Yo, su protector

Capítulo 59

Y por una fracción de segundo me pasa una imagen similar por la mente, como si ya hubiéramos pasado por este momento. Él no contesta, incluso pensé que no me había escuchado pero lo veo acercarse lentamente con sus pantalones holgados que usa para dormir y sus camiseta sin mangas, siempre alardeando de sus músculos. Se para detrás mío y queda en silencio. Yo solo...lo miro mientras siento la boca seca repentinamente. No puedo hacer más, salvo que me vaya a dormir con el incómodo vestido. Él parece tragar saliva, pude escucharlo ya que está muy cerca de mi oido izquierdo. Finalmente, lleva sus manos al cierre pero se da cuenta que para poder manipular bien debe correr el cabello que está estorbando. Delicadamente coloca mi cabello sobre mi  hombro contrario y siento como mis piernas se derriten ante este solo movimiento.
Por un momento, mueve sus manos manipulando la cosa esa hasta que al fin parece destrabarlo y comienza a bajarlo lentamente, puedo sentir el calor de sus manos recorriendo lo largo de mi espalda, y eso que no me ha tocado, solo siguen la dirección del cierre. Bajo la mirada pero cuando la levanto, él me mira expectante a traves del espejo. No puedo más que sonrojarme ante la situación.
—Ya está —me dice con una voz extraña. Yo, pensando que ya se alejó, me doy vuelta y ahí está otra vez, ese pecho hecho de mármol con el que me doy en la nariz, retrocediendo violéntamente.
—Lo siento —envuelve sus manos alrededor de mi cintura o me hubiera ido contra el espejo causando estragos.
—Yo lo siento —murmuro con la poca voz que tengo. Intento avanzar pero él me sigue sosteniendo y me hecha esas miradas que atraviesan mi cuerpo como dagas profundas. 
—Danna...—comienza a decir, pero se detiene. Yo espero a que termine de decir lo que quiere pero bajo la vista y horrorizada veo como el ingrato vestido ha bajado por mis hombros y ahora se encuentra atascado en mi cintura. Para mi desgracia, él también lo vio. Intento cubrirme pero él lo impide. Siento que lágrimas de pudor salen de mis ojos.
—Ey, ey, ¿por que lloras? Eres hermosa, Danna. No te pongas así. No sabes...no sabes...—dice y me suelta violentamente, se da vuelta y se toma de los cortos cabellos que sigue usando al estilo militar. 
—Lo siento...yo, lamento mucho tener que hacer que pasaras por todo esto. Yo...no quise arruinar tu vida, Jason —finalmente me confieso y descargo todo lo que tengo guardado en mi pecho. Siempre se lo quise decir. Su silencio y por lo que no me está mirando hace que me envalentone más.
—Sé que no soy mujer para tí, te mereces una mujer de verdad, una que tengas libertad para elegir, una que te de lo que tú necesitas...—no termino de completar la frase cuando me siento arrastrada por un huracán.

Él me envuelve con un brazo de la cintura mientras que con el otro me acerca a su boca, atacándo la mía violentamente. No es la primera vez que lo hacemos, el infeliz de Weber ya nos había obligado pero esta vez nadie lo hizo, por eso es diferente.

Nadie le ordenó a Jason Connor a besame, ni Weber, ni su superior, ni su compañero. Él lo hizo por voluntad propia. Me aprieta contra su cuerpo y allí siento de nuevo aquello, esa dureza que parece un hierro caliente sobre mi vientre, algo que llama mi atención, algo que quiero ver, que necesito tocar.
Me levanta levemente del piso y camina conmigo para entrar a ese lugar que él parece adorar, como si fuera su santuario privado, el cambiador, abre de una patada las puertas sin soltarme, sin dejar de besarme. Es como si tuviera hambre, sed y buscara saciarse conmigo. Me sienta en un mueble, similar al de la vez anterior, en este también quedo a su altura, se mete en mi entrepierna con su vara caliente chocando allí mientras sus manos me recorren completa.
—Jason...—digo débilmente, creo que ni yo me escuché...Él solo gruñe y continúa. Y yo siento que ya no puedo detenerlo, en el fondo me lo veía venir, sentía su tensión desde hace tiempo, debí sospechar que en algún momento iba a explotar por algún lado. Corta repentinamente el beso y me mira, colocando ambas manos en los bordes de mi cara, me obliga a mirarlo.
—Danna, escúchame. Me estás volviendo loco. Eres mi esposa...y quiero tenerte como correpsonde a un esposo tener a su esposa. ¿Entiendes?
—Si, pero...pero...no quiero que te veas perjudicado en tu trabajo...el jefe Jhonson dijo que...
—Sé toda esa mierda, me la sé de memoria, pero no me importa, no me importa nada si puedo tenerte...mira como me tienes, joder —y diciendo esto toma mi mano y la lleva allí donde tenía curiosidad. Casi desmayo de lo grande que es, ¿como llegó ahí?, me pregunto.
—¿Lo sientes? Así me tienes todo el maldto día, despierto y dormido. Nunca desee tanto a una mujer...—algo le estaba ocurriendo, nunca me había hablado tanto salvo que sean instrucciones estrictas de como proceder ante distintas circunstancias de seguridad. Volvió a besarme, esta vez mas suave, de una manera tan dulce que esta vez yo sentí mojarme, como si él lo hubiera adivinado, llevó su mano a ese lugar, como si quisiera inspeccionar si todo andaba bien.
—¿Lo ves? Tú también sientes lo mismo —habla encima de mis labios. Yo niego con la cabeza. El sonrie, siempre encima de mi boca —Mentirosa —me dice.
—¿Por qué? ¿Como lo sabes? —y lleva nuevamente su mano allí haciendome estremecer, pero esta vez no se conforma por pasarla por arriba de mi ropa interior, sino que la hace a un lado y toca directamente. Un gritito salió de mi por la sorpresa, sentí que volvía a mojarme. Lleva su mano en medio de nosotros.
—Estas mojada, mira —Y puedo corroborar el líquido que tiene en la punta de los dedos. Me ruborizo tanto que intento esconder mi rostro en su cuello pero no me deja. Sin dejar de besarme vuelve a atacar allí, haciendo círculos, moviendose atrás y adelante, luego mete un dedo. Siento tantas sensaciones nuevas que no se que hacer, como reaccionar.
—Jason...—solo repito su nombre como si esto sirviera para detenerlo, como hice otras veces, pero en el fondo no quiero que se detenga, mi piel exige su presencia, mis labios están resecos sin su saliva bañandolos, y allí abajo...ni que decirlo, anhela algo, aunque no se muy bien que es. Él se aprieta más, siento como me levanta por las nalgas y sin darme cuenta ya estoy sin bragas. Lleva un dedo allí mientras convulsiono violentamente ante la invasión, puedo sentir como él tiembla tanto como yo, luego aumenta la apuesta. esta vez son dos y ya no puede besarme porque respira entrecortadamente.
—Dios, eres tan hermosa...hasta allí eres perfecta...—susurra muy cerquita de mi boca pero sin tocarla. Algo nuevo se apodera de mí, una sensación placentera nueva que va naciendo allí mismo donde él está metido y se extiende inevitablemente. Ya no aguanto más, es como que quiero contener pero ya no resisto.
—Vamos, acaba ya , bebé. Córrete —me ordena y como soy buena haciendo eso, obedeciendo, lo hago por primera vez en mi vida. O quizá ya lo pasé y no lo recuerdo, esto también me parece haberlo vivido. Él también convulsiona y se queda con su frente pegada a la mía, mirándome ardientemente. La magia se rompe, desaparece como si alguien hubiera roto la varita del mago. Se aleja violentamente mientras yo trato de recuperarme, ni siquiera podía moverme porque él tenía apoyado en mí todo su gran cuerpo con todos sus kilos de músculos.
—Mierda, mierda —camina como un león enjaulado insultando vaya a saber uno a quien.
Se da vuelta y veo su zona frontal del pantalón toda mojada. Ambos lo estamos, solo que mis líquidos corren por mis piernas. Él ni siquiera llegó a quitarse la ropa.




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