura me dí cuenta de que su problema en realidad era conmigo a decir de las miradas asesinas que me lanzaba del otro lado de la mesa.
Los hombres decidieron dar un paseo por los jardines mientras hablaban de sus cosas y yo solo quería estar un rato a solas, era mucho para mí que no estaba acostumbrada a estar tanbto tiempo rodeada de gente. Pedí permiso para retirarme a la habitación cuando fui interceptada al pie de la escalera. El corazón quería salir de mi pecho al sentirme acorralada por Clarisa quien salió vaya uno a saber de donde, me tomó fuertemente del brazo haciéndome volver de mi lugar y chocando contra su cuerpo.
—Mira, maldita zorra. No creas que no estoy vigilando todos tus movimientos. Reconozco a las perras como tú. Jason jamás se fijaría en alguien como tú, maldita. Más vale que te alejes de él o sabrás de lo que soy capaz.
—P-pero...no entiendo...—tartamudee, ni siquiera dejó que me defendiera. Me soltó con la misma fuerza con la que me tomó y me dejó jadeando, tratando de recuperarme del susto. Corrí escaleras arriba y me encerré en el cuarto. Las lágrimas salían sin problema, como si no tuvieran más que hacer, aparecian de la nada. No era la primera persona que me decía que Jason jamás se fijaría en alguien como yo,y tenían razon. Por supuesto que era verdad, solo mirarme al espejo como me dijo Jocelyn para saberlo. Un hombre como él solo estaba en este mundo para estar al lado de alguna modelo, acriz o miss Universo. "Dios, él debe estar odiándome por haberlo obligado a casarse con alguien como yo", me repetía una y otra vez.

Esperaba a dormirme antes que regresara, no quería que me viera en ese estado, tampoco quería darle explicaciones de por que estaba así. Si había algo que no queria era que él tuviera problemas con su familia por mi culpa. Me acosté y tapé hasta la cabeza y no sé en que momento el dolor dio paso al sueño y dormí profundamente. Unas risas me despertaron y me senté sobresaltada en la cama. Eran voces de hombres que cada vez sonaban más fuertes. Estaba tan dormida que no reconocí la voz de Jason entre ellas. ¿Risas? Era extraño, nunca había escuchado reir tan fuerte a mi esposo. Traté de prestar atención hacia el lugar de donde provenían las voces, justamente detrás de la puerta del dormitorio. Me levanté rápidamente y busqué una bata para salir si era el caso. Las voces se acallaron y el pomo giró impreciso, retrocedí unos pasos. Tenía mucho miedo de que Clarisa regresara a reclamarme algo,y podía ser más violenta esta vez. Y ahí, tambaleandose, entró mi esposo.

Jason
—¿Jason? —preguntó mi hermosa esposa mientras se cubría lo que yo ya había visto con mis manos. Y ese recuerdo me volvía loco cuando no estaba en su presencia, como ahora.

Roger y mi padre quisieron que vayamos a un bar, después de todo faltaba un par de días para la despedida de soltero de mi hermano y esta podía ser la última oportunidad de estar juntos. Quisieron primero hacer una post despedida mía así que tuve que acceder, aunque no me gustaba dejar tanto tiempo sola a Danna. "Maldición, como la extraño cuando no la veo", decía mientras vaciaba mi ya no recuerdo cual número de vaso de whisky. Brindábamos y reiamos como hace tanto no lo hacíamos. Mi padre se había designado como conductor responsable así que Roger aprovechó para servirme un trago tras otro. Me sentía achispado, suelto, alegre, puedo arriesgarme a decir que por primera vez en mis casi treinta años. Y no sé si en ese estado podía saber la verdadera razón de eso, sin dudas tiene nombre de mujer. 
—No has contado nada de tu esposa —me animó Roger. Él se había explayado ampliamente acerca de las virtudes de su prometida.
—No sé que necesitas saber. Está a la vista, ¿no? —pregunté recordando sus bellos ojos marrones, sus labios color rosa y sus mejillas sonrojadas que me excitaban tanto.
—Dile papá. Explica a tu hijo que todos estamos sorprendidos. No tiene cirugías, no se maquilla en exceso, sus curvas son naturales. Nada que ver a los especímenes con los que acostumbras andar —le dí un pequeño empujón en el hombro.
—Ella es tan hermosa por dentro como lo es por fuera. Me gustó desde el primer momento en el que la vi —confesé. Todo era verdad, no mentía ni había ensayado nada. Me dieron más ganas de verla aunque sea dormir. Si ella supiera que me pasaba horas mirándola, no dormiría tan tranquia. Parecía un maldito acosador pero estaba muy consciente que debía conformarme con eso, aunque estuviera muriendo por dentro.
Llegamos y Roger y yo caimos en el césped lo que ocasionó un ataque de risas colectivo. Deseaba que mi madre no se levantara porque se terminaba la diversión. Apenas subimos las escaleras mientras nos ayudábamos, mi padre prácticamente nos acarreó a ambos hasta la puerta de nuestros dormitorios. Roger era más blando que yo así que él estaba peor. Entré esperando encontrar a Danna dormida pero grande fue mi sorpresa al encontrarla intentando cubrir su cuerpo con una bata y sus ojos sobresalidos por la sorpresa. En otras circunstancias la tiraba en la cama y me la cogía allí mismo pero lamentablemente este era otro mundo, un mundo en el cual no podía tocarla aunque mi cuerpo se resistiera a acatar esa orden.
—¿Jason? —Me preguntó con su vocecilla que endulzaba mis oídos. Hice como pudo unos ejercicios mentales para calmarme y evitar que se desbordara la incipiente erección que amenazaba levantarse. Solo la miré, intentando absorberla toda con mis pupilas. El rojo de sus mejillas se volvió casi púrpura. Vi cuando la saliva pasó por su garganta.
—Jason, ¿estás bien? —¿por qué diablos estaba retrocediendo?¿por qué huía de mi? Era tal mi borrachera que no me di cuenta que la iba acorralando lentamente hasta llegar a la pared, allí quedó pegada mirandome con los ojos exhorbitados, sin decir nada. 
—Estoy bien, mucho mejor ahora que te veo —le dije descaradamente casi tocando su cara con mi aliento. Al sentir que seguía acercándome ella puso ambas manos en mi pecho, eso me hizo volver a la realidad, "diablos, no estaba en mis malditos sueños, aunque por un momento me pareció". Giré rápido y fui al baño, me di una ducha para que se fuera no solo la borrachera sino la maldita erección que cada vez me perseguía más. "Ya ni recuerdo cuando fue la última vez que tuve sexo", reclamé en mi estado de semiconciencia. Me cambié rápido y me metí a la cama intentando dormir. Ni siquiera miré hacia donde estaba ella, es mas, ni recuerdo en que momento me dormí.




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