Danna
Me pareció ver a Jason subir por las escaleras. No es que anduviera mirando donde andaba ni mucho menos. Él dijo que iría al baño y yo le creí, no tenía porque desconfiar de él. Pero creo que la verdad siempre sale a relucir sin que la busquemos. Simplemente se estaba tardando demasiado y ya quería irme a casa. La tal señora Lewis que se había acomodado al lado mío no paraba de hacer preguntas engorrosas y muchas de ellas no sabía como responderlas.
Los zapatos que me había puesto me estaban matando, mis pies dolían mucho y a duras penas pude subir por todos esos escalones. Miraba para todos lados buscándolo. Me dijeron que había pasado por donde yo iba con una mujer con vestido rojo. Pude apreciar en medio del gentío una parte de un vestido de ese color pasar como una brisa que desaparecía detrás de una puerta, no entendía por que esa mujer quería traerlo hasta este lugar tan alejado. Y tampoco sabía quien era ella mas no debería importarme. "Pero me importa", gritaba mi conciencia.
Si bien se encontraban algunas personas en el largo vestíbulo, se podía contar con cierta intimidad en esa parte del recinto pues la música llegaba tenue y podían escucharse las charlas. Había una serie de puertas que salían a un pasillo, por una de ellas vi desaparecer el vestido y detrás suyo cerrarse. Me quedé parada sin saber que hacer. Recordé que podía enviarle un mensaje o llamarlo desde el celular para decirle que ya me retiraba. Gracias a Dios Molly accedió a acercarme a casa y así no era pesada con Jason con mi insistencia por irme, me sentía realmente incómoda.
Estúpidamente había dejado el celular en la cartera y ésta, colgada en la silla en la que había estado toda la noche. No iba a hacer nada malo, no tenía intenciones de controlar lo que hacía o no, solo necesitaba avisarle que me retiraba, no quería que pensara que hacía cosas a escondidas ni que se preocupara inútilmente por mí como siempre lo hacía.
Tomando ánimos toqué la puerta despacito, no quería molestar. Nada. Estaba segura que alguien había entrado ahí así que de seguro estaban, quizás no pudieran abrir por algo así que abrí. Me arrepentí en el momento. Me quedé plantada una vez que hube dado inconcientemente un par de pasos quedando dentro de la gran habitación. Por supuesto, allí estaba mi esposo. Y estaba también esa mujer que le dijo que debían hablar de "negocios". Pero no estaban hablando. Ella estaba colgada de su cuello y sus bocas estaban juntas en un beso que parecía apasionado. Me quedé sin poder moverme ni hablar. No sé porque, pero una sensación de dolor atravesó mi cuerpo entero, fue como un latigazo de mi abuela cuando me portaba mal de niña y buscaba corregirme, pero el golpe no era en el cuerpo sino muy dentro, partiendo en dos mi corazón y pulmones.
Jason
La zorra de Jocelyn lo volvió a hacer. ¿Es que esa mujer no se cansa de hacerme la vida imposible? Me tiene harto con sus mierdas de hablar de "lo nuestro", algo que jamás hubo, para mí solo fue sexo. No puedo hacerla entender y para evitar un escándalo en ese lugar accedí a hablar con ella en privado para impedir que las malas lenguas opinaran y diera una imagen que no era. En verdad que no había ningún lugar donde pudieramos conversar tranquilos, todos los balcones, patios, jardines y pasillos estaban abarrotados de gente, me djo que arriba podía haber lugares donde no llegara el estruendo de la música.
La seguí como un estúpido, ni siquiera la miraba, solo observaba alrededor para ver de no cruzarme con algun conocido y también estaba alerta por si aparecía imprevistamente la gente de Weber. Nunca perdía el sentido de por que estaba allí y que estaba haciendo. Finalmente Jocelyn abrió una puerta y me pidió que entráramos,lo hice rápidamente para desocuparme. Debía volver a buscar a Danna y rajarnos ya de allí. El día había sido largo y ya estaba cansado.
—Bien, larga el rollo de una vez —le pedí en tono fastidiado a la mujer que tenía frente a mí.
—¿Por qué eres así conmigo? ¿es que acaso has olvidado todo lo que pasamos juntos? —me preguntó con ojos suplicantes y buscando que la mirara a los ojos
—Dejate de estupideces, Jocelyn. Si vas a empezar de nuevo con eso mejor me voy, mi esposa me espera —dije para amedrentarla de lo que fuera que quisiera hacer. Pareció que hubiera hechado combustible a una pequeña llama. Sus ojos cambiaron y su rostro se puso rojo de furia.
—¿Tu esposa? ¿esa mosca muerta? Estoy segura que no sabe hacerte ni la mitad de lo que yo te hacía. Ella no es para tí, mi amor. Mírame, mírame —tomó mi rostro entre sus manos y me obligó a volverlo hacia ella.
—Suéltame, Jocelyn. ¿cómo te atreves?...—ni siquiera pude terminar la frase que ya atacó mi boca con su venenosa lengua, traté de mantener los labios sellados pero ella forzaba a su lengua a entrar.
Me quedé allí, como un estúpido sin reaccionar. Me tomó por sorpresa la muy zorra. En ese momento la puerta se abrió...y también en ese mismo momento quise que la tierra me llevara bien al fondo y me fundiera junto a sus minerales.
Creo que no vi ni volveré a ver esa expresión en sus ojos. No pude descifrar lo que transmitían. ¿Furia? ¿dolor? ¿decepción? ¿vergüenza? El hecho es que se quedó allí paralizada mirando la escena.
—Danna...no es lo que parece...yo...puedo explicarlo —atiné a llamarla.
No me salían las palabras aunque las obligara.
—Y-yo...lo s-siento. Esperaré afuera...—dijo apresuradamente con un hilo de voz y giró violentamente para enfrentarse a la puerta. Pero no dejé que la abriera. Me solte furiosamente de las garras de la gata de Jocelyn para alcanzar la puerta y cerrarla de un golpe mientras me acerqué a ella.
—Voy a explicarte, Danna...—le susurré muy cerca. No quería que la otra escuchara lo que hablaba con mi esposa. "¿tu esposa? ¿a la que estabas engañando con otra?", me decía mi conciencia. Ella cerró los ojos fuertemente y se quedó inmóvil sin siquiera voltear a verme. Juraría que estaba haciendo un esfuerzo por no llorar.
—No es necesario...tú sabes que...—le toqué el brazo para que hiciera silencio, debía evitar que hablara de más.
—Quiero explicarte...—le dije poniendo mi expresión dura. Me quedé mirando su hermosa cara de dolor mientras luchaba para que las lágrimas no salieran, debía ser muy difícil para ella disimular algo que no sentía, era como un delicado cristal a través del cual se podía ver su interior. Me dirigí a Jocelyn sin quitar la mirada de Danna.
—Jocelyn, te voy a pedir que te retires. Necesito hablar a solas con mi esposa —le ordené en el tono más duro y frío que pude encontrar en medio de esa vorágine de sensaciones que tenía.