Yo, su protector

Capítulo 52

Jason

Pedí disculpas a los muchachos y me dirigí al baño, la vejiga quería explotar de tanto líquido que había bebido. Luego buscaría a Danna para retirarnos de ese lugar, no había sido buena idea, no debí ceder a los caprichos de una mocosa que ni siquiera estuvo a mi lado, vaya uno a saber las cosas que estaba haciendo. A mi hermana le gustaba mucho esa vida alocada y para su corta edad tenía mucha experiencia. 

Estaba ya saliendo del baño cuando alguien me empuja con todas sus fuerzas hacia adentro y se cuelga de mi cuello.

—¡Alexa! —grité sorprendido, ¿qué diablos hacía ella ahí?

Y no preguntaré que quería porque era más que obvio. Intenté zafar pero ella insistía en alcanzar mi boca, agradecí a mi altura que se lo dificultaba.

—Alexa, suéltame o te vas a arrepentir —repetí.

No niego que el roce con un cuerpo con el de ella me hacía sentir cosas, soy hombre. Pero me había hecho una promesa y esta vez la cumpliría. Además, Danna estaba en el mismo lugar, por Dios. ¿Qué tenía en la cabeza esta mujer?

Hice fuerza pero cuidando de no hacerle daño. Finalmente me soltó y en sus ojos pude ver la furia que crecía.

—No me hagas esto, Jason...nosotros la pasábamos bien. No me importa que estés casado, aun puedes cumplirme como hombre, ¿no? —su pedido era una mezcla de ruego con rabia.

—No, Alexa. Eres una mujer hermosa y muy sexy. Estoy seguro de que encontrarás a alguien que pueda complacerte. Yo no puedo hacerlo en estos momentos, lo siento —espeté.

Ya quería salir de allí, era una situación incómoda en la que nunca había estado. Siempre fui claro con las mujeres que estuve, nada de escenas.

—Es por ella, ¿no? ¿Vas a decirme que ella sabe complacerte como yo? Esa mojigata no tiene ni idea de como atender a un hombre como tú —salí dando un portazo, me harte de sus estupideces.

No me interesaba en absoluto escuchar sus quejas, ella no era nada para mí y nunca le di confianza para hacer lo que hizo. Busqué a Danna por todos lados, ¿dónde demonios se había metido? Regresé al baño de damas y esperé afuera por un rato, cuando unos brazos me envolvieron por atrás.

"Maldición, ¿es que no entiende esta mujer?" pensé, pero grande fue mi sorpresa cuando me di vuelta y miré hacia abajo. Quedé mudo y quieto. ¿Danna? ¿Qué le pasa? Ella no es así.

—Hola, guapo. Te estaba buscando —me dice sin soltarse.

Trato de desprenderme de la fuerza con la que anudó sus dedos detrás de mi nuca pues no me gusta nada el rumbo que están tomando mis pantalones allí abajo, su cuerpo roza con el mío al querer seguir enganchada de mi cuello y por la diferencia de altura.

—Danna, ¿qué haces? —consulté sin muchas esperanzas de recibir respuestas.

—N-nada...solo buscaba a mi marido para estar con él —hay algo extraño en su voz., ¿está borracha?

—Danna, ¿qué tomaste? ¿cuánto tomaste? —arrugué el ceño porque no podía ponerse así en tan poco tiempo, recordé que la dejé bebiendo algo sin nada de alcohol.

Me acerqué a mirar sus pupilas de cerca...estaban gigantes. Mierda, le dieron algo. La tomé de los hombros intentando establecer contacto visual con ella, necesitaba respuestas.

—Danna, contéstame. ¿Qué tomaste? —insistí mientras ella intentaba concentrarse en lo que escuchaba.

—Solo un vaso, así, chiquito, con algo, no sé que era —hace señas acercando dos dedos con una mano.

—¿Quién te dio el trago? —indago.

Ella parece pensarlo pero no desajusta su agarre, traté de alejar mi cuerpo de ella pues allí estaba de nuevo el aguijonazo en mi entrepierna. A pesar de la situación extraña en la que estábamos, mi amigo quería jugar.

—N-no lo recuerdo —esta vez parecía adormilada.

—Danna...vámonos a casa —le ordené haciendo un último esfuerzo para que me soltara y obligarla a caminar. 

—¿Me harás cositas? —me guiñó un ojo. "Maldición, ¿de dónde saca esas cosas?", le grito a mi conciencia pero ésta esta tan obnubilada como yo por esta mujer que no deja de rozarme, tocarme y hacerme sentir su piel.

—¿A qué cositas te refieres? —quería asegurarme de que había escuchado bien.

—No lo sé...ni siquiera sé que quiero...solo me hace mucho calor y quiero que me toques...

"Diablos, diablos, diablos. ¿Por qué dijo eso?" Iba a hacer más que tocarla, quería ensartarla allí mismo. Me contuve como pude.

—Vamos a casa 

—Iré si me prometes algo —debía ceder para poder sacarla de aquí.

—Dime, carajo —adopté mi tono rudo para evitar sus embistes sensuales porque ya mi piel se quemaba sola.

—¿Me vas a dar lo que te pido? —insistió

—Claro, pero no aquí. No querrás que todos nos vean, ¿verdad? —traté de convencerla. 

—Nooo...y menos quiero que nos vea Alexa. Ella te quiere solo para ella, ¿lo sabes no? —hizo un puchero con el labio inferior y estuve a punto de tironearlo con mis dientes. Pero volví a la realidad y me concentré en lo que había escuchado antes. 




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