Yo, su protector

Capítulo 48

Danna

Me estremecí en cuanto Jason me contó todo esto. Aun seguía sin entender mucho como funcionaban las relaciones en este lado del mundo. Si bien era cierto que Weber practicaba la poligamia, como jefe de la aldea era el único en tener ese privilegio. Los demás debían permanecer fieles de por vida a sus parejas asignadas. No conocí a nadie con el tipo de relación al que estaba acostumbrado Jason de "solo sexo". 

Ahora podía entender el enojo de Brian, no debía ser fácil encontrarse con la novia teniendo sexo con el amigo o teniendo conocimiento de esto. Pero lo raro era que seguían juntos. Suspiré mientras me preparaba para ir a dormir. Jason estaba en el baño y aproveché para acostarme rápido y cubrirme con las mantas hasta arriba. Todavía tenía pavor de compartir la misma cama con él. ¿Es que acaso no me acostumbraría a su cercanía?

Escuché la puerta del baño y silenciosamente pude sentir un leve movimiento a mi lado. No quería darme vuelta a ver, cerré los ojos tratando de quitar los nervios de encima, si no me relajaba no podría dormir. Dormí mal, inquieta, sentía mucho calor y me desperté. Miré el reloj que había en la pared y me dio las tres de la mañana. Solo dormí un par de horas. Miré a mi lado y me di con otra sorpresa: Jason no estaba. Me asusté un poco, aunque no debería pues él siempre se desaparecía unas horas cuando vivíamos en el departamento sin avisar donde iba ni que hacía, entendía que era por su trabajo.

Iba bajando los escalones, somnolienta cuando vi que él se acercaba lentamente. Al ver sus ojos éstos eran unos pozos oscuros de aguas cristalinas, avanzaba lento y nuevamente me sentí como una gacela asustada a punto de correr ante un inminente ataque de algún depredador. Avanzaba agraciado, vestido con un pantalón pijama y una musculosa que dejaba ver sus poderosos músculos de los brazos. Traía una botellita con agua, yo me quedé en el lugar, sin poder subir ni bajar.

—Danna...—susurró casi entrecortadamente. Me asusté un poco pues podría estar enfermando ¿no?, quizá de un resfrío o algo respiratorio.

—Y-yo...solo salí a buscar agua. Me hacía calor y...no te ví...—empecé a excusarme para desviar la atención que él tenia recorriendo mi cuerpo con su mirada, prácticamente pude apreciar el brillo de su saliva en las comisuras de sus labios. ¡Santo cielo!!! ¡Había olvidado ponerme la bata! Me daba vergüenza solo mirar hacia abajo y verme como estaba vestida. Llevaba un pantaloncillo corto y una blusa de dormir transparente que me había prestado Lilia pues fue lo único que no compramos. Para colmo, ¡no usaba sostén para dormir! Me seguían resultando incómodos, al igual que toda la ropa interior que usaban las mujeres de aquí. Nunca encontré de algodón como usábamos en la aldea. Él se acercaba peligrosamente y yo podía oir los latidos de mi corazón. Dio un par de pasos más y estuvo casi encima mío en todo su largo, me miró a la cara y me ofreció la botella para que bebiera. Tenía clavados sus ojos encima mío. tomé lo que me ofrecía y se la devolví. Él se relamía los labios.

—Y-yo...creo que mejor voy a volver a la cama —dije volteando rápido. Escuché sus pasos detrás mío. Entré rápidamente y antes que pudiera esconderme bajo las mantas, él tomó mi codo y tironeo hacia él, quedamos pegados por el pecho. No dejaba de mirarme fijamente. Para mí era como si otra persona se hubiera metido en su cuerpo y no me reconociera. Definitivamente, éste no era el Jason amo del control que había conocido hasta ahora.

—M-me estás asustando...—traté de expresar como me sentía. Cometí el error de bajar la vista y ahí vi de nuevo los bordes grandiosos de una erección en sus pantalones, a pesar de que estos eran holgados. Esto pareció hacerlo reaccionar porque enseguida retrocedió, se puso rojo y carraspeó diciendo incoherencias. Se dirigió apresuradamente al baño y yo me metí en la cama.

 Yo, muy en el fondo, no quería que se alejara, deseaba enormemente que se aproximara más, quería sentir su cercanía pero el solo pensarlo me parecía imposible de realizar. "Tú no eres su tipo", rebotaban en mi cabeza las voces de Jocelyn, de Clarisa. Yo, efectivamente, no era digna de alguien como Jason Connor. Ni siquiera merecía que me tocara, ¿por qué esperar otra cosa?

Jason

"Maldita mil veces maldita sea", me decía mientras el agua fría corría tratando de bajar la temperatura de mi cuerpo. Es que esa mujer quería que muriera de un infarto, sin dudas. Lo estaba planeando todo. ¿Cómo podía bajar así? Realmente parecía una aparición fantasmagórica malditamente sensual, desde mitad de la escalera pude apreciar sus botones oscuros que se marcaban a través de la blusa transparente que traía. Y sus piernas, por todos los demonios, jamás las había visto. Eran bellísimas. Tuve ganas de follarmela ahí mismo. Creo que ya estoy llegando al límite. Mi mano ya está acalambrada de tanto masturbarme, no se cuanto tiempo más pueda contenerme, es la primera vez en mi vida que deseo tanto a una mujer y también la primera en la que no debo hacerlo. He tenido de todo tipo de mujeres prohibidas, hasta casadas, mujeres de mis amigos y compañeros, una prima lejana pero que una esposa me esté negada hace que me encapriche y quiera tenerla con más ansias.

Salí del baño esperanzado a que ella estuviera durmiendo, luego del miedo que vi en su expresión creí que se iba a mantener alejada de mí y por parte esperaba que así sea, era lo mejor para ella. Gran sorpresa me llevo cuando salgo terminando de secar mi cabello y la muy ingrata está allí, parada, esperándome, retorciéndose los dedos y toda ruborizada. "Mierda, mierda y más mierda", creo que en el lapso de diez minutos he agotado todas las palabrotas que tenía guardadas.




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